El amor en los tiempos de cólera
O sea ahora mismo, tal cual. La
peste, el cólera, la desolación Un
homenaje al amor eterno; a la vejez y a la muerte. Uno de los
títulos claves , Amar en los tiempos del cólera, de un autor, Gabriel
García Márquez , en el cual todos
sus títulos son esenciales. La humildad de ser uno de los más grandes escritores
del pasado siglo. Le recuerdo viendo juntos en la plaza de Bogotá una corrida
de Cesar Rincón, otro colombiano, universal tras sus cuatro apoteosis
consecutivas en Las Ventas de Madrid. Preparaba ya mi libro, Cesar Rincón,
de Madrid al cielo, pero me cohibía hablar de literatura ante un mito.
García Márquez facilitó las cosas, ¨¡fuera literatura! Hoy, Cesar es más
importante que Gabriel, ¡cuatro tardes a hombros!! Eso nunca lo conseguirá un
escritor¨. Con Rincón, su padre y
su apoderado Luis Álvarez tenía yo previsto recorrer Colombia, desde la
casa de donde su familia murió achicharrada en un incendio, un barrio pobre con
un tendido eléctrico primario, casa bajas, puede que algunas chabolas. Creo que
esta excursión le apetecía más, dudó un instante y calló. Cesar me llevó por los
valles y montañas más remotos de Colombia, donde sorprendentemente era
reconocido por todos, gente que posiblemente no había leído un periódico en su
vida, ni lo leería porque no sabía leer. Se organizó en su honor una corrida de
cebúes, una corrida salvaje en la que no brillaron los naturales largos y
templados, sino los revolcones. Esa corrida, de haberla contemplado,
probablemente hubiera pasado a formar parte de la épica garciamarquiana, el
realismo más rudo que mágico, más zafio que evanescente
Amar en los tiempos del cólera,
es una novela compleja yo diría que definitiva y perfecta, que, en cierta
medida, ha sido obscurecida por Cien
años de soledad o Crónica de una
muerte anunciada. Macondo, el coronel Aureliano Buendía y los dos hermanos
vengadores del honor familiar en la Crónica son más célebres en el universo de Gabriel García
Márquez que Fermina Daza y Florentino Ariza, la pareja protagonista. Tienen el tiempo en contra, pero no morirán.
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