Carmen Laforet. Centenario de la
mujer que revolucionó la novela española
La familia Cerezales Laforet ha depositado el
LEGADO Laforet donde corresponde. Tuve el privilegio de tratar de cerca a
Carmen Laforet, gracias la amistad con Toni Custodio y Cristina Cerezales que
iba para pintora y le pasó lo que a Rafael Alberti; cambió a la literatura. Por
el camino de las grullas y los nueve relatos que está construyendo, uno
para cada nieto, dan fe de que la traición a la pintura no ha sido infecunda.
Alberti cantó su pena en verso memorable,
el dolor enterrado de enterrar
el dolor
de nacer un poeta por morirse
un pintor
Respecto a Agustin empezó siendo
un formidable escritor de relatos breves y sigue siendo un formidable
novelista.
Tengo delante una recopilación de
artículos publicados en Destino que fue su casa, la casa donde públicó su gran
novela , ganadora del Premio Nadal
Nada, una joven de 22
años que cambió el rumbo de la novela
española. Por entonces, creo, no estoy seguro Camilo José Cela aún no había
publicado La familia de Pascual Duarte.
En esta recopilación de artículos
ya están las coordenadas de Carmen Laforet, su estilo literario, sus raíces, su
feminismo avanzado y rotundo, pero sin
alardes. Luego vendrían La isla y los demonios , potente narración sin
alcanzar a Nada, a mi modesto saber y entender, su relación con la isla
donde vivió. Y La mujer nueva, historia de su conversión religiosa. Carmen Laforet se casó con Manuel Cerezales,
el mejor crítico de novela de mediados del siglo XX. Cuando conocí a Carmen
Laforet hacía tiempo que esta había dejado de escribir, tenía fobia al folio en
blanco, pánico a la escritura. Para ella
fue un gozo que yo no sacara a relucir problemas literarios ni cuestiones de
fama, ni nada que se le pareciese. Disipé pronto sus temores mientras Cristina ayudada
por Toni Custodio, su marido, preparaba ruta e impedimenta para el Camino de
Santiago, con especial atención a los montes Ancares por los que tenía especial
predilección. Mi predilección era Tierra de Campos, el gran desierto del que
soy oriundo, aunque Torre de los Molinos sea un vergel en una depresión de la
llanura al lado del rio Carrión. Los cuadros blancos de esta época de Cristina son la nieve de los Ancares, su aislamiento,
manchada por alguna figura de mujer oscura que apenas se atreve a salir de casa.
Había mucha soledad en la pintura de Cristina Cerezales, no soledad personal,
sino soledad de las gentes, soledad del campo, soledad de las montañas.
Los amigos y seguidores de Carmen
Laforet, teníamos la esperanza de que en este legado se escondiera el milagros
de otra novela manuscrita, de algunos relatos inéditos. Pero al parecer no hay
nada. Silencio absoluto. El silencio al que siempre aspiró. una mujer extraña y única.
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