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miércoles, 3 de enero de 2018

ADIOS A TEBAS LAND EN EL PAVÓN

Después de ver Tebas Land en el Kamikace, me quedó cierto  desasosiego más allá de la cuestión de Truman Capote y A sangre fría. Y como no me gusta dejar las cosas a medio resolver, me puse a cavilar hasta que dí con la raíz de la cuestión.  La cuestión, no  es  Perry sino el actor que lo encarna al que, recordé de pronto, lo había conocido en el Café Gijón la noche del Premio Miguel Mihura al que aspiraba Sara Moraleda entre otras muchas. Esta es la razón por la que un principiante venga a esta serie de Retratos a punta Seca, por la que han pasado y seguirán pasando todos los grandes. Pablo Espinosa no es un grande, ha sido  cuestión de oportunidad.
 Me lo presentó Sara Moraleda en el Gijón y mientras ella iba a saludar a Luis María Ansón dialogamos un rato. Por su forma de encarar algunos problemas elementales del teatro me pareció que de éste lo que más le interesaba y sabía era Sara Moraleda a la que seguía con la vista y un insólito fervor un poco morboso. Sara estaba fascinante en funciones de   Frida Kahlo a la que mimetiza, cuando quiere, a la perfección. Sara  desapareció  de la fiesta por sorpresa y a disgusto evidente,  para perplejidad de  algunas amigas y mia,   cuando la fiesta  estaba en su apogeo. Justo cuando yo, en plan maestro de ceremonias, empezaba a suplantar a Lawrence Durrel y a Clea diciendo que con las mujeres solo se puede hacer tres cosas. Morbosa expectación por parte de las damas, ovación de las mismas al escuchar: “amarlas, sufrir por ellas o convertirlas en literatura”. Por propia experiencia, puedo afirmar que la primera cosa lleva  a la segunda. Y que convertirlas en literatura tampoco es la solución.

He visto dos veces Tebas Land por disfrutar de  la interpretación de Israel Elejalde y por contrastar  mis opiniones sobre una función que me ha dejado marcas.   Para ser su debut como actor, quizá no pueda pedírsele más a Pablo Espinosa. Su techo es bajo y limitado,   Incluso teniendo en cuenta  la carga  que impone un formidable Israel Elejalde.  no siempre va a tener  a  mano una directora como Natalia Menéndez que hace una gran dirección.  Natalia, mano de hierro en guante de terciopelo. 

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