A ver cómo me las arreglo para
contarle al Murga qué ha hecho hoy
en Bilbao Enrique Ponce, su ídolo,
su dios. El Murga es un personaje que excede toda ponderación. Hasta que conocí
al Murga creí que nada había en la tierra más candente que los fieles seguidores de José Tomás. Bastaría media docena de Murgas poncistas para acabar con el tomasismo, y con
el tomismo, más doctrinal y religioso.
No estoy comparando toreros, dios me libre, sino a aficiones que
se manifiestan de distinta manera. Los
de Ponce son un clan abierto, una tribu solidaria; los de JT han derivado en secta. El Murga,
idólatra de Enrique Ponce, une en su
persona el misterio de la secta y el fervor de la tribu. A ver cómo me las
arreglo para explicar al Ponce de esta tarde, no la palabra exacta que eso no
debe ser problema para un escritor, sino la palabra con matiz poncista suficiente
para no defraudar al Murga.
Debe de ser camionero o viajante de
comercio, de los antiguos, porque me habla desde distintos puntos de España. Tiene
una gran cultura del Quijote, por eso su
perfil de tuit lo define Cide Hamete
Benengeli; o sea que sabe de qué va la cosa del inventor de la novela
moderna y monarca de las letras españolas. Tengo para mí que al Murga le
gustaría atribuir al valenciano como torero las virtudes que él, Cide Hamete
Benengeli, atribuye a Cervantes como
escritor: claridad de estilo, la luz
como lenguaje que fue ayer el Ponce del sexto toro.
25 años de alternativa y el victorino número cincuenta de su
carrera. Poder contra poder; correoso el toro y lidiador el torero: aquí, la
famosa técnica que, en toros, no es otra cosa que capacidad, argumentos, para imponerse al animal. Se impuso el torero.
El destino le quitó el precioso colorao de Alcurrucén,
lesionado en una mano, del que se esperaba todo, y le regaló un juampedro del que no se esperaba nada. Ponce le toreó como si torease
al aire, sin obligarle, sin apreturas. Un toreo más agresivo y se hubiera quedado sin toro. La faena tuvo la
intensidad frágil de la armonía, de la levedad. Y pinchó y lo desbarató todo
con el descabello. La zafiedad de los aceros frente a la pureza de una muleta
como ala de mariposa.
Pablo Hermoso de Mendoza ha tenido la autoridad de incorporar al toreo a caballo el lenguaje del lidiador de
a pie. Y de imponerse en festeejos, con las figuras de a pié, con toros desmochados; torería con ventaja. Cuando Cagancho, el más torero de
todos los caballos conocidos y por conocer, resultaba extraño que algunos empezáramos a hablar de recortes,
trincherazos, de la grupa del caballo como muleta… Hemeroteca para aquel
lenguaje novísimo y para la perplejidad de algunos revisteros por la
heterodoxia. Hoy ese vocabulario es de uso común. Se creyó que, acabado
Cagancho se acabaría Pablo Hermoso,
el navarro que había terminado con la hegemonía de los caballeros andaluces.
Siguió ascendiendo hasta instalarse en la cumbre, inventándose lances, domado
caballos que han nutrido las mejoras cuadras. Ahora todos sus caballos son Caganchos, todas sus cabalgadas
son de torero largo y en la cumbre. Primores con el primero, un gran toro de Bohórquez, filigranas y virguerías que desbarató con el
rejón de muerte. Y la misma orfebrería, y
mayores vibraciones, con el encastado murube de Pedro Gutiérrez. Y por fin, el victorino
desmochado para rejones. Uno tiene la sensación de que desmochar a los toros para rejones es una
degradación de su naturaleza fiera. Los victorinos
no parecen toros para rejones, les sale una naturaleza estratégica que
descoloca a los caballos. Y a los caballeros.
No, no soy vendedor ambulante ¡màs quisera yo que poder vender sueños a todo taurino que se aprecie como tal!.
ResponderEliminarPara vender sueños esta la muleta del màs grande, ya no del pasado siglo sino de la historia de la TAUROMAQUIA; Enrique Ponce Martinez.
Tampoco pertenezco a ninguna secta ni pertenecerè jamàs alguna. Solo me arrodillo ante el hijo pròdigo tocado con el AMEN del Onmipresente y TodoPoderos creador de Universo y que nos "hecho" a la tierra la elegancia de sus obras en la muñeca de un torero de època llamado (repito) Enrique Ponce Martinez.
Como usted, estimado escritor ademas de poeta, tampoco disputo "linajes", ya que como conocedor de la obra Universal de un Manco de Lepanto, aprendi bien lecciones de hidalgo caballero camino de însula Barataria daba camino de esta a su fiel escudero en esa GRANDÌSIMA 2 PARTE, jamàs hasta ahora escrita.
Reza asi el sabio consejo;
<< Este último consejo que ahora darte quiero, puesto que no sirva para adorno del cuerpo, quiero que le lleves muy en la memoria, que creo que no te será de menos provecho que los que hasta aquí te he dado; y es que jamás te pongas a disputar de linajes, a lo menos, comparándolos entre sí, pues, por fuerza, en los que se comparan uno ha de ser el mejor, y del que abatieres serás aborrecido, y del que levantares en ninguna manera premiado>>.
Ademas no hay nadie con quièn comparar a ese gran diestro que un pueblo de la N- III Valencia-Madrid (chiva) nos dio y recibio buen consejo de un abuelo llamado Leandro.
No basta con ser el màs grande dentro de una plaza, querido Javier, permitemè decirte que digo con orgullo inmenso que conozco a Enrique Ponce fuera de ella, ¡menos de lo que yo quisiera!, pero jamàs un mal gesto, una mala mirada, un ¡dejame estoy cansado! o un ¡no puedo màs!, al reves, si es torero dentro de un albero fuera de èl... aprendio bien la lecciòn que un dia su abuelo le enseño; "se siempre una gran persona".
Fariseos hay en todos los sitios, todos socumben tarde o temprano ante èl. Recordarè siempre un dia a el locutor de Ustedes Carlos Herrera (al que escucho desde hace años desde mi CAMIÒN) decir que "enrique era un.... buen lidiador", sin más.
Quiso el destino que este "locutor de ustedes" viera una sublime obra de arte ante un Nuñez del Cuvillo al que Ponce indulto en Puerto Santa Maria, para dejar de ser tuerto en un pais que sin duda andaba ciego.
Esto escribio una tarde de sabado en el Semanal XL del màs grande;
<> <>.
Con eso digo todo, soy incondicional de Ponce desde que era novillero Javier, creemè, mi padre lo vio venir, una pena que no le viera ya como torero. murio en el 90, pero gracias a Dios no se equivoco. Una pena no verle como toro a toro se consagrò y continua sagrado como el màs grande que nos ha dado la TAUROMAQUIA (con permiso de Belmonte).
¡cuanto deberian aprender de èl estimado Javier, toreros que se creen Dioses! Ponce arrebata pasiòn, ya no solo con su elegancia delante de sus toros sino por su humildad, SÌ, he dicho HUMILDAD fuera de ellos.
DOY FÈ Y ASI FIRMO Y RUBRICO Y SELLO;
CIDE HAMETE BENENGELÌ
Mi Alter Ego es Fernando Valero "el Murga", como llamaban ya a mi abuelo y a mi padre. Lo llevo con mucho orgullo
(entre comillado no se publican en las redes. Lo que Carlos Herrara dijo en Semanal aquellla tarde de Agosto fuè;
ResponderEliminarEl que susurra a los astados.
La mano que mece el Percal.