Sahara mon amour
Breve y desinteresada información
sobre el Sahara para Pedro Sánchez, presidente del Gobierno
Español y mayordomo de Marruecos y el Imperio. Pedro Sánchez es
un inepto poliédrico. Hace
aproximadamente 40 años Emilio Sola, poeta y cervantista eminente,
catedrático y fundador de la Vaquería, bar, librería y tertulia ácrata de la calle Libertad número
8 de Madrid, estaba de lector en
Argel y en estrecho contacto con el Frente Polisario. Tinduf y los
campamentos de refugiados. Propuso un viaje de apoyo de intelectuales españoles
y sugería que yo me encargase de organizarlo todo desde Madrid. Formamos un comité
compuesto por Rafael Alberti, a título puramente
representativo y ornamental. La
secretaria de la oficina del Sahara en Madrid, una eficiente, guapa y
desinteresada madrileña, fue vital en los aspectos de burocracia. José Ramón
Ripoll, excelente poeta gaditano y unos cuantos más que se fueron
descolgando del asunto por una u otras razones. El viaje hasta Argel
costaba 25.000 pesetas, vuelo incluido, que cada uno de nosotros apoquinó gozosamente.
Y precariamente, todo hay que decirlo. Varios nombres ilustres de las letras y
la poesía españolas se unieron a la expedición; Carlos Álvarez, José Manuel
Caballero Bonald, Jesús Fernández Palacios, Fernando Quiñones y Nadia, su
mujer ceramista italiana, Fernando Sánchez Dragó y una novia francesa
guapísima, Francisco García Navarrete,
Javier Martinez Reverte, Agustín Millares, excelente poeta canario, hermano de Manuel Millares, el pintor
de las arpilleras: y puede que también Fanny
Rubio, no estoy muy seguro, historiadora de las revistas de poesía de la
posguerra. De Barcelona llegó Jose Agustín Goytisolo, el autor de un
celebérrimo poema de resistencia, Palabras
para Julia, su hija, y perdieron el avión Manuel Vázquez Montalbán y
Juan Marsé. A Juan Goytisolo hermano de José Agustín, no le
invitamos. Vivía en Tánger, la vida disipada y cosmopolita de Tánger, me
parece, y era abiertamente promarroquí. Reverte y yo nos aprovisionamos de
varias botellas de wisky, que nos pasó por el control García Navarrete,
el cual además de ser abstemio lo parecía. ¨´Algo que declarar? ¨´Nada, agua
mineral con gas¨¨. Apercibido del contrabando, Goytisolo no se separó de
Reverte ni de mí en todo el viaje.
El güiski, en el desierto, bajo el cielo estrellado y diáfano, lo bebíamos a
palo seco, por la noche, sin hielo como en las películas del Oeste. Durante el dia, los guerrilleros nos llevaban a poblados y escuelas en las
cuales los niños saharauis cantaban la tabla de multiplicar y aprendían la
historia de España en perfecto castellano. La bella y jovencísima Keltum
era una especie de relaciones públicas con el fusil Kalasnikov siempre al
brazo; Emboiric era el ideólogo y Pedro un apasionado combatiente
inseparable de su fusil. Un momento que nunca he logrado olvidar es la visita a un campo de
prisioneros marroquíes. El armamento, camiones y jeeps incautados, habían sido proporcionados por España. Respecto al armamento, el cínico doble juego de la diplomacia y el
tráfico de armas. ¡!Sahara mon amour!!!.
Ahora Pedro Sánchez, presidente del gobierno español, ha vuelto a
traicionar a los saharauis rindiendo
pleitesía a Mohamed VI. Se ha bajado al moro, podríamos decir. Una carta
deplorable, mal redactada incluso con faltas de ortografía. Una oferta de
vasallaje.
Ignacio Amestoy, el rayo que
no cesa
Nunca mejor que ahora traer a
colación el título miguelhernandiano, pues aprovechando el octogésimo
aniversario de la muerte de Miguel, Ignacio le rinde homenaje en una conferencia
en el Círculo de Bellas Artes. Amestoy ha publicado hace
poco un formidable texto, Lope y sus Doroteas o cuando Lope quiere, quiere,
que ha sido llevado a la escena por Ainhoa Amestoy , la cual en un
excelente estudio, clave para entender la dramaturgia de Ignacio, lo califica de gran homenaje al teatro. A
partir de ahora este texto será definitivo en la exégesis teatral paterna.
Miguel Hernández en la cárcel
de Palencia
El aniversario de la muerte de Miguel en la
cárcel de Alicante, a consecuencia de una precaria atención a sus dolencias, ocurrió el dia 28 de marzo de 1942. Francisco de Cossío, que le había dado trabajo en la magna
enciclopedia de los toros del mismo nombre, la Biblia del toreo, con mucho
predicamento ante Franco, visitó al dictador personalmente y consiguió que éste conmutara
la pena de muerte de Miguel a la de
cadena perpetua. Miguel Hernández había soportado los rigores de la cárcel de
Palencia, la Siberia carcelaria de frio y hielo, donde le visitaba Josefina
Manresa su mujer. Donde quizás empezó a gestarse un poema inocente y
terrible, Las nanas de la cebolla. Posteriormente, años más tarde, un
gran amigo, Manolo López, miembro del Comité Central del PCE, ocupó
la misma celda. Desde ella, por un ventanuco se divisaba el Bar Madrid que
se convirtió en un símbolo de libertad. ¨´Tomar
una caña de cerveza en el Bar Madrid, me contaba Manolo López, era la
máxima libertad a la que algunos podíamos aspirar¨.
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