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jueves, 16 de febrero de 2017

INMACULADA; OTRA MARIA


 

Fascinación y esteticismo

Paso fugaz por el Español: Inmaculada Espectáculos así debieran continuar. Son un termómetro para medir la cultura teatral de los madrileños. Luz intensa sobre el  blanco intenso. Como si en esa explosión de luz se quisieran cifrar todos los secretos de María, de una madre y de un hijo sacrificados en beneficio de la humanidad. “No mereció la pena”, afirma María.

Analizado el suceso de la crucifixión de Cristo y su redención, puede que no mereciera la pena. Otro evangelio mariano, más cerca quizá de   los apócrifos que de los canónicos. María también dice: “la memoria es parte de mi cuerpo” con lo cual atribuye a este una sensorialidad orgánica más allá de la palabra.  Este testamento de Maria, bello, brillantísimo y artificioso, a punto ha estado de redimirme de mi desafecto por Pandur al que siempre he considerado un manierista  y arbitrario. Fascina.  Blanca Portillo conmovía.

 Me ha gustado esta historia de María, luminosa y bella, mismo texto, mismo autor Colm Tóibín.   He apreciado esa sutilísima caligrafía que surge  a veces de las brumas sagradas de un escenario. La apoteosis de  María coronada como una emperatriz quizá me resulte excesiva, pero en líneas generales el texto de Colm Toibin halla en Natasa Matjasec Rosker un soporte mágico y fantástico menos conmovedor que el que hallaba en Portillo. María y su memoria  desafiando la memoria canónica y oficial.

 Blanca Portillo era una mujer de pueblo atormentada por sus cobardías, Natasa es una vestal sacrificándose sobre el altar del escenario. Un altar blanquísimo en el que empiezan a quedar signos del cruento suceso de la vida, pasión y  muerte de Cristo. Hasta culminar en la gran metáfora en un bellísimo plano, icono de la crucifixión: Natasa Matjasec Rosker.

 Es inevitable la comparación. Blanca Portillo hacía un expresionismo de corte goyesco, una interiorización de la gestualidad del dolor. Natasa no interioriza, estiliza. Crea cuadros de gran belleza que son también, y a la vez,  una teoría del dolor.

 

 

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