Sigue con sus alfarerías y sus
prodigios, por lo que leo en los periódicos. O eso creo; a veces me hace llegar
sus cuitas y alguna desventura. El prodigio, sobre todo fue que fuera yo su cómplice y confidente, sospechándola
sáfica uncida al deleitoso yugo del amor de mujer. Lo nuestro, nuestra delicada amistad, nunca supimos cómo llamarlo,
sabiéndome ella volátil y nebuloso de
niebla y sol, adicto a lo femenino
cambiante y yo sabíendola lesbiana. Un dia me
exigió lealtad, cosa innecesaria pues la
tenía asegurada desde aquella vez que me
dijo "sé que nunca escribirás nada que dañe mi imagen de mujer". Pero puedo dañar
tus alfarerías, le contesté, soy crítico de arte. Y volvió a sonreir con
melancolía Esa sonrisa tenía un
significado especial cuando acababa de decirme, “si supieras cómo soy no me
mirarías a la cara”. Pero era imposible no mirar aquella cara divina y cambiante, cualquiera de sus mil caras, como llegué decirle un dia y eso le
dolió. Yo creo que su belleza la
atormentaba porque prefería ser querida a ser deseada, como Marilyn a la que empezó a entender gracias a mis relatos... Un
dia, mientras modelaba una pareja de mujeres fundidas en un abrazo le pregunté
porqué admiraba a Marilyn de la cual yo le contaba cosas, su generosidad y sus
miserias, su impudor como el dia aquel que le firmaron una exclusiva con una
productora importante; reunió a sus amigas, repartíó algún dinero y dijo,
“chicas se acabó chupar pollas bajo la mesa en los banquetes”. Y fue cuando yo
le dije a la Alfarera que sus enigmas no eran nada comparados con los de
Marylin cuya muerte, “accidente, suicidio o asesinato”, aún no se ha esclarecido. Malditos Kennedy y Jhon el tullido lujurioso que le decía por teléfono,
“voy para allá, ve quitándote las bragas y preparando el martini”. Tus enigmas
no son nada, querida alfarera, comparados
con los mios soy agente de la Cia y del Kgb.
¿ La KGB, me preguntó poniéndolo en femenino con un mohín enigmático?.
Cambió de tema ¿crees que a Marilyn la mataron los Kennedy por miedo a que
revelara secretos que le habían contado en la cama mientras se la follaban??. Cuando le dije a la Alfarera Prodigiosa lo de agente
doble, su carcajada retumbó por todo
Madrid . Luego le conté la historia de Nuestro
hombre en la Habana y creo que
mejoré el texto de Grahan Green y me dijo te ries de todo, hasta de ti mismo. Hasta
puede que te rias de mí que no existo y me has inventado. Y me perdí en sus ojos verde mar, azul mar,
azul cielo, verde cielo de un cielo verdoso, de un mar azulado. Puedo describir
sus ojos, pero apenas puede dibujar sus labios; su culo y sus piernas sí, porque
ella era la propia modelo de sus alfarerías. Cómo
llamaremos lo nuestro nos preguntábamos, cómo una carta tuya me produce tal ansiedad antes de abrirla,
tal sensación de plenitud y angustia. Yo le escribía cartas a mano, suavizando
mi infernal caligrafía, cartas en papel blanco con tinta azul o negra, que me aprendía
de memoria por miedo a que el cartero
las perdiera.
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