El virus de Cervantes.
Un fantasma, un virus peligroso recorre España: Cervantes, la Cervantina. Según Ron
Lala. Cervantes o libertad. Volví a
caer en esa virus que ya me había infectado
en Madrid. Y me quedé en Olmedo expuesto otra vez al contagio. España, bajo esta poderosa influencia se hace
más libre, más culta y más honrada. Debiera
serlo, pero no es verdad. España está podrida,
termino cervantesco que significa estar harto, hasta la coronilla, hasta los güevos; Olmedo
o la resurrección.
Mi paso por el Festival
de Mérida fue complicado por la imprevisión y sobre todo por un nefasto Alejandro Magno. Fue una parada acaso
inoportuna camino de Almada donde me esperaban los honores del premio Carlos Porto.
Mérida fue pudo
ser mi tumba, Almada fue la exaltación y Olmedo es la
placidez de un pueblo con casas blasonadas. Una especie de resurrección. He
visto cuatro funciones estupendas: la ya citada Cervantina, El burgués gentil
hombre, de la inmortal Morboria. La
hostelera, una versión futurista de CulturArts, El mágico prodigioso, de ElViajeEntretenido para niños.
El baneario y el masaje tailandés.
María Diaz ha dispuesto todo para ver los espectáculos y
para la reparación de mis maltrechos
huesos castigados por un verano inclemente: masaje deleitoso, relajante,
regenerador, en penumbra; no es el masaje tradicional tailandés, que por otra
parte, tampoco es lo que ustedes piensan. En esto de los masajes, la
imaginación pervertida confunde con frecuencia la inocencia de la realidad.
El caso es que entré en Olmedo rumiando en mi cerebro una
frase leida hace poco quizá en una novela de Mary
Higgnis Clark, “¿cómo se las han
arreglado dos personas tan excepcionales (mi madre Rosario y mi padre Francisco) para concebir una criatura tan mediocre como
yo?”. Y salí recitando a Manuel Machado:
“Yo soy de aquellos hombres que a mi tierra vinieron, soy de la raza mora vieja
amiga del sol, que todo lo ganaron y todo lo perdieron. Tengo el alma de nardo
del árabe español” Acepto, una vez más, ser el sobreviviente de muchas batallas
y todas perdidas. Y luego: “besos, pero no darlos, que la vida me traiga y la vida me lleve y que
nadie me obligue el camino a seguir.” Versión
gozosa del devaluado carpe diem.
Las funciones empiezan a las 23,00 horas y eso en un balneario da para mucho. En tres días redacto los primeros capítulos
de la Serie de Verano de El Mundo, Un
personaje y una actriz. En los
festivales uno se entera de muchas cosas; cotilleos, rumores, alguna maldad
perfectamente calculada. Por qué falló tal espectáculo, con qué productores o
productoras conviene no embarcarse, proyectos que no saldrán nunca. Esto no
importa demasiado. Yo suelo hacer 100 proyectos al año y me sale uno, dos; o
ninguno.
Mein Kampf
La gastronomía del
Asador, El Caballero de Olmedo, al lado del
balneario, no me permite arrancar de nuevo con Lager, el monólogo de Awsvitz. Tengo en mis manos Mein
Kampf y me produce náuseas No merece
la pena estropear por Hitler la perspectiva de un lechazo.
A la entrada de la corrala me saludan unos aficionados a los
toros que me instan a volver a la
crónica taurina. No los reconozco, no recuerdo quienes son, pero María Diaz se
asombra. Y aprovecha para ligarme a un proyecto muy interesante sobre Maribel Atienza, la torera de la trenza,
que acabó aburrida de tanto machismo
cafre. La única vez que logré meter a Paco Umbral en las Ventas se cabreó, “vámonos,
aquí solo te conocen a ti”. Iba, por supuesto, de broma, pero con un fondo de verdad: el ego
de Paco Umbral. Todo el que se dedica a una actividad pública tiene un ego, por
supuesto; sin él no pintaría, no se subiría a un escenario, no escribiría.
