Yo debiera ser un hombre feliz;
escribo desde que tengo uso de razón; algo,
bastante, me publican en vida, no como a Susan
Harrison, cuya sombría
elegía publicaba el otro dia en el Mundo Pedro Cuartango: llanto por una triunfadora. Pedro es una cabeza cotidiana
y pensante al que la obscenidad de esta vida no le empaña una limpia y melancólica
lucidez, a veces terrible. Es un sabio que conturba mi mente y la de otros
muchos; pero yo, como siempre he hecho, sigo a mi aire. Casi feliz, tampoco hay
que exagerar. La muerte, hablando en plata, me la suda. Temo al dolor y al
desafecto, pero tengo claro lo que haría y como lo haría de llegar un dia a un
caso extremo.
Quise hacer la revolución total, la
que cambia a los hombres y el sistema; y he terminado en cronista de toros y crítico de teatro; o sea que no puede
decirse que sea un triunfador. Respecto a mi sentimentalidad, soy machadiano de
Manuel, “hay unas que me quieren y otra a quien quiero yo”; pese a lo cual estoy
con don Antonio y “amo lo que ellas
tienen de hospitalario”.
Me turbó el otro dia el artículo de Pedro Cuartango, sobre Susan
Harrison, una crack póstuma de la novela;
me dejó sin aire en el alma Pedro al que
veo, dinámico y resolutivo, a pie de
obra en la redacción, cuando voy por el Mundo. Me atormentó como la visita a Auswitch, el primer libro que leí de Niestzche, el primer pecado por culpa
de los ojos de Liz Taylor o el
primer poema de amor que escribí a una mujer imposible: una novicia bellísima,
la monja capillera de mi libro Sin pecado
concebido. Copiando a Manuel Machado, aunque he nacido en la
estepa castellana, “soy de la raza mora, vieja amiga del sol, que todo lo
ganaron y todo lo perdieron”. Tengo el alma de nardo del árabe español.
Gracias Pedro por ese tenebroso
artículo que nos avisa del tiempo perdido, de la incertidumbre de la muerte.
Por mi parte seguiré viviendo como si este momento, justo en el que escribo este artículo, fuera el último de mi
asendereada vida. Con una pena que no podré remediar: “me iré y se quedarán los pájaros cantando” ( Juan Ramón).
Nueva
bandera cuatribarrada.
Me llegan informaciones confidenciales
de la quinta columna charnega de Barcelona, de que el Govern ha encargado a Salvador Dalí un diseño de la nueva
bandera para un nuevo Estado. Dalí ha preguntado cuánto y regatea con Artur Mas el precio. Parece probable un
acuerdo con Avida Dollars, con la
mediación del clan Pujol, siempre que el pago se efectúe en negro y en Andorra.
Desaparecen, según el primer borrador, las
cuatro barras rojas, la sangre de Guifré
el Pilós, para entendernos Wifredo
el Velloso, infundio rebatido por los aragoneses que reclaman la enseña
como propia de la Corona de Aragón. Sobre campo de gules tirando a azul
musoliniano, una hoz de oro sin martillo que amenaza un inmenso trigal, bon cop de fac, bon cop de fac.. Pero la
hoz tiene el toque daliniano de sus relojes blandos, acaso el cuadro más genial
del pintor catalán. A la izquierda, en un triángulo agrandado, un chorro de monedas
de oro que acaba en las manos de Jordi
Pujol. De momento eso es todo. La Quinta Columna Charnega, sigue
cautelosamente la operación.
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