Lo que más me ha
marcado del Festival.
1)
Por
encima de todo el discurso con que Concha
Velasco agradeció el premio y respondió a la maciza y entrañable Laudatio de Ignaco García Garzón. La Velasco se
ha ganado ya ese la excelso de
las elegidas. Dijo: “El teatro es el gran amante, el gran amor inmenso que nunca te defrauda. Gracias a él he podido
ser madre, abuela, reponerme de la infelicidad y los contratiempos. Veo a
Samuel mi nieto aquí en primera fila pensando “qué abuela más importante y más
guapa tengo. Eso me lo ha dado el teatro”. La Velasco, gozos y tribulaciones
del amor; infierno y cielo.
2)
En paralelo, quiero destacar los discursos de
los políticos que con su ingenio amenizaron un acto de esquemas rígidos y
habitualmente plúmbeo: alcalde de Almagro, presidente de la Diputación,
Consejero de Cultura Castilla la Mancha; y el ministro de cultura, señor Méndez
Vigo con muchos títulos de nobleza; un crack. Cuando lo echen de la política
podría entrar en la tropa de la farándula. O pedirle asilo político a su amigo,
Psoe, presidente de la Diputación, otro crack.
3) Jornadas de periodistas.
Concluyeron los debates de las Jornadas de Críticos organizadas
por la Unir y coordinadas por Ignacio Amestoy y Marga del Hoyo que sustituía a Gabriel Antuñano enredado con asuntos de los Festivales de Almada y
Avignon; lo veré cuando vaya a recoger el premio que me han otorgado en Lisboa.
Jornadas de intensa dialéctica. Marga
moderó con temple, tolerancia y firmeza,
escuela Amestoy, la segunda mesa. Amestoy había moderado la primera. Temario
amplio, desde los clásicos estricto sensu, hasta la modernidad; nuevas técnicas. Límites de las adaptaciones
y las versiones. Pareceres distintos, opiniones divergentes; un amplio espectro
de nombres y espero no olvidarme de ninguno; en cualquier caso, tómese como
debilidad de mi memoria no como exclusión consciente; Ignacio García Garzón, Javier Vallejo, Liz Perales, Raúl Losánez, Daniel
Galindo, Julio Bravo, Esther Alvarado, Prado, Catalán Deus y el que
suscribe. Invitado de honor, Borja Ortiz
de Gondra que estrenará a primeros de año Los Gondra. Una historia vasca, dirigida por Josep María Mestres. Borja no fue un convidado de piedra; participó
en las discusiones y respondió a cuantas preguntas quisimos hacerle.
Respecto al poco afecto que Marsillach profesaba al Siglo de Oro, pese a ser fundador de la Compañía
Nacional de Teatro Clásico, y que yo expuse como apoyo de alguna de mis tesis,
lo cuenta él mismo en su ácido libro de memorias, Tan lejos, tan cerca.
4.- Compañía
Nacional de Danza.
Don Quijote suite y
Minus 16 es posiblemente el más brillante espectáculo del festival.
Apoteosis de la belleza, del ritmo de la danza clásica que desafía la ley de la
gravedad; lírica geometría de los cuerpos, escritura en el aire: magisterio de José Carlos Martínez que ha escogido
fragmentos de Las Bodas de Camacho: Quiteria
y Basilio. Como remate, una pieza de
ballet contemporáneo. Extraordinario, magnífico,
portentoso…Perdonen los adjetivos; pero como no soy crítico de danza sino de
teatro, tengo que recurrir a la exageración abstracta para definirme.
Y vuelta a casa
Última noche, sábado. Hay que romper
la monotonía de la plaza, como si el Corral fuese el único cobijo, el padre
protector que nos ampara a todos. Ha empezado la desbandada y cada mochuelo a su
olivo. Por eso me pongo en manos de Eva y de José Luis, ángeles custodios a los
que, para desplazamientos, me ha encomendado la organización del
Festival. Terraza dentro de un parque, brisa benéfica; un oasis lejos del horno
de la plaza abarrotada. Una brisa benéfica junto a una fuente de altísimos chorros. De
madrugada, regreso al Lope de Vega
(apartamento). Antonio, el dueño, está empeñado en cambiarme el próximo año al Tirso de Molina. Él sabrá por qué.
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