Charangas, bombos, trompetas,
La gente de rojo y blanco
Y guisos en las perolas
Y el morapio bajo el brazo.
Seis Adolfos en
chiqueros
Limpios del encierro y cautos.
Mozos en la solanera;
en la sombra, los
sensatos.
En el portón, las cuadrillas
Y el presidente en el palco.
Don Iñaki Cabasés,
Muy serio, escucha los
cantos,
Las voces y el guirigay
De mozos calamocanos,
Que entonan con igual guisa
Una jota o un fandango.
Chica Ye Ye, en coro y zumba,
Y los aires mexicanos
Vendrán luego, repertorio
De estas peñas, que es muy parco.
Y comienza el paseíllo,
tres toreros mano a mano.
Urdiales ,celeste y oro;
Azul marino, Escribano;
de blanco y plata, Aguilar
Siempre en riesgo y siempre a salvo.
Y el capote de paseo
Con una virgen o un santo.
Salió el primero de Adolfo.
Un cárdeno cornipaso.
Viva el torero de Arnedo
Y que viva Villalpando,
Otra vez su buen amigo,
Otra vez su apoderado.
Y viva su parentela
Y Luis Domínguez,
su brazo
derecho e intelectual,
Y el capote de don Diego
Don con braveza ganado.
Quiso esculpir la verónica
Y dio algunos capotazos
Sin medida y sin dibujo.
Y con la muleta anduvo
No en Belmonte blasonado
Con armas de torería
En campo de gules cálido.
La muleta por los suelos
En desarme atropellado.
Ni un redondo ni un adorno
Ni un natural sosegado
Maldito sea el Adolfo,
Muy difícil y muy manso.
Para el segundo de Adolfo
No halló el embroque Escribano,
aunque se marchó al portón
portagayola intentando.
Baldó Quinta al
animal
Con un malvado puyazo.
Y banderilleó Escribano
Y se escapó de milagro
Cual subalterno avezado.
En el centro el redondel,
Pases justos y cambiados
Que por poco le afeitaron
Los glúteos estilizados.
Mal haya toros así,
Mal hayas Adolfo incauto
Mal haya toros así
Tan mansos y
desbravados,
De cuerna destartalada
Playeros y cornipasos.
Tampoco encontró el embroque
Aguilar y dio mantazos,
Gurripinas y desaires
De enganchones y trapazos.
A la hora de la merienda,
Ni un mal pase ni un buen paso.
Y después de la merienda,
Tras el bocata y el trago,
nada cambió en los Adolfos
ni en toreros tan bragados.
Fueron a peor los toros
Y Urdiales desesperado
Sacó a relucir su izquierda,
Para lidiar a destajo
Tan descastada embestida,
Que no le hacía ni caso.
Mala la tuviste Adolfo
Con este encierro malvado.
A una corrida de
bueyes
No hay dios que le meta mano.
Sufrió a chorros Diego
Urdiales
El Adolfo turbio y manso;
Trazó buenos naturales
Al boyancón mulo y
malo
Y se marchó al
callejón
Caritonto y cabizbajo.
Despertó la muchedumbre
Cuando vio crucificado,
Tras un par justo y al quiebro,
Contra tablas a Escribano
Y volvió a dormirse al punto,
Pese a charangas y cantos,
Pues toros tan infumables
De criador tan afamado
Inducen a duermevela,
A sopor, a sueño malo,
A insustancial
pesadilla.
Esto no es torismo aciago
pues torismo no es bueyada;
Esto es tan solo un petardo
que pegan los
toreristas
otras tardes muy postrados.
Mas a algunos del sistema,
escribas y
funcionarios,
valdrá a condenar a
Adolfo,
en Pamplona fracasado
y ayer triunfante en Ceret.
Adolfo Martín frustrado,
¡arriba los corazones!.
Hoy te pondrán como un trapo
Y tocarán a degüello,
Estos versos y estos fiascos,
El romance funeral,
ni lamentes ni hagas caso.
Pero es cierto ¡vive dios!
QUE HOY HAS PEGADO El PETARDO
No hay comentarios:
Publicar un comentario