No sé cómo están siendo las Navidades de la Alfarera que ella anunciaba canallas. Sé como están siendo las mias. Hacía siglos que no tenía noticias de la
Alfarera Prodigiosa, cosa que en tiempos me hubiera parecido imposible. He
coincidido con ella estos días de navidad canalla, por casualidad. Está en la cumbre. La llaman de todos los
sitios, sus productos de alfarería invaden los mercados más exigentes, da igual
que sean vasijas o esculturas un poco canallas, parejas amándose sin
recato, parejas de hombre y hombre, de
mujer y hombre, de mujer y mujer a la que dota de una infinita ternura. En las otras parejas se percibe algún
gesto levísimo, de rechazo del hombre, como si el hombre no fuera objeto de deseo sino sujeto de abusos y comercio. En las de mujer y
mujer hay una dulzura inmensa. La
Alfarera es una triunfadora.
Un dia hace años le mandé un mensaje, Bella, Ciao mi canción partisana que solía
utilizar cuando el amor de una mujer empezaba a hacérseme doloroso por culpa
mia y por mi escaso sentido de la fidelidad. Tardó una semana en abrirlo y
descubrió que más que un abandono era una ligazón más fuerte. La Alfarera prodigiosa me dice “nadie ha escrito cosas tan bellas de
mí como tú”. No lo creo, pero pudiera ser. Yo las metáforas las regalo. Ha
ampliado su campo intelectual de tal manera que amenaza convertirse en una
renacentista como Pico de la Mirándola, el que podía discutir de “omne re scíbili et quacumque allia”. La
devora el carpe diem, pero sin estridencias. Me he ofrecido
a enseñarle latín, reminiscencias del Seminario, porque saber latín
viene bien para todo. Incluso para
trabajar en el alfar. Sonrie. Conoce mis trampas. Como
yo sus secretos que ya no son solo suyos, sino suyos y mios, lo cual a ninguno
de los le quita el sueño. A mí me da igual. Yo no he recibido la llamada. Ni la recibiré nunca, creo. Estén tranquilas las sáficas y los héteros. Jura la Alfarera que todo es bello y legítimo si hay amor por medio, como decía Marylin. .
La Alfarera
es el personaje más afortunado de mi dramatis
personae. Y Borja Ortiz de Gondra sigue pensando que es una persona real, no un personaje inventado, y que
algún dia descubrirá la verdad.. Nunca lo conseguirá, hay algunas claves que no tengo ni
yo. Los últimos cartas eran como mensajes encriptados, como si temiera que
cayesen en manos más amorosas para ella que las mias, que jamás tuve celos de
nadie. Llamaba mi atención la insistencia en dejar claro, para alguien sin duda
muy concreto/a, que lo nuestro era una amistad en la que solo los dos cabíamos,
pero amistad y solo amistad.
Me la encuentro por Cascorro,rodeada de mujeres, algunas feas y una tan prodigiosa de belleza como ella misma, un poco menos canalla y me parece más dulce. Me escudriñan con más curiosidad que recelo,
incluso con cierta simpatía. Mucho y bello escribí de la Alfarera, es cierto, y el tiempo
ha demostrado que me quedé corto. Debe
cuidar su culo y sus piernas que me fascinaban, no por ser culo, si no por ser soporte de un alma bella. Y porque ella decía, “son
los genes de mi madre y que se jodan las que no tienen una madre maravillosa de
piernas pefectas”.Tengo entre las manos una historia tan bella, que nunca me atreveré a a escribir y menos publicar. Historia bella y, a la vez, un poco canalla.
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