Pese a que Matías González blandeó en la oreja del
sexto a Juan del Álamo, sigue siendo el mejor presidente de España. Le pudo
la sentimentalidad de haberle negado la oreja del tercero, pedida sin duda con
muchas más fuerza. Justa compensación. Un presidente no es solo dar o negar
orejas. Es el orden del desarrollo de la corrida, la ordenación de los tercios
y los detalles.
La televisión no es
lenguaje de toros. Me explico; los toros
son un arte sensorial, una manifestación
radicalmente orgánica de la emoción. Los toros es la creación en acto y eso no
lo puede captar otro lenguaje ni siquiera las virtudes técnicas del realizador
y su equipo de Canal Plus. Cómo transmitir
la pulsión germinal y telúrico de Paco
Ureña. El video, la teuve enmascara lo esencial y descubre lo periférico y superficial. Con Pilar
Miró tenía planeado un corto sobre José
Miguel Arroyo su torero favorito. Y siempre nos preguntábamos lo mismo: cómo contar en cine una historia que
no es historia, que son sensaciones, lenguaje del espíritu y la sangre, frente
al frío lenguaje de la técnica. Pilar Miró se planteaba, en ese corto que no
hicimos, darle una vuelta de tuerca al lenguaje taurino cinematográfico.
Sólo la poesía, la
madre de todos los lenguajes, el lenguaje proteico, es capaz de explicar lo
esencial de la corrida. La verbalidad de
narradores es otra cuestión. La rotundidad, la precisión del vocabulario escrito nada tiene
que ver con las cautelas que impone el medio audiovisual. Lo comenté en más de
una ocasión con Manuel Molés y con Fernando Fernández Román, cuando ambos
mandaban mucho en esto, al comparar el tono de mis críticas con el de sus comentarios y descripciones.
No entraré
en ello, porque entre otras cosas, lo que más me gusta son las
entrevistas de Elena Salamanca, que
me recuerda cuando íbamos de bolos con la tropa de cómicos y flamencos por los
campos de Castilla. La bella Elena no
era actriz, pero la gente la tomaba por tal. Luego le salió el Plus y los toreros,
y creo que esto es mejor. La vida de los actrices o eres Margarita
Xirgu o las pasan putas.
Matías González, en su lugar. El trapío del toro de Bilbao está muy caro. Y
las orejas también. En épocas de saldos Matías
mantiene la seriedad de una plaza
que debiera estimular la vuelta al ruedo de un diestro cuando le ha pedido
infructuosamente la oreja. La corrida de
ayer en otras plazas de España hubiera sido una lluvia de orejas. Aquí en
Bilbao sólo fueron dos.
Paco Ureña. Emoción, trazo largo, autoridad frente a alcurrucén
difícil y enrazado; la dificultad
natural del toro de lidia en su ser: la casta. Y frente a otro de parecido ADN.
Los alcurrucenes, digo ahora lo que hubiese dicho esta mañana, de estar en el apartado al que
me había invitado la gentileza de Javier
Aresti; equilibrio de tipo, trapío. Y
armonía entre bravura, casta, temperamento y nobleza. Recuerdo un toro
noble hace algunos años en las Ventas,
que fascinó a los tendidos y a la crítica. Me encontré en el patio de arrastre con
José Luis Lozano y me dijo, no te ha gustado el toro. No. Me gustan con
más picante. Con más personalidad. Y a mí; pero a ver cómo conseguimos eso; y
un poco más de fondo. Respondí que el fondo del toro suele quitarle fondo al
torero.
A Serafín Adame le hierve el toreo en las
venas, pero sin atropellarse. Como los buenos guerreros, con toda la
insurgencia precolombina y poscolombina del pueblo mexicano. Y la fantasía del
capote, las largas, los faroles, las serpentinas: una caligrafía aérea y de ensueño. Yo prefiero
la verónica de Juan del Alamo, pero una cosa no quita lo otra. Y además, Adame
tiene una muleta poderosa, una derecha larga y una izquierda arrastrada que
remata el natural en el sitio exacto para ligar con el siguiente: sitio y lugar
preciso. Le sobra lo que les sobra a casi todos: las manoletinas para cerrar
faena. El misterio de una manoletina es el ceñimiento; pero no deja de ser un
trámite subsidiario que procede del toreo bufo.
Juan del Alamo cuajó
dos faenas de peso, de torero ya hecho sin efectismos, sin mirarse en el espejo
ni sucumbir a las insidias de la galería
que preferirían menos pureza, menos clasicismo
y más conexión con los tendidos. Será figura si no sucumbe a los cantos
de sirena. Ya es algo más que un proyecto de figura y tiene detrás de si la
austeridad del campo castellano y, en ocasiones, aires de torería andaluza.
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