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lunes, 22 de agosto de 2016

BLOG DE AGOSTO (y III). TRATADO DE LA AMISTAD


Una forma de amor.
Concluyo esta trilogía de posts agosteños. Para una correcta comprensión de los tres, recomiendo leer los dos anteriores. En términos estrictos, mi veraneo solo empieza cuando me pongo a leer novela  negra o a ver películas del Oeste en la tele. Tan sencilla y honrada pretensión la veo difícil este año y mi gente teme que les dé el noVerano.  Voy hacia la nada de un estío  turbulento, pero reconducible.  Soy fan de la memoria   de Groucho Marx  y sus  hermanos casi tanto como Aitana Sánchez-Gijón lo es de Asier Etxeandía, que yo la he visto de abanderada alborotando las masas. Escribí sobre ello un artículo y a Aitana le gustó mucho. A Asier no lo sé. Lo ví el otro dia en La novia, una versión rencorosa y vengativa hasta la extenuación, de Bodas de sangre: el novio en moto tras su honra.

La versión me gustó a medias; pero me sirve de pretexto para reflexionar sobre algo  que tenía previsto hablar en este último post del ferragosto: la amistad y, más concretamente, la amistad entre un hombre y una mujer, sin pactos y sin “intereses colaterales”. Sin embargo no seré yo quien le ponga puertas al campo si el campo pide manos libres para cambiar las normas y llegar a otra. Esa amistad es posible, aunque no frecuente.    La amistad no es resultado de pactos ni un blindaje ante determinadas incertidumbres; es lo contrario:   raíz y fundamento de una lealtad que jamás será traicionada.  Conviene no confundir causas con efectos.

Septiembre a la vuelta de la esquina.

Queridos amigos, que haceis posible este blog; volveremos a hablar en septiembre al que he de robar algunas semanas  para completar el noVerano de agosto que, pese a todo, espero  acabe jubilosamente. No carezco  de perspectivas para este optimismo. No escribiré versos, de eso podeis estar seguros. Aún reposan en el ordenador los versos malditos que vomité la pasada Semana Santa, esperando la mano de nieve que sepa despertarlos.

Cosas sin demora.

Hay,  sin embargo, cosas que no admiten demora. Si queremos estrenar en la fecha prevista el monólogo Lager,  (campo de concentración) he de descender todavía al último círculo del infierno. No habrá problema, salvo la náusea: dos días  full time y se acabó la pesadilla. Me han llegado  textos de teatro y  poesía no por via de apremio, cierto; mas quien se apremia soy yo pues, pues alguno de estos textos inéditos me  suscita enorme  curiosidad. La ADE de Hormigón me envía La bella durmiente y José Barbacana, de Jerónimo López Mozo, un gran autor y un gran amigo. Siempre estoy en deuda con él. Habré de engrasar  mi máquina de las distintas velocidades, siempre en un punto extremo de aceleración.   

Hasta la vuelta,  amigos. Y  enemigos, iba a decir. Pero me doy  cuenta  de que no tengo enemigos. En trance de agonía, cuando el confesor le preguntó si perdonaba a sus enemigos, Narváez contestó: “no me quedan, padre; los maté a todos”.  Así que ¡!ojo conmigo!!  Puedo ser un poeta letal a golpe de endecasílabo.

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