Ágape en el Gijón
Como en los viejos tiempos, hace aproximadamente 40 años. Dia
full time en el café de Gijón. Y hoy y mañana también. Almuerzo con María Diaz, Borja Ortiz de Gondra y Josep María Mestres. Gente de Los Gondra. Dies horríbilis, por culpa de un maldito “codo de tenista” que me
estalló a la salida de Teatro del Barrio,
de Famélica/Mayorga. Ni Juan
ni Alberto San Juan tienen la culpa.
Doy fe. María Diaz achaca mi necesidad de comer con la mano izquierda a un frívolo
exhibicionismo ideológico. No; es que brazo, antebrazo y codo derechos los tengo
atrofiados por el dolor. La comida con
el Estado Mayor de la obra resulta terapéutica.
Por mi parte, evocación de viejos días cuando los poetas éramos
sólo ricos en tiempo y en metáforas. Seguimos, más o menos igual. Entrada
ya la noche, venía la generosidad de Paco
Rabal, María Asquerino o Lucía Bosé. Con Paco Rabal estaba asegurado el vino o el güisqui. Con María Asquerino o
Lucía Bosé, la cena en el Comunista una vieja taberna de mostrador de latón y
agua corrientes, y mesas con manteles de cuadros. Luego, las madrugadas de Oliver
para los poetas rojos, famosos,
dipsómanos y empleados de Ministerio. Los poetas que no éramos
dipsómanos, no por virtud sino por falta de peculio, seguíamos trasegando a costa de Paco Rabal y
Lucía Bosé. Un dia no hace mucho invité
a almorzar en Oliver a una famosa actriz, con más futuro que pasado. Nada quedaba de los viejos tiempos;
hasta que, para demostrarle que yo era un clásico de la Generación del 27 por
lo menos, convoqué los espíritus de Paco
Rabal, Paco Umbral, María Asquerino,
Lucía Bosé, el grandísimo poeta zamorano Claudio
Rodríguez y Carlos Barral, mal
poeta y excelente editor, pese a haber rechazado, dicen las lenguas bífidas, Cien años de soledad de Gabriel García Márquez. Acudieron puntuales todos los
convocados; Umbral, fiel a sí mismo, intentó ligar a la actriz
que me acompañaba, Paco Rabal, también
fiel a sí mismo, la sedujo enseguida y sin esfuerzo. Hay una gran diferencia entre un seductor y un
ligón; al fin, yo me aislé a solas con María Asquerino, que no tenía su
mejor tarde y me echó la bronca por una mala crítica que no le había hecho yo,
sino Lorenzo López Sancho, que yo
entonces no escribía de teatro.
Borja, Mestres y María Diaz, la jefa de Prensa, confirman y
reconfirman el reparto femenino de lujo de Los
Gondra. Percibo en el dírector catalán una firme confianza en todas ellas y
en el texto: Pepa Pedroche, mi
preferida, con todo el respeto a las demás; nunca será una estrella, pero es
una primerísima actriz; para María
Hervás, la inmortal Jbara de Confesiones a Alá, Ainara, la
etarra implacable será su prueba de
fuego pim pam pum ¡fuego!, con
perdón. En próximo blog hablaré del
reparto masculino, también de superlujo. Y la inmensa calidad de Sonsoles Benedicto, Cecilia Solaguren y
Victoria Salvador. Pasados los nervios del estreno les invitaré a todas a una
copa en Oliver, a ser posible una tarde melancólica y lluviosa que son mis
preferidas. Y volveré a convocar los fantasmas de mis amigos. Umbral y Rabal quieren estar a mi lado en el estreno a ver si se les pega
algo de mi sabiduría. Y, como de costumbre estará Ana
a la que ambos adoraban. Y Yolanda,
claro. María Diaz ya está preparando la intendencia.
A las cinco de la tarde llega Xabi Puerta para concretar aspectos de mi monólogo, Lager, que
hará Zutoia Alarcia. Le propongo un
papel para mí que recibe con alborozo: un cazador de nazis, colaborador
activísimo de Wissental. Un septuagenario en una silla de ruedas, un
inválido corriendo tras Eichman y Skorzeni, que era amigo de Fraga y vivía en la calle Montera, la
calle de las putas, al lado de mi primera pensión en Madrid. La posibilidad de
empujar mi silla de ruedas entusiasma a Zutoia. Tengo la esperanza de que el
estreno se vaya al carajo. Pero Lager
tiene para mí la atracción del abismo.
Autor a la búsqueda de
un personaje.
Incluso gente tan ilustrada y sagaz como Borja y María Diaz andan
desorientados y suspicaces, tratando de averiguar el nombre de la Alfarera Prodigiosa, mi fabulación más
brillante en este blog. Si les sirve de consuelo les diré que, entre poetas jóvenes,
flamencas de rompe y rasga y también flamencas por lo fino; ceramistas, actrices, azafatas de tierra, mar y aire y hasta
camareras de alterne, son más de 20 las que quieren apropiarse esa identidad.
No tengo más remedio que atribuirme la vanagloria de Don Mendo, de Muñoz Seca:
“todas por mí, como un trapo. ¡!Ay!! Infeliz del varón que nace cual yo, tan
guapo” .
Nota II. Confirmado ya el triunfo de Trump, vuelvo a mandarle un abrazo a Edu Galán. Y el pésame que me doy a mí mismo.
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