Guia Gastrocómica del España
A la vista
de este libro, producto de la sagacidad y el buen paladar de María Diaz, quizá haya que variar el
concepto de austeridad que algunos tienen de los cómicos. Los cómicos de la
legua comen bien; han descubierto esos lugares del mapa de la farándula donde los buenos sabores rivalizan con los buenos
precios. Y se lo han contado a María Diaz que lo ha puesto en este libro. Cada taberna, mesón o posada tiene aquí su defensor
y sus razones: sus recetas, sus platos especiales marca de la cs. Docenas de
humildes, o no tan humildes, establecimientos que tienen a honor que los
cómicos de la legua, cuando van de bolos o gira, se hayan sentado cerca de sus
fogones.
Los cómicos, pues, comen y comen bien a tenor de los juicios que dejan este libro,
ya no son esos malditos muertos de hambre que, según El viaje entretenido, ajustaban sus funciones a la caridad o las posibilidades del cura, el
barbero y el alcalde de un pueblo. Estos
a veces les pagan con pan, huevo y sardina. Y otras hogaza entera de pan,
racimo de uvas y olla de berzas, y cuando mejor olla de vaca o de carnero, vino
aguado y en ocasiones sin bautizar, gallina asaday liebre cocida. Todo según
tasa categoría y pacto.
Cumplen con
esto los cómicos la primera norma del Arcipreste, según la cual el hombre
labora por haber mantenencia. De la
segunda, haber juntamiento con fembra
placentera, no dice nada esta Guia
gastrocómica; solucionada la primera
premisa justo es pensar que la segunda, entre cómicos, es de más fácil solución.
La guía gastrocómica se presentó
el otro dia en la sala Mirador en un ambiente que rezumaba alegría, buen
yantar y fraternidad de la gran familia de la Farándula, con Nur Levi de maestra de ceremonias. Nada
más ver este libro a algún feriante taurino, se le ha ocurrido hacer la Guia Gastrotáurica. Yo que he sido
feriante cómico y feriante taurino me conozco ambos mundos. La Guia
Gastrotáurica no tendría el sabor y el
ingenio y el humanismo que tiene esta. Lo de los toreros es cuestión de dinero,
van a los hoteles y los sitios más caros; puro lujo que no siempre se
corresponde con el buen comer. No hay guía Gastrotáurica
posible.
La hija de Lolita
Otro libro
presentado hace poco es una sorprendente
novela Cada noche, cada noche (Editorial
Siruela) de Lola López Mondéjar.
En la librería Alberti, centro
cultural de la Santísima Transición y aledaños. Eje de una cultura liberada.
Hoy ignoro qué es o qué siga siendo; en principio, ocasión de conocer esta
novela que me ha obligado a releer a Nabokov.
Y que, por lo tanto, me hará volver a Cada
noche, cada noche, causa y origen de esa relectura navokodiana. Y ya, de
paso, trataré de descubrir la amplia y verdadera dimensión de esta autora de sólido prestigio aunque de minorías,
maestra del género corto en libros como El pensamiento mudo de los peces, Lazos de sangre, y La
pequeña burguesía. Autora de varias
novelas, fue finalista del Premio
Torrente Ballester con Mi amor desgraciado.
Cada
noche, cada noche es un libro de esos que te encuentras muy de tarde en
tarde que te atrapa desde la primera escena: un pareja elegantísima, bailando
torpemente en la desarmonía de una soledad aplaudida y compartida
multitudinariamente. Después empieza la danza del recuerdo, del tiempo, del
dolor y la enfermedad incurable que nos devuelve una forma de libertad que
acaso no sospechábamos.
Dolores Schiller, la protagonista, es explícita: “ Empezaré por el principio. Mi madre se
llamaba Dolores Haze, pero ustedes,
de conocerla, seguro que la conocerán por Lolita”.
Dolores sospecha, y deduce de los
papeles que le ha entregado su padre, que es hija del personaje de Navokov,
que murió del parto.
Cada noche, cada noche es un territorio múltiple donde se
cruzan vidas, tiempos fantasmas y realidades. Un territorio eminentemente literario: de un
lado, la marcada sexualidad de una mujer hasta convertirse en símbolo del deseo
recental y en agraz; de cierta perversiad inocente; el morbo de la inocencia
pervertida. De otro lado, todo lo contrario: la frigidez, la ausencia de deseo,
el sexo como amenaza fría y gélida. Cada
noche, cada noche es a veces un sueño; casi siempre una pesadilla.