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jueves, 7 de febrero de 2019

QUITE PARA MORANTE Y BAJONAZO A VOX


Desavenencias. Publicadas en el Mundo

Un quite para Morante
La defensa de los toros por parte de Vox sea bienvenida, pero como reclamo electoral es una trampa saducea; los toros no son patrimonio de la extrema derecha. Según Ortega y Gasset, la historia de España desde mediados el siglo XVIII, no se entendería sin los toros. Yo creo que desde mucho antes. Julio de Urrutia, crítico del diario Madrid en la posguerra escribió un libro, Los toros en la guerra civil, según el cual, en el frente de la Moncloa, los combatientes de ambos bandos se transmitían los resultados de las corridas de trinchera a trinchera. Y Kolstov, periodista estaliniano del KGB, cuenta que los toreros terminaban el paseíllo saludando con el puño cerrado.
Morante de la Puebla ha declarado que no cree sea intencionado el incendio de su casa, hecho absolutamente condenable. Morante sea o no sea de Vox, no es un político y aunque lo fuera. España no puede transitar sobre ideologías en llamas y tratar de apagarlas con gasolina.  Morante es el natural y la media verónica belmontina. Y si le atrae la política está en su derecho  sea cual sea su signo. Buena parte de la Generación del 27 era taurina y Bergamín escribió un libro dedicado a Rafael de Paula titulado La música callada del toreo. Y Tierno Galván publicó un agudo ensayo Los toros acontecimiento nacional. Estamos alcanzando en España unos niveles de confrontación política inquietantes. Cataluña es lo de menos, al menos lo que menos me importa a mí.  El PSOE pierde la mayoría en Andalucía y lo interpreta, no como resultado de la aritmética democrática de coaliciones, sino como un golpe de mano de la derecha, contra la cual   moviliza sus bases. Morante, sensato, dice que no cree que el incendio tenga una intención política.
En una Corrida de la Beneficencia Domingo Dominguín, empresario y comunista, colocó bajo el palco del dictador, a Jorge Semprún y a Julián Grimau que no querían perdérsela. Ante la inquietud de ambos, Domingo respondió que, para dos dirigentes clandestinos del PCE, no había lugar más seguro que una plaza de toros, a treinta metros de Franco rodeados de policías.  Buena parte de la  izquierda de este país siempre ha  sido taurina. Antes que hombre de teatro esencial, el sevillano Salvador Távora fue novillero y salió a hombros por la Puerta del Príncipe.   

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