miércoles, 11 de junio de 2014

EL HIPOTÉTICO Y NO IMPOSIBLE REPUBLICANISMO DE UN REY.

Otra actualización de un tema que sigue siendo de "candente actualidad", que diría un periodista combativo, y que requerirá sucesivos añadidos. La cuestión Monarquía-República no sé si es "candente",  pero quema. Y la calle, que es la medida de todas las cosas, anda revuelta. Cayo Lara, al parecer, quiere convocar una manifestación a la misma hora y con el mismo recorrido que la comitiva real el dia de la proclamación. ¿Eso es bueno o es malo?; ¿de quién es la calle?. Fraga fue más claro que nadie: "la calle es mia". Pero son ganas de incordiar solicitar el  uso político de la street a la misma hora y en el mismo sitio que el cortejo real.  Yo  interpreto esa coincidencia como una manifestación de adhesión, de acompañamiento, un intento de republicanismo a la viceversa.  Yo creo que Cayo Lara tiene vista de lince y mira muy lejos. A la postre, mañana España será más republicana que hace unas semanas. Y  los mayores enemigos de Felipe VI y la Monarquía posborbónica no es la izquierda nominal y sistemática, sino los monárquicos con pedigree de rancio abolengo, las viejas casas señoriales, no me atrevo a decir nobleza, con aroma siglo XIX.  Detestan a Felipe y desprecian a Letizia, una infiltrada republicana  y proleta que se les coló en taxi bajo la heráldica de la Flor de Lis. La colgarían, en el sentido estricto de ahorcar, no de adornar.

Es de los monárquicos de quien debe guardarse Felipe VI. La gente del común ya sabe que República no es sinónimo de izquierdas ni de igualdad social. No hay duda de que lo más peor de la tan denostada segunda  República fue el bienio negro, republicano pero de derechas y reaccionario. Podemos, el partido que ha irrumpido en la política española con aires apocalípticos y justicieros tampoco dará cuartel a Felipe VI. Pero tranquilos, no llegarán muy lejos. Mucho ruido y pocas. Podemos no es un apéndice estrafalario del sistema, forma parte del sistema con otros truenos y otros relámpagos. El sistema  estaba incompleto sin esa franja de desheredados. Ahora nadie podrá decir que no somos una democracia ejemplar.



Añadido breve a esta entrada: ante la indigencia de  cerebros políticos con autoridad intelectual y moral para presidir una hipotética III República española, cobra fuerza la posibilidad  de que el Rey Felipe VI gobierne a título de Presidente Republicano. Eso exigiría ciertos retoques constitucionales absolutamente viables.

Otro pequeño añadido: Como puede comprobar quien siga leyendo, la única solución razonable para el llamado "legado Javier Villán" era firmarlo -excepto lo ya donado al Museo Taurino de Colmenar- como se ha hecho, con la Fundación Jorge Guillén de Valladolid. No se trata sólo de un legado, sino del estudio,  difusión y cuidado de una obra.

Día duro para andar por Madrid y más para un cojo como yo: ni un puto taxi. Huelgas, manifestaciones, algaradas en la calle. Sobre  la abdicación de Su Majestad, se  anuncian en el Congreso algunos votos de  chiste, que suenan a  pitorreo si no fueran indigencia mental. Bien  ido y mejor abdicado sea el Borbón; cumplió con lo que la historia de este país cafre y desventurado le encomendó.  Lo que  pase con Felipe VI dios o el diablo dirán. Confieso, sin embargo, que una República presidida por  alguno de los actuales prohombres de la derecha o de la izquierda, me pone los pelos de punta. No empecemos la casa por  el tejado y demos tiempo al tiempo.

Desayuno en el bar de al lado todavía con la vaga esperanza de un eurotaxi, para cojos y discapacitados,  que me ayude a algunos desplazamientos por Madrid que considero imprescindibles; nada de nada, nada hay imprescindible. Algunos esquiroles del taxi que conozco de otras huelgas temen a los piquetes y no es cosa de explicarles a los activistas militantes oíd vosotros, que llevo a un cojo. Lo único, las urgencias de los hospitales, supongo que con bandera blanca. Y me vuelvo a casa con la bolsa de periódicos, que los kioskos no están en huelga y sigo siendo un adicto al papel.

