EL SONETO tiene mucha eficacia para la poesía satírica, y también para la poesía religiosa y amorosa, dos formas de erotismo: la mística y la carnal (Lope de Vega). No hay que pretender emular a Quevedo ni a Lope, fracaso asegurado. Pero conviene recordar una forma estrófica que exige una gran disciplina; y esa disciplina se nota en el verso libre.
Aprovechando la todavía reciente, malvada, espectacular y un poco tramposa portada de la revista Mongolia, "los Gal dejan las armas", recupero textos de un viejo libro publicado en 1994. Digo un poco tramposa porque suscitó en mi compañero de mus habitual un reflexión inocente y precipitada: "se acabó el terrorismo, Javier". Hala; así, de golpe; y se lió a echar órdagos que fueron nuestra perdición. Más por recuperar el rumbo de la partida que por otra cosa, le dije: "el terrorismo de estado nunca deja las armas". Por esa portada y a petición de algunos amigos entre ellos Carlos Alvarez, por otro nombre Vustrid Kalminari y por nombre mas sencillo El Licántropo a secas, me propongo recuperar algunos poemas de Sonetos de la impostura que, aviso, pueden herir algunas sensibilidades. La historia libresca, de librerías quiero decir, de este libro es un poco sórdida y no viene al caso recordarla. No estoy muy seguro de la capacidad terapéutica de la memoria; y acaso el poeta que escribió una vez, "no has de volver a nada, no has de volver a nadie, tan solo encontrarás la ruina del paisaje", tuviera razón. Ese poeta era yo. Pero sin ánimo de hurgar en los recuerdos, y a petición del público, recupero esos Sonetos de la impostura que derivarán inevitablemente en Sonetos de la nueva impostura. Para compensar publicaré, de vez en cuando, algún texto de Sonetos de fuego y nieve, que son más amorosos y gustan más a las chicas. Este poema trata del Gal y de Amedo y se lo dedico a la portada de Mongolia de la que un dia Juan Diego Boto me dijo es la única revista impresa independiente que se puede leer. Ya puestos, se lo dedico también al director de la sala Mirador. Pero no se lo dedico a la admirada Maruja Torres, o se lo dedico muy poco, porque creo que en Mongolia ha perdido pegada. En realidad, Maruja Torres es un talento que se averió en el oficialismo sectario de El País, como temía Vázquez Montalbán. A Manolo Vázquez no se le averió nada, salvo el corazón en un lejanísimo aeropuerto. Era mucho Manolo. Deseo a Maruja Torres una pronto reparación.
El soneto es un forma estrófica, un canon irremplazable para la poesía satírica y la poesía erótica. No vale para todo. Este soneto dice así:
En esta democracia putrefacta
que negó el demos y afirmó el crateo,
un comisario asciende a Prometeo:
que el fuego de los dioses conste en acta.
La ciencia de la muerte es ciencia exacta
y más si se tramita por deseo
de Estado y policía; regateo
de sangre que salpica y que se pacta.
Hay terror, hay horror, miedo a que Amedo
cante y cuente los fondos de la trama;
a que marque y señale con el dedo
quién escribió el libreto de este drama.
Amedo es el Estado y es el miedo
de lo que tapa y, a la vez, proclama
Gusto del soneto y me acuerdo de Tapia, el poeta más leído de la República.
ResponderEliminarBuena referencia...Gracias y saludos
ResponderEliminar