Casares y Albert Camus
Sabela Hermida, biógrafa de Maria Casares sobre la que hizo su tesis doctoral, me pide que
escriba un diálogo entre Maria Casares y Albert
Camus, el Premio Nobel de Literatura, con el que la actriz gallega compartió
momentos importantes de su vida. Me dice que piense en una posible actriz y un posible
actor, aunque sospecho que Sabela puede
tenerlos más claros. España es país de actrices y encontrar una que
encarne a María Casares no debe ser problema. En actores tampoco debe haberlo. Conozco alguno
próximo al universo camusiano, que tiene
el perfil perfecto. No adelanto nombres para que no haya un malentendido.
La propuesta de Sabela es atrayente y pretende estrenarlo en Otoño. Aunque se estrene en la Coruña, su posterior destino es Madrid y el resto de España.
De hecho, ese diálogo yo debiera tenerlo escrito ya. Sabela me lo encargó hace unos
meses, pero cierta pereza intelectual me ha tenido
frenado.
Sé cómo empezar este Diálogo, pero
ignoro cómo acabarlo, aunque algo me está dando vueltas en la cabeza: una
escena partisana genuina. De madrugada, María Casares se despide de Albert que
marcha a matar alemanes y le canta Bella Ciao, Bella Ciao, Bella Ciao, Ciao,
Ciao, si muero en la batalla, Bella Ciao, Ciao Ciao, pon flores donde caí.
Se me ocurre la primera frase, sacada de Calígula;
“Los hombres mueren y no son felices”. Sería
un buen final.
Camus era un seductor y Maria una seductora.
Los pintores españoles que vivían en París, sobre todo Paco Alcaraz, almeriense como la madre de Camús, me han transmitido
una imagen que voy a
explotar al máximo en este diálogo; fascinación de la mirada. Y la
palabra, con la que seducía. Era un dandi, lo cual lleva implícito el desplante torero de
jugarse vida, ideas y sentimientos a
cada momento.
Personaje fascinante es también el juez
penitente de La caída, que se había acostado con las mujeres de todos sus amigos y, sin embargo, afirmaba
no haber engañado a ninguno; antes de
acostarse con sus mujeres rompía la
amistad. María Casares, era hija de Casares Quiroga, último presidente del
Gobierno Republicano, otro dandi, un galleguista ilustrado. En cualquier
caso, el último jefe de gobierno de una
República contra la que se alzó el fascismo franquista. Camus, de madre
española almeriense, adoraba a su “suegro”,
no solo a través de la verdad inducida
de María, sino a través de la verdad de España.
María no fue mujer de Camus que no tuvo mujer, sino mujeres. María no tuvo un
hombre sino hombres. Creo que a Albert Camus y a María Casares les unían además, y con más
fuerza posiblemente, otras cosas; La resistencia antinazi, la República, España. El teatro
fue su punto de encuentro, el Aleph que lo unió todo. Cuando en el 45 España fue admitida en la Onu,
Camús puso el grito en el cielo. Le contestaron que también había otros países no
democráticos. A lo que Camús respondió: “que haya una puta en la familia no
justifica que tenga que haber más”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario