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jueves, 13 de noviembre de 2014

RUEDO IBÉRICO. ARTUR MAS, DALÍ Y NUEVA SENYERA

SUSAN HARRISON Y CUARTANGO

Yo debiera ser un hombre feliz; escribo  desde que tengo uso de razón; algo, bastante, me publican en vida, no como a Susan   Harrison, cuya   sombría  elegía publicaba el otro dia en el Mundo Pedro Cuartango: llanto por una triunfadora. Pedro es una cabeza cotidiana y pensante al que la obscenidad de esta vida no le empaña una limpia y melancólica lucidez, a veces terrible. Es un sabio que conturba mi mente y la de otros muchos; pero yo, como siempre he hecho, sigo a mi aire. Casi feliz, tampoco hay que exagerar. La muerte, hablando en plata, me la suda. Temo al dolor y al desafecto, pero tengo claro lo que haría y como lo haría de llegar un dia a un caso extremo.

Quise hacer la revolución total, la que cambia a los hombres y el sistema; y he terminado en cronista de toros  y crítico de teatro; o sea que no puede decirse que sea un triunfador. Respecto a mi sentimentalidad, soy machadiano de Manuel, “hay unas que me quieren y  otra a quien quiero yo”; pese a lo cual estoy con don Antonio y “amo  lo que ellas  tienen de hospitalario”.

 Me turbó el otro dia el artículo de Pedro Cuartango, sobre Susan Harrison,  una crack póstuma de la novela; me dejó sin aire en el alma Pedro  al que veo, dinámico y resolutivo,  a pie de obra en la redacción, cuando voy por el Mundo. Me  atormentó como la visita a Auswitch,  el primer libro que leí de Niestzche, el primer pecado por culpa de los ojos de Liz Taylor o el primer poema de amor que escribí a una mujer imposible: una novicia bellísima, la monja capillera de mi libro Sin pecado concebido. Copiando a Manuel Machado, aunque he nacido en la estepa castellana, “soy de la raza mora, vieja amiga del sol, que todo lo ganaron y todo lo perdieron”. Tengo el alma de nardo del árabe español.

Gracias Pedro por ese tenebroso artículo que nos avisa del tiempo perdido, de la incertidumbre de la muerte. Por mi parte seguiré viviendo como si este momento, justo en el que  escribo este artículo, fuera el último de mi asendereada vida. Con una pena que no podré remediar: “me iré y se quedarán  los pájaros cantando” ( Juan Ramón).

  Nueva bandera cuatribarrada.

Me llegan informaciones confidenciales de la quinta columna charnega de Barcelona, de que el Govern ha encargado a Salvador Dalí un diseño de la nueva bandera para un nuevo Estado. Dalí ha preguntado cuánto y regatea con Artur Mas el precio. Parece probable un acuerdo con Avida Dollars, con la mediación del clan Pujol, siempre que el pago se efectúe en negro y en Andorra. Desaparecen, según el primer borrador,  las cuatro barras rojas, la sangre de Guifré el Pilós, para entendernos Wifredo el Velloso, infundio rebatido por los aragoneses que reclaman la enseña como propia de la Corona de Aragón. Sobre campo de gules tirando a azul musoliniano, una hoz de oro sin martillo que amenaza un inmenso trigal, bon cop de fac, bon cop de fac.. Pero la hoz tiene el toque daliniano de sus relojes blandos, acaso el cuadro más genial del pintor catalán. A la izquierda, en un triángulo agrandado, un chorro de monedas de oro que acaba en las manos de Jordi Pujol. De momento eso es todo. La Quinta Columna Charnega, sigue cautelosamente la operación.

 

 

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