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miércoles, 31 de mayo de 2017

ESCAPARATE LIBRERIA (I). Y JUEGOS ACTRICES.


Escaparate de librería (I)

              Vuelavoz.- Autor, Alvaro Tato. Edit. Poesia Hiperión. 93 pags.             Alvaro Tato es actor del  grupo Ron La La, artífice  de buena parte de   sus  textos, autor y poeta. Es un elemento activo y poliédrico de la cultura española. Para la CNTC ha hecho varias versiones del Siglo de Oro. Con Vuelavoz retorna al verso, con el que empezó en Hiperión, una de sus principales señas de identidad.


Bikinis, fútbol y Rokcandroll. Autor, Adrian Vogel. Edit Foca. Akal. 478 páginas.  Crónica social, sentimental y política desde mediados de siglo XX. Amplia perspectiva sobre hechos y personas, anónimas o conocidas, que cambiaron el mundo y nos enseñaron a verlo de otra manera. Una conciencia que agitó el tardofranquismo y cuya influencia se  analiza en términos emocionales y económicos.


Cómicos!! ¡!Máquinas!!. 376 páginas. Autor, Álvaro de Orriols. Publicaciones ADE. Edicion de Antonio Espejo.  Dos textos de un autor casi desconocido y marginado. Su obra tuvo su mejor momento en la II República. Es un autor (1894-1976) preocupado por la defensa de los valores tanto artísticos como sociales de la época, antifascismo, respuesta teatral a los nazismos. De imprescindible lectura y, mejor aún, de  necesaria representación. Es un espacio de sombra en la memoria de nuestro teatro contemporáneo.


La interpretación operística. Autora, Susana Egea. Edit ADE. 295 páginas. Estudio riguroso  sobre los procedimientos  de la representación musical a través de grandes teóricos. El subtítulo da una idea de la magnitud de empeño; Stanislavski, Mejerhold y Chaoapín. Otra aportación de ADE a la historia del teatro. Muchas apreciaciones sobre la Opera  son aplicables al teatro en general.

Taurocultura. Autor, Enrique Amat. Edit Avance Taurino. Valencia. Un recorrido por el círculo mágico de la cultura y la tauromaquia; la influencia de esta en la pintura, la poesía, el cine, el teatro y las demás artes. Libro escrito con pasión y rigor. Sin sectarismos ni exclusiones. Con especial atención al  lenguaje taurino que impregna los usos y la convivencia diaria de la sociedad española.
 

En busca de un tiempo que no existe

Son días extraños cuyo significado aún no he logrado descifrar. Dias raros; sensación de desarraigo, de no estar en una parte a la que pertenezca y estar en miles de sitios a los que no  pertenezco, un hombre deshabitado de sí mismo.

Gonzalo Santonja me encarga para el Instituto Castellano y Leonés de la Lengua  y su programa Los toros a escena, que recree las últimas horas de Federico García Lorca con dos banderilleros y un maestroescuela, anarquistas los tres: Francisco Galadí,  Joaquín Arcollas y Dióscoro Galindo.    

 Escribo algunas cartas. Siempre me ha gustado escribir cartas; las hay de verdad y las hay de atrezzo, cartas de encargo como las que me pedía hace tiempo una amiga que no tenía quien la escribiera como el coronel de García Marquez. Yo era tan convincente con mis cartas  como Cyrano de Bergerac con sus versos; tanto que la amiga dejó a su teniente de la Gascuña y se aficionó al redactor de la cartas; un dia cometí una travesura que casi me cuesta su amistad. Le escribí una carta fingiendo que era una amiga  secretamente  enamorada de ella y no lo podía confesar por temor a ser rechazada.

Privilegio de tener amigas actrices

Salvo la palabra tríbada  que me sonaba de Strinberg y La noche de las tríbadas, yo desconocía  el lenguaje sáfico, pero lo aprendí y tan ardorosa la ponían esas misivas que exigió conocer a su enamorada tríbada y tuve que convencer a una actriz para que hiciera el papel. Como ésta estaba  en paro, y en trance de poner una heladería en la plaza de Lavapiés para subsistir, se lo pagué como un bolo de lujo. Aceptó encantada y luego se gastó lo del bolo  y algo más en invitarme a cenar.

Desde la mili, cuando escribía cartas  a las novias de los soldados, no había vuelto al lenguaje epistolar salvo a mi querida Alfarera cuya pista se esfumó  hace varios meses. Algo me dice que no tardaré mucho  en tener noticias de ella. La perdí de vista el año pasado, camino de la  Islas Polinesias que tanto gustaban a Gauguin, de aeropuerto en aeropuerto y aún conservaba su magnífico sentido del humor. Se tambaleaba por entonces el escaso carisma de Rajoy y la Alfarera Prodigiosa describía así su situación: “Estoy más en el aire que Rajoy” A partir de entonces, misterio. Me contó que había recibido una revelación no sé si en forma de paloma  como el Espíritu Santo o de lenguas de fuego como los apóstoles.

La Alfarera iluminada

Era otra mujer, me decía en su última carta; lo cual de un lado me llenó de júbilo pues sabía de  su disconformidad consigo misma, y por otro, me llenó de incertidumbre. Me reprochaba que persistiera en mi fascinación por la belleza física  de la mujer, cosa nada rara siendo la suya una belleza perfecta y sabiendo ella que  más que  su culo perfecto, a mí me gustaba su alma; un alma con culo, para entendernos.   Su destino había cambiado y percibí un secreto rencor contra los hombres que  la habían ultrajado por su belleza. Desde ese preciso momento  entendí   que, entregada la Alfarera a alguna causa, persona o religión  exótica y esotérica, daba por terminada  tan singular y pura amistad.

 Notaba en ella como una extraña necesidad de    expiación cuyo alcance se me escapaba, pese a estar convencido de que de tan puro y limpísimo personaje lo sabía casi todo. Confiada en mi  lealtad    esperaba que yo nunca diría ni publicaría cosas que dañaran su imagen. Como desconocía qué cosas pudieran dañar esa imagen, intachable e inmaculada, que yo tenía de  ella, le escribí un soneto de amor que no le gustó nada.

Arte: fusión de materia y espíritu.

 La Alfarera Prodigiosa no ha abandonado del todo el alfar. De vez en cuando la prensa se ha hecho  eco de alguna exposición  en  Grecia o Italia, y todo son elogios. Pero se negaba a conceder entrevistas y las exposiciones eran solo de tres o cuatro piezas que, en vez de vender, regalaba  a algún/a periodista o poeta  afortunada. Llegó un momento en que nadie quiso exponerla. Hace unos meses me mandó fotografías de sus últimas figuras: una colección de autorretratos, delicados y bellísimos; barro transparente más parecido a la porcelana y a la estética de Boticceli que a la cerámica artesanal; una fusión luminosa de la materia y el espíritu  partiendo del barro primigenio.

 No me pedía  que  le buscase  galería en Madrid porque la alfarera es demasiado orgullosa para pedir nada. Una vez sospechó que yo podía haber hecho algún manejo para conseguirle una sala en el Museo de Arte Contemporáneo, se puso hecha un basilisco y amenazó con sacarme los ojos. Fue rotunda; “tienes por amiga a una salvaje que ama únicamente su libertad”.   Después de la “conversión” polinesia, ignoro en qué habrá quedado esa idea de libertad. Y, por supuesto, no me arriesgo a preguntárselo.

 

 

 

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