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miércoles, 11 de mayo de 2016

EL PREMIO UMBRAL A UN POETA: CABALLERO BONALD


Significado de otorgar el Premio Umbral a un poeta.

Tarde de lluvia en Madrid. Chaparrones; tiempo atemporalado de esos que a Paco Umbral le hacían enroscarse la bufanda roja a su  garganta herida; y encasquetarse el sombrero sin perder  la compostura; ni la propia ni la del sombrero. Si el suicidio es el sacramento del dandy, una bufanda mal llevada o un sombrero sin la adecuada simetría   puede ser la negación radical del dandismo. Manu Llorente, presidente del jurado y redactor jefe de Cultura de El Mundo, me invita a la entrega del Premio Francisco Umbral a Caballero Bonald por un libro de poemas, Desaprendizajes,  en la línea de la ética  insurgente y rebelde de Caballero Bonald; la poesía de un desobediente, como a él le gusta definirse; versos, de desafecto   a un sistema de pensamiento gregario. 

Siempre el Francisco Umbral se ha dado a una novela. Por primera vez se otorga  a un poemario y eso es un gozoso suceso para los lectores de  Caballero Bonald  y para los que creemos que Paco Umbral, con los precedentes de Juan Ramón y Cernuda es, posiblemente, el mejor crítico de poesía de la segunda mitad del siglo XX. Caballero Bonald es más determinante como poeta que como narrador, al que, sin embargo,  no puede negarse el  peso realista de Dos días de septiembre; un realismo social al que Caballero no se pudo sustraer;  ni la jerarquía  estilizada de Agata ojo de gato.

 El poeta de Jerez se ha quedado sólo en una luminosa y vitalísima ancianidad de 90 años, con la lejana compañía de Francisco Brines  en Valencia. Ley de vida; pero no es esta soledad lo que a sus lectores nos preocupa ni nos interesa en estos momentos. Lo que interesa  destacar es que siempre, a través de su poesía, mantuvo el equilibrio  entre el compromiso de resistencia y el compromiso poético. En su generación,  a unos no les preocupaba la política ni el compromiso, -la esencialidad metafísica de Claudio Rodríguez por ejemplo-    y otros subordinaban la estilística a una moral de  resistencia,  Ángel González y José Agustín Goytisolo. Por simplificar.

 No sé cómo acabó la fiesta  en la sede de la Comunidad de Madrid  y me fui antes de que empezaran las loas, las laudatios y los ágapes. Esa inmemorial tendencia a la huida, al escape de los ritos sociales la subliteratura de la concentración de cerebros, ávidos de gloria y escasos de talento.  Me lo decía Umbral: “Querido….Te falta pasarela”. Supongo que, como es de esperar, la fiesta entre umbralianos acabaría reivindicando la corona del maestro cada uno para sí mismo. Demasiados aspirantes para un trono inaccesible.

Otro nexo entre Caballero y Umbral. Me atrevo a asegurar que Caballero Bonald fue el primero en situar en su justo lugar el alcance inmenso de   Mortal y Rosa en la poética narrativa de Paco  y en la literatura española, lejos del tópico “el mejor libro de Umbral”. Mortal y Rosa no es el mejor  libro de Umbral; se me ocurren por lo menos diez o doce mejores libros entre  ellos  Ramón y las vanguardias, Lorca poeta maldito, Los botines blancos de Piqué, El César visionario, Y sobre todos Un ser de lejanías; ahí no hay duda; el mejor libro de Umbral por los siglos de los siglos.

 

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