Es razonablemente
nueva esta puesta en escena respecto a la que vimos hace unos meses en
la Comedia. Ha desaparecido el aparataje que entonces dificultaba el movimiento
escénico, José Luis Gómez ha
controlado más la gestualidad de la puta vieja maestra en estrategias del arte
de amar. La rudeza de Calixto no ha desaparecido del todo, pero sí lo ha hecho
la zafiedad del primer encuentro con Melibea que era una verdadera violación. Con sorpresa
de Manuela Paso y su acompañante,
situadas a mi lado, abandoné el teatro cuando las gasas, simulando el vuelo
suicida de la virgen, flotaban en el
escenario. Había visto lo que tenía que
ver y el discurso de Pleberio, Chete Lera, está siempre asegurado.
Ars amandi.
El arte de amar o de aprender o de enseñar a amar es
peligroso, la vieja puta y reputa murió acuchillada por sus avarientos criados
que habían disfrutado con sus mañas. El arte de amar no llegó a descifrarlo ni
siquiera Ovidio y eso que su libro del mismo título, (Ars Amandi o Ars amatoria) le costó el destierro.
En cosas del amor y e sexo mi generación se encontró con un fenómeno restrictivo que acabó siendo factor de liberación. Muchas de aquellas mujeres tenían
una prevención resolutiva y taxativa contra la penetración. En consecuencia,
considerando el acto carnal como un diálogo de los cuerpos y una derivación del
espíritu, hubo que desarrollar el júbilo y la imaginación del del juego y
la caricia.
Desconsideración con
una diosa.
El año pasado cometí la grosería de mandar a la mierda a una
mujer, acaso una de las amigas más leales que he tenido,
aunque en un tris estuve de perderla. De todas formas acaso ya la haya perdido, pues estoy en una etapa de mi vida en que pierdo cosas sin posibilidad de recuperación. El suceso tiene una
explicación apuntalada por la dialéctica de un adicto a la filosofía cínica.
A esa mujer yo le había otorgado jerarquía de diosa. Y conociendo mi superego que
solo yo conozco ¿cómo Javier Villán
podía perder la oportunidad de mandar a la mierda a una diosa del Olimpo?. Esa
fue la causa de mi desconsiderada frase.
Oportunidad para María
Diaz.
Al afecto de María Diaz le ofrezco la oportunidad de añadir una muesca a la culata de su revólver.
Hubo un tiempo en que María Diaz, con
la retranca de su agudo humor bilbaíno, contabilizaba las veces que en mi blog
citaba yo a María Hervás con motivo de
su poesía. Bueno, pues aquí está otra cita más, aunque sea solo para decir que
hace tiempo que no la cito y que no sé si me dará ocasión de volverla a citar. Mientras la Hervás ha estado con Los Gondra, salvo en la crítica que hice
al montaje, nunca la he traído a colación.
Y me he olvidado de su poema Itaca
en el que Hervás bailaba el vals de las flores con huracanes y tiburones
sobre tormentas y volcanes. Y me he olvidado también de Deseantes, su obra de teatro con ramalazos de absurdo y, sobre
todo, con un personaje digno de Jardiel,
Mihura o Ionesco: la vegetariana jabuguista; una mujer adicta a los productos de la huerta que se pone morada de jamón
de Jabugo 5 Jotas. En
el Premio Miguel Mihura la cité en un totum
revolutum porque era una de las 20
candidatas seleccionadas por el jurado.
Así pues, querida María Diaz, ya está aquí la cita. Mientras,
te recuerdo que tenemos pendiente un encuentro con Javier
Gutiérrez y con Peris Mencheta para
activar no sé qué debates con estos dos genios de la interpretación. En
el fondo, María Diaz, tú y yo nos entendemos. Tu eres generosa y yo soy un
vasco nacido en Torre de los Molinos (Palencia) por capricho de la historia según la cual los bilbaínos
nacen donde les da la gana. Como Txetxu
Mazuelas, hijo del gran Jose Luis Mazuelas,
bilbaíno que nació en Burgos.
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