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miércoles, 9 de noviembre de 2016

ALMUERZO CON LOS GONDRA EN EL GIJÓN





 

 

 Dedicado a Edu Galán, de Mongolia. 

 Nota: Sería lógico que dedicase este Post al devastador, en todos los peores sentidos del término, triunfo de  Trump. Pero no lo voy a hacer. Me limitaré a parafrasear a Mark Twain: Un monstruo en la corte del Rey Arturo. No pega, pero se lo dedico a Edu Galán, de Mongolia, con el que me he pasado parte de esta madrugada intercambiando desesperanzas, profecías amargas y temores por amigos latinos que tenemos en EE UU. Prefiero atenerme al plan previsto de hablar de Los Gondra y de mi encuentro con Josep María Mestres, su director. Estreno a primeros de año en la sala Francisco Nieva del CDN.

Ágape  en el Gijón

Como en los viejos tiempos, hace aproximadamente 40 años. Dia full time en el café de Gijón. Y hoy y mañana también. Almuerzo con María Diaz, Borja Ortiz de Gondra y Josep María Mestres. Gente de Los Gondra. Dies horríbilis, por culpa de un maldito “codo de tenista” que me estalló a la salida de Teatro del Barrio,  de Famélica/Mayorga. Ni Juan ni Alberto San Juan tienen la culpa. Doy fe. María Diaz achaca mi necesidad de comer con la mano izquierda a un frívolo exhibicionismo ideológico. No; es que  brazo, antebrazo y codo derechos los tengo atrofiados por el dolor.  La comida con el Estado Mayor  de la obra resulta  terapéutica.

Por mi parte, evocación de viejos días cuando los poetas  éramos  sólo ricos en tiempo y en metáforas. Seguimos, más o menos igual. Entrada ya la noche, venía la generosidad de Paco Rabal, María Asquerino o Lucía Bosé. Con Paco Rabal estaba asegurado  el vino o el güisqui. Con María Asquerino o Lucía Bosé, la cena en el Comunista una vieja taberna de mostrador de latón y agua corrientes, y mesas con manteles de cuadros. Luego, las madrugadas de Oliver para los poetas rojos, famosos,  dipsómanos y empleados de Ministerio. Los poetas que no éramos dipsómanos, no por virtud sino por falta de peculio,  seguíamos trasegando a costa de Paco Rabal y Lucía Bosé. Un dia  no hace mucho invité a almorzar en Oliver a una famosa actriz, con más futuro que pasado. Nada quedaba de los viejos tiempos; hasta que, para demostrarle que yo era un clásico de la Generación del 27 por lo menos,  convoqué los espíritus de Paco Rabal, Paco Umbral, María Asquerino, Lucía Bosé, el grandísimo poeta zamorano Claudio Rodríguez y Carlos Barral, mal poeta y excelente editor, pese a haber rechazado, dicen las  lenguas bífidas, Cien años de soledad de Gabriel García Márquez. Acudieron puntuales todos los convocados;  Umbral,  fiel a sí mismo, intentó ligar a la actriz que me acompañaba,  Paco Rabal, también fiel a sí mismo, la sedujo enseguida y sin esfuerzo.  Hay una gran diferencia entre un seductor y un ligón; al fin,  yo me aislé  a solas con María Asquerino, que no tenía su mejor tarde y me echó la bronca por una mala crítica que no le había hecho yo, sino Lorenzo López Sancho, que yo entonces no escribía de teatro.  

Borja, Mestres y María Diaz, la jefa de Prensa, confirman y reconfirman el reparto femenino de lujo de Los Gondra. Percibo en el dírector catalán una firme confianza en todas ellas y en el texto: Pepa Pedroche, mi preferida, con todo el respeto a las demás; nunca será una estrella, pero es una primerísima actriz; para María Hervás, la inmortal Jbara de Confesiones a Alá, Ainara, la etarra implacable será su  prueba de fuego pim pam pum ¡fuego!, con perdón.  En próximo blog hablaré del reparto masculino, también de superlujo. Y la inmensa calidad de Sonsoles Benedicto, Cecilia Solaguren y Victoria Salvador. Pasados los nervios del estreno les invitaré a todas a una copa en Oliver, a ser posible una tarde melancólica y lluviosa que son mis preferidas. Y volveré a convocar los fantasmas de mis amigos. Umbral y Rabal quieren estar a mi lado en el estreno a ver si se les pega algo de mi sabiduría. Y, como de costumbre  estará Ana a la que ambos adoraban. Y Yolanda, claro. María Diaz ya está preparando la intendencia.

A las cinco de la tarde llega Xabi Puerta para concretar aspectos de mi monólogo,  Lager, que hará Zutoia Alarcia. Le propongo un papel para mí que recibe con alborozo: un cazador de nazis, colaborador activísimo de Wissental.  Un septuagenario en una silla de ruedas, un inválido corriendo tras Eichman y Skorzeni, que era amigo de Fraga y vivía en la calle Montera, la calle de las putas, al lado de mi primera pensión en Madrid. La posibilidad de empujar mi silla de ruedas entusiasma a Zutoia. Tengo la esperanza de que el estreno se vaya al carajo. Pero Lager tiene para mí la atracción del abismo.

Autor a la búsqueda de un personaje.

Incluso gente tan ilustrada y sagaz como Borja y María Diaz andan desorientados y suspicaces, tratando de averiguar el nombre de  la Alfarera Prodigiosa, mi fabulación más brillante en este blog. Si les sirve de consuelo les diré que, entre poetas jóvenes, flamencas de rompe y rasga y también flamencas por lo fino; ceramistas, actrices, azafatas de tierra, mar y aire y hasta camareras de alterne, son más de 20 las que quieren apropiarse esa identidad. No tengo más remedio que atribuirme la vanagloria de Don Mendo, de Muñoz Seca: “todas por mí, como un trapo. ¡!Ay!! Infeliz del varón que nace cual yo, tan guapo” .
Nota II. Confirmado ya el triunfo de Trump, vuelvo a mandarle un abrazo a Edu Galán. Y el pésame que me doy a mí mismo.

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