Después de
ver Tebas Land en el Kamikace, me quedó cierto
desasosiego más allá de la cuestión de
Truman Capote y A sangre fría. Y como
no me gusta dejar las cosas a medio resolver, me puse a cavilar hasta que dí
con la raíz de la cuestión. La cuestión,
no es
Perry sino el actor que lo encarna al que, recordé de pronto, lo había
conocido en el Café Gijón la noche del Premio
Miguel Mihura al que aspiraba Sara
Moraleda entre otras muchas. Esta es la razón por la que un principiante
venga a esta serie de Retratos a punta
Seca, por la que han pasado y seguirán pasando todos los grandes. Pablo Espinosa no es un grande, ha sido cuestión de oportunidad.
Me lo presentó Sara Moraleda en el Gijón y mientras ella iba a saludar a Luis María Ansón dialogamos un rato. Por
su forma de encarar algunos problemas elementales del teatro me pareció que de éste
lo que más le interesaba y sabía era Sara Moraleda a la que seguía con la vista
y un insólito fervor un poco morboso. Sara estaba fascinante en funciones de Frida Kahlo a la que mimetiza, cuando
quiere, a la perfección. Sara desapareció de la fiesta por sorpresa y a disgusto
evidente, para perplejidad de algunas amigas y mia, cuando la fiesta estaba en su apogeo. Justo cuando yo, en plan
maestro de ceremonias, empezaba a suplantar a Lawrence Durrel y a Clea diciendo
que con las mujeres solo se puede hacer tres cosas. Morbosa expectación por
parte de las damas, ovación de las mismas al escuchar: “amarlas, sufrir por
ellas o convertirlas en literatura”. Por propia experiencia, puedo afirmar que
la primera cosa lleva a la segunda. Y
que convertirlas en literatura tampoco es la solución.
He visto dos
veces Tebas Land por disfrutar de la interpretación de Israel Elejalde y por
contrastar mis opiniones sobre una
función que me ha dejado marcas. Para ser su debut como actor, quizá no pueda
pedírsele más a Pablo Espinosa. Su techo es bajo y limitado, Incluso
teniendo en cuenta la carga que impone un formidable Israel Elejalde. no siempre va a tener a mano
una directora como Natalia Menéndez
que hace una gran dirección. Natalia, mano
de hierro en guante de terciopelo.
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