Sobre todo, no escribiría en un periódico. En un periódico, y más en el Mundo,
tienes noticia de que te ha abandonado un lector y te suicidas. O te mata el
redactor jefe.
A vueltas con Los Gondra.
Aunque en teatro no hay nada matemático, Borja, Josep María Mestres y todo el CDN, se deprimirían si Los Gondra, Una historia Vasca, no rompiera
la taquilla y tuviera encima malas críticas. Los egos van por ese lado, no hay
vuelta de hoja. Mi primer libro de versos, La
frente contra muro, en un periódico de la época lo resolvieron con esta crítica: “libro lleno
de defectos y sin ninguna virtud”. La crítica me la suda; pero aquella se me
quedó grabada como una cicatriz en el alma. Y entonces aún no tenía ego.
Via mail, Borja Ortiz
de Gondra me comenta encantado el tuit del
Café Gijón que ha revuelto también el Cdn. Retoca Los Gondra; “podría convertirla en una novela con los nuevos datos
que mi familia me está dando”. Está muy satisfecho del reparto femenino Sonsoles Benedicto, María Hervás,
Solaguren. Supongo que también del
masculino. La Ainara terrorista de María Hervás ahí está el
detalle.
María Diaz es el ángel custodio de mis aventuras teatrales en
Olmedo. Lo sabe todo, pero está obligada a secreto y no creo que se preste a
ayudarme en el libro Mi vida de teatro. Me lleva a comer
lechazo tal que “solo se puede comer en
Olmedo, en el Asador” enfrente del hotel, pasada la pasarela. Veremos. En las
fiestas del pueblo mi madre la señá Rosario hacía un lechazo entreasado famoso
en toda la comarca; el secreto, cazuela
y horno de barro. Y un poco de agua sobre la carne con un ligerísimo aliño. Y manojos de sarmientos como combustible. No había bastantes rebaños
para abastecer las demandas. Y como mis padres eran gente honrada, no admitían
más encargos de los que podían atender. Aunque en la aldea había gente que se
nos ofrecía a asar los lechazos como si fueran de nuestra casa.
30 años de Morboria.
Me ha gustado la clase magistral que hacen en El burgués gentil hombre sobre
gastronomía, nueva cocina, y famosísimos impostores del arte de buen
comer: en la línea de Boadella y
Ioglars. Todos tienen muchas estrellas Michelin.
Rompedora La Hostalera,
y una deliciosa Mirandolina de Paola
Batalla, implacable vengadora de
todas las mujeres. Un toque sorpresivo de Genovés:
un guiño a los partisanos con la canción del guerrillero; Bella
Chiao.
Prodigioso, la redundancia es intencionada, El mágico prodigioso, de la compañía
ElViajeEntrenido. Muy bello y muy musical. Júbilo para los niños y reflexión y gozo para los
mayores; poesía y magia, el mito de Fausto. Gran belleza óptica. Quedan más cosas que
contar de Olmedo. Otro dia.
Vuelvo a lo inmediato, lo urgente inmediato: Un personaje y una actriz. Están listas o
casi listas, Nuria, Concha, Blanca Portillo. Me fascina
escribir de actrices. Son una fuente de conocimientos y de enigmas. Le prometo
al redactor jefe que llegaré a tiempo
para completar las siete elegidas.
Vuelvo a Lawrence
Durrel y su célebre trinidad sobre lo que puede hacerse
con las mujeres: “amarlas, sufrir por ellas o convertirlas en literatura”. “Durrel
era un coñazo, me dice Umbral; hay más posibilidades”; pero Umbral nunca me las
quiso exlicar explicar.
Nota adicional: Olmedo, los clásicos renovados. Y un pueblo entero en la fiesta del teatro: casi 8.000 espectadores
Nota adicional: Olmedo, los clásicos renovados. Y un pueblo entero en la fiesta del teatro: casi 8.000 espectadores
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