Max Aub o la invención de sí mismo. En Naves del Matadero. Ferozmente libre,
múltiple y poliédrico. Quedan pocos días; no se lo pierdan. Se cierra en el
Teatro Español (Naves) un círculo que el actual director del mismo, Pérez de la Fuente, inició en el María
Guerrero con San Juan. Pero estoy
convencido de que la cosa no acabará aquí; Ernesto
Caballero y José Ramón Fernández trabajan sobre El laberinto mágico.
Su vida y su obra
fueron un viaje constante hacia todas las partes y a ninguna; y a eso parece
aludir el trajín de maletas, los rieles por
los que transitan los personajes en el montaje de Jesús Cracio; ciudadano del mundo y habitante de ningún sitio,
novelista, autor dramático, diseñador de crímenes perfectos o imperfectos,
sufridor del pasado y sin fe en el porvenir.
Hay muchos Max Aub; y el largo título de esta función define su
personalidad: Tengo tantas personalidades
que cuando digo “te quiero” no sé si es verdad. Presencia del amor en un
episodio de venganza cruel, un nazi y una judía bella como la judía de la
petenera.
La selección puede ser
discutible, pero la dramaturgia y la
dirección de Jesus Cracio no y
requiere un comentario, próximo, más amplio. Ni tampoco es discutible la
interpretación de Juan Calot rotundo, profundamente maxaubiano; y de todos los demás; Marta
Belenguer, Marc Clotet, Julián Ortega, Carmen del Valle y la pianista Celia Laguna. Mención especial para Miranda Gas en el drama
y en la comedia. Y en una primorosa canción, bandera
contra el franquismo crepuscular, con la que culmina una estupenda
interpretación.
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