Saludo a Javier Aresti que me ha invitado a presentar mañana lunes la
corrida de Alcurrucén en el apartado, el gran ritual de las mañanas bilbaínas.
El destino ha truncado mis planes y no sé cuándo podré llegar a Bilbao, ni
siquiera si llegaré. Naturalmente deseo
que salga un corridón, una
corrida, simplemente, de Bilbao. No soy nuevo en este ritual, pues hace algunos
años Luis Lezana me invitó a
presentar la corrida de Cebada Gago.
Al concluir, me sentí como si hubiera
dado la vuelta al ruedo con dos orejas en la mano. Este año, por primera vez en
26, tendré que vivir un Aste Nagusia de recuerdos, al menos los primeros días y luego
dios dirá, que me temo no va a decir gran cosa. Por fortuna recuerdos sobran y
no hay lugar para melancolías. Veré las
corridas por el Plus allá donde el destino me pille. Peor sería no verlas. Brecht y Weil, sin haber pisado la
villa vizcaina, hicieron célebre una canción de La Opera de tres peniques: "Bilbao,Bilbao". Con mis recuerdos yo
podría componer una sinfonía heroica sólo para paladares exquisitos y mentes
muy lúcidas.
Manuel Escribano provoca dos momentos de máxima intensidad en todos los toros que mata; la
larga cambiada de rodillas frente a chiqueros y las banderillas por los
adentros. Respecto a la larga cambiada hace años escribí en
mi poemario El fulgor del círculo: “es
un gesto retórico, un grafismo innecesariamente violento”. Eso le gustó a Roberto Domínguez, buen lector de
poesía, y en un homenaje que le hicimos en el Café Gijón juró que nunca más
daría una larga cambiada de rodillas. Luego, molesto porque yo le llamaba “el
maestro descabellador", las daba siempre que le venía en gana. La claridad, el
valor y los terrenos con que Escribano plantó cara al sobrero, valen más que
todas las largas cambiadas y los pares de banderillas al quiebro. Y, mientras en
la enfermería recomponían a Alberto Aguilar, Jiménez Fortes cumplió con su
deber toreando bien al fuenteymbro menos malo de la tarde.
El bicho le tiró un derrote homicida
a Alberto Aguilar por el izquierdo. Y animado por
el éxito le tiraba tornillazos por la derecha y por la izquierda, a destajo.
Toro infame, como casi todos, como el tercero
que también cazó a Jiménez Fortes
y le pegó la gran paliza: mansos, muchos pitones, peligro en proporción al trapío y poca casta, ninguna.
Visto el resultado, no me hubiera gustado presentar esta corrida y espero que los alcurrucenes
salgan mejor. Honor a Antonio
Carretero, por el quite salvador que le hizo a Jiménez Fortes, en el suelo
e indefenso ante el fuenteymbro.
En Bilbao, recuerdo inevitable, a Curro Fetén. En tardes de pereza, en algún
festejo menor de ferias menores, o que presagiaba suspensión, Curro me enseñó a
ver la corrida sin contaminarse de los comentarios de retransmisión. Era un
sabio convencido de que la sabiduría no conduce
a nada; un personaje de novela, como
Lázaro o el Buscón y compartíamos la
afición a la buena mesa y el buen vino. Yo me protegía dándome al crianza e incluso al añero de bodegas de
confianza en botellas sin etiquetar. El no bajaba del reserva y del güisqui. Cuando
alguien pretendió insultarme escribiendo que bebía vino con Curro Fetén, me sentí halagado. Curro
Fetén, a Joaquín Vidal y a mí nos
llamaba “los vengadores”; él sabía por qué y el taurinismo, ofendente incluso
cuando piensa que es generoso, también. A
veces, en Sevilla y sobre todo en Bilbao, comíamos juntos los tres y si anunciaba que iba
acompañado elegíamos mejores restaurantes. El deseo indisimulado del acompañante
era hacer una pira con el Mundo y
del Pais y los críticos dentro; pero al
final terminaba pagando la comida, o la cena, con gran regocijo de Curro Fetén y mio,
y cabreo dignísimo de Joaquín Vidal que
quería pagar a escote.
Le propuse escribir un libro firmado
por los dos con sus recuerdos y mi redacción; en Valencia ante una botella de
Viña Ardanza compartida con Manuel
Chopera y Juan Manuel Mompó.
Miró a Chopera y sentenció: “este me
paga más por callar que tú por hablar”. Y Manolo Chopera sonrió. En resumidas cuentas, pinchazo de los jandillas de Ricardo Gallardo. Y dos palizas de órdago a Aguilar y Jimén Fortes. ¿Cómo tendrán esta noche los huesos?. Noche toledana para dos valientes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario