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lunes, 18 de agosto de 2014

CC GG (II) MATIAS, EL MEJOR PRESIDENTE DE ESPAÑA.


Pese a que Matías González blandeó en la oreja del sexto a Juan del Álamo, sigue siendo el mejor presidente de España. Le pudo la sentimentalidad de haberle negado la oreja del tercero, pedida sin duda con muchas más fuerza. Justa compensación. Un presidente no es solo dar o negar orejas. Es el orden del desarrollo de la corrida, la ordenación de los tercios y los detalles.

La televisión no es lenguaje de  toros. Me explico; los toros son un arte sensorial,  una manifestación radicalmente orgánica de la emoción. Los toros es la creación en acto y eso no lo puede captar otro lenguaje ni siquiera las virtudes técnicas del realizador y su equipo de Canal Plus. Cómo transmitir  la pulsión germinal y telúrico de Paco Ureña. El video, la teuve  enmascara lo esencial y   descubre lo periférico y superficial.  Con Pilar Miró tenía planeado un corto sobre José Miguel Arroyo su torero favorito. Y siempre nos  preguntábamos  lo mismo: cómo contar en cine una historia que no es historia, que son sensaciones, lenguaje del espíritu y la sangre, frente al frío lenguaje de la técnica. Pilar Miró se planteaba, en ese corto que no hicimos, darle una vuelta de tuerca al lenguaje taurino cinematográfico.

Sólo la poesía, la madre de todos los lenguajes, el lenguaje proteico, es capaz de explicar lo esencial de la corrida. La  verbalidad de  narradores es otra cuestión.  La rotundidad, la  precisión del vocabulario escrito nada tiene que ver con las cautelas que impone el medio audiovisual. Lo comenté en más de una ocasión con Manuel Molés y con Fernando Fernández Román, cuando ambos mandaban mucho en esto, al comparar el tono de mis críticas  con el de sus comentarios y descripciones.  

 No entraré  en ello, porque entre otras cosas, lo que más me gusta son las entrevistas de Elena Salamanca, que me recuerda cuando íbamos de bolos con la tropa de cómicos y flamencos por los campos de Castilla. La bella  Elena no era actriz, pero la gente la tomaba por tal. Luego le salió el Plus y los toreros,   y creo que esto es mejor.  La vida de los actrices o eres Margarita Xirgu  o las pasan putas.

Matías González, en su lugar. El trapío del toro de Bilbao está muy caro. Y las orejas también. En épocas de saldos Matías  mantiene la seriedad de una  plaza que debiera estimular la vuelta al ruedo de un diestro cuando le ha pedido infructuosamente la oreja.  La corrida de ayer en otras plazas de España hubiera sido una lluvia de orejas. Aquí en Bilbao sólo fueron dos.  

Paco Ureña. Emoción, trazo largo, autoridad  frente a alcurrucén difícil y enrazado;  la dificultad natural del toro de lidia en su ser: la casta. Y frente a otro de parecido ADN. Los alcurrucenes,  digo ahora lo que hubiese dicho  esta mañana, de estar en el apartado al que me había invitado la gentileza de Javier Aresti; equilibrio de tipo, trapío. Y  armonía entre bravura, casta, temperamento y nobleza. Recuerdo un toro noble hace  algunos años en las Ventas, que fascinó a los tendidos y a la crítica. Me encontré en el patio de arrastre con José Luis Lozano y me dijo,  no te ha gustado el toro. No. Me gustan con más picante. Con más personalidad. Y a mí; pero a ver cómo conseguimos eso; y un poco más de fondo. Respondí que el fondo del toro suele quitarle fondo al torero.

A Serafín Adame le hierve el toreo en las venas, pero sin atropellarse. Como los buenos guerreros, con toda la insurgencia precolombina y poscolombina del pueblo mexicano. Y la fantasía del capote, las largas, los faroles, las serpentinas:  una caligrafía aérea y de ensueño. Yo prefiero la verónica de Juan del Alamo, pero una cosa no quita lo otra. Y además, Adame tiene una muleta poderosa, una derecha larga y una izquierda arrastrada que remata el natural en el sitio exacto para ligar con el siguiente: sitio y lugar preciso. Le sobra lo que les sobra a casi todos: las manoletinas para cerrar faena. El misterio de una manoletina es el ceñimiento; pero no deja de ser un trámite subsidiario que procede del toreo bufo.

Juan del Alamo cuajó dos faenas de peso, de torero ya hecho sin efectismos, sin mirarse en el espejo ni sucumbir a  las insidias de la galería que preferirían menos pureza, menos clasicismo  y más conexión con los tendidos. Será figura si no sucumbe a los cantos de sirena. Ya es algo más que un proyecto de figura y tiene detrás de si la austeridad del campo castellano y, en ocasiones,  aires de torería andaluza. 

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