Pemán, insólito y acaso desconocido
A propósito de un quítame esa
placa y vuélvemela a poner de un alcalde analfabeto de izquierda, quede claro que esa no es mi izquierda, se ha organizado la de dios es Cristo con don José
María Pemán en no sé qué pueblo de Andalucía. Jose Maria Pemán, cuentan los
pemanistas, dialogaba en aguas gaditanas con Rafael Alberti cuando el
exilio. Pero esto, quizá, sea lo de menos. Lo de más, es que dada su autoridad intelectual sobre Franco,
Pemán consiguió que este devolviera el nombre a Jacinto Benavente, Premio
Nobel, al cual en la cartelera, o parte de ella, se le identificaba como ´´el
autor de la Malquerida¨´
A mí, Pemán me parece un gran
articulista y un mal autor de teatro, aunque algunos salven y alaben sus
comedias, ligeras y chispeantes, dicen. El divino impaciente es un
bodrio y puede que San Francisco Javier aún no se lo haya perdonado. Un
bodrio escrito en defensa de la Compañía de Jesús, Societatis Jesu dicho en
latín culto, amenazada por el descreído volterianismo español. En televisión
española se emitió hace lejanísimos años, una serie llamada el Séneca, o
algo parecido, un compendió de sabiduría popular. A partir de ahí, en las
aldeas de España donde llegaba la
televisión, en blanco y negro naturalmente , se empezó a llamar Seneca a
todo aquel que sobresalía medianamente en sabiduría popular.
Modélico es su artículo Nieve en Cadiz allá
por 1950, por el que le dieron el premio Mariano de Cavia, me parece, y
que conozco y reconozco porque viene en todas las antologías del género. No soy
pemanista, pero reconozco su honradez y
la gracia gaditana de muchos de sus escritos.
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