Título. El patrimonio ideológico, sentimental y artístico
de Caneja. Su colección privada. Autor. Rafael del Valle. Editorial.
Fundación Caneja. Páginas 242. Al cuidado de la edición y diseño Rubén del
Valle
Decir Caneja es decir Palencia. Como decir Victorio Macho y su Cristo del Otero. Como decir Jorge Manrique y sus Coplas. Como decir Gómez Manrique, señor de Amusco, tio de Jorge, y los orígenes del teatro español. Entre sus muchas virtudes, este libro
ha tenido la de agitar mi sensibilidad dormida, mis recuerdos canejianos, y
comprobar que estos siguen inalterados en mi mente y en mi corazón. Es un libro primoroso de
ejecución y totalizador en su planteamiento, Mucho se ha escrito sobre Juan Manuel Diaz Caneja, pintor que podíamos catalogar como ¨´pintor de
culto¨, sus rarezas y excentricidades generosas. su rechazo a compradores de cuya ¨´moralidad¨ política y artística no tuviera
constancia, ni siquiera en momentos de penuria económica. Caneja e Isabel Fernández Almansa. Isabel era una belleza espectacular, modelo de Balenciaga, que se enamoró de un hombre callado y
pintor, que podía pasarse horas enteras sin hablar escuchando o ignorando a los
demás, elegantemente vestido con una chaqueta de pana fina..
Muchos han escrito sobre Caneja y muchos los poetas que le dedicaron versos, yo mismo publiqué en Akal, en coedición con el Ayuntamiento de Palencia, que presidía Heliodoro Gallego, Caneja una mirada del siglo XX y utilicé profusamente su recuerdo en Madrid canalla, historias intelectuales y políticas del Café Gijón; pero quizá nadie lo ha hecho con la precisión y objetividad fría con que en este libro lo hace Rafael del Valle Curieses, director de la Fundación. Rafael del Valle, en un notorio afán recopilador aporta mucho material inédito. Y responde fielmente al título El patrimonio ideológico, sentimental y artístico de CANEJA. Su colección privada. Entiéndase colección en el sentido amplio de testimonios, fotografías, cartas, tarjetas postales, libros etecé de Juan Manuel; no solo colección de pintura. Nada de Caneja me fue nunca ajeno y menos desde que le conocí personalmente, mediados los setenta del siglo pasado en su estudio de la calle Manuel Cortina 11, pobre, desordenado y triste donde una sola habitación era cocina, comedor, salón de estar y de tertulia y sala de pintura. A él se llegaba por un pasillo tenebroso y estrecho donde se almacenaban cuadros, lienzos en blanco y cachivaches diversos. La presentación en su casa fue sencilla y sin retóricas, de palentino a palentino, de comunista a rojo en presencia de una Isabel reticente y a la defensiva. Yo llevaba una botella de güiski escocés, Johnie Walker etiqueta negra, envuelta en papel de periódico, a la que Isabel no quitaba ojo. Más tarde me explicaría por qué. ¨´Este paleto de pueblo, seguro que trae un Dyk de Segovia, ´, güisky español al que odiaba profundamente. En venganza a los recelos de Isabel, yo administraba el güisky con tacañería, menos mi vaso al que cargaba siempre un poco más, a palo seco y sin hielo. Al cabo de un rato, guardé la botella en una bolsa en ademán claro e intención de llevarme lo que quedaba. ¨´Eso no pensarás llevártelo¨´, soltó Isabel. El disgusto de Caneja era evidente y no se molestaba en disimularlo.
El libro de Rafael del Valle es un libro riguroso, y sobre todo necesario,
que refleja la historia de aquellos tiempos y el protagonismo arriesgado y
jaranero de Caneja y sus amigos entre los que sobresalían Chueca Goitia,
Paco Benet muerto en accidente en Oriente Medio y su hermano Juan Benet,
ingeniero y novelista, que acompañaba a Isabel a comunicar con
Juan Manuel en las cárceles de Ocaña y Carabanchel. Y el filósofo
y diplomático Carlos Gurméndez, muy del círculo canejiano. Con el
novelista Jose Herrera Petere, autor de Cumbres de Extremadura e
hijo de un general, fundó a primeros de los 30 una revista que duró solo un
número y que se conserva en la Fundación, En España ya todo está preparado
para que los sacerdotes se puedan enamorar. En el artículo editorial de la
misma, se profetizaba la llegada de la República y que el Partido Comunista
sería fuertemente reprimido. Tuve la foruna de ser amigo de Juan Manuel y
el privilegio, o la responsabilidad, de ser su albacea.. Para algunos, como su amigo el gran escultor Cristino Mallo, ácido y antipático, hermano de la gran pintora Maruja Mallo, ser amigo de Caneja, era un
salvoconducto. Cuando supo de mi amistad, empezó a hacerme sitio en su mesa del Café
Gijón, donde no admitía a nadie, y solitario leía el ABC y llamaba delincuentes a los ministros que el diario
monárquico sacaba en la portada.
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