Me llaman algunos amigos de Palencia indagando sobre las causas concretas de la donación de mi archivo documental -cartas, manuscritos, documentos-  pinacoteca y  biblioteca, a la Fundación Jorge Guillén de Valladolid. Sólo hay una causa concreta; la mía de donarlo y la de Valladolid de aceptarlo y cobijarlo. Lo de toros está ya donado al Museo Taurino de Colmenar Viejo, menuda sala:  Sala Javier Villán. Una donación, al menos por mi parte, sólo exige una cosa: garantía de que el receptor la valore culturalmente y cuente con  estructuras  suficientes para gestionarla. El Ayuntamiento de Palencia carece de esos medios y el proyecto cultural de la Fundación Jorge Guillén tiene otro alcance y otro calado.

La cuestión del “legado Javier Villán” se ha convertido en elemento de discordia, aunque no demasiado, en mi querida Palencia. Creo que, en el fondo, lo que hemos hecho es quitarle un peso de encima al Ayuntamiento. La oposición sociata municipal acusa a los peperos de desinterés y desdén por la cultura. Como siempre: reyerta de partidos que, dicho sea de paso, me da igual uno que otro. Primero, Javier  Villán es una parte muy pequeña de la cultura palentina;  no ha lugar. Segundo, ignoro si otros grupos políticos de una ciudad tan enredada y enredadora, por muy levítica y hermosa que sea, tienen o tenían más interés por este legado.  No sé si había voluntad política; lo que no hay, en unos ni en otros, son medios; y sin medios, aunque la voluntad sea tortuosa e indiscernible, se acaba la discusión.

Si apenas existe viático  para mantener el imponente legado de Juan Manuel Caneja y  su Fundación ¿cómo van a distraerse medios para gestionar otro legado de mucha menor importancia? Para mí, vale más el puesto amenazado de un conserje de la Fundación, que el más valioso de nuestros cuadros, por mucho que Ana y yo  veneremos nuestra pinacoteca. Se interesan esos amigos y la concejala de Cultura, doña Carmen Fernández, también por el destino de dos retratos de Isabel -uno de Baltasar Lobo, otro de Javier Clavo- propiedad de Ana Merino Herrero por transmisión  testamentaria.  He ahí una prueba de que la cultura sí interesa al Ayuntamiento. Ana, por afecto a Isabel, asumió hace años el compromiso moral de que esos retratos se colgarían en la Fundación, junto a los cuadros de Juan Manuel. Nadie soy para contradecir ese designio.

A mí, lo que me gustaría es que todos los esfuerzos del Excmo Ayuntamiento  y los demás miembros del Patronato, confluyesen en sostener una Fundación que languidece, aunque sobreviva, y que fue posible gracias al esfuerzo de unos pocos y a la generosidad de Juan Manuel Caneja y de su mujer. Eso es lo más  importante. Eso y el Teatro en Palencia, cuyo Festival y Certamen de Textos tienen un bien ganado prestigio nacional y cuyo destino, honradamente, no veo muy claro. Y aquí paz y después gloria; bien están las cosas como están  y a quien dios se la dé San Antolín se la bendiga.

 Y ya que ha salido el teatro a relucir, y aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid y el Carrión por  Palencia, me preguntan qué tal  lo de Israel Elejalde. Supongo que se refieren a El Sótano,  la obra de Benett i Jornet, que ha dirigido y se está representando en La Pensión de las Pulgas, porque en el Misántropo, como actor, Elejalde está fuera de toda discusión.  No tengo  inconveniente en calificar El sótano como una pieza de terror; de terror seco, bien construido, progresivo y opresivo, sin sorpresas gratuitas y  en la que la sabiduría teatral y la precisión verbal van abduciendo, poco a poco, al espectador. Para ese proceso de captación, Elejalde cuenta con un texto excelente y con dos actores Juan Codina y Victor Clavijo, llenos de recursos de la mejor ley; primero, la tensión inquietante e íntimamente violenta que imponen al diálogo;  segundo, acaso lo más difícil, la capacidad para que las emociones nunca desvelen una verdad que sospechamos pero no llegamos a adivinar. Desenlace abierto, aunque oscuramente provocador.  A Juan Codina, le recordamos por un papel también inquietante hace poco en El desahucio en la Sala Mirador.  

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