Aún quedan 3
dias en La Mirador, de Dafnis Balduz.
Véanlo si Kafka sigue turbándoles. Y si no, también; les turbará a partir de
ahora. El anuncio de Expediente K, dramaturgia a partir de Carta al padre, me produjo una insólita curiosidad. En realidad me basta con
este texto apasionado de la carta a palo seco; pero bienvenida sea esta
dramaturgia de Susanna García Prieto
con dirección de Alex D. Capo, capaz de recrear el texto de un autor que sigue a
cuestas con la imagen espeluznante de un escarabajo patas arriba. Kafka me produce un terror iluminado y
súbitas iluminaciones de pánico. En general lo kafkiano, lejos del tópico de la
angustia que lo reduce a enigmas de difícil entendimiento, suscita la inquietud
de un territorio sin explorar o mal explorado. Consciente de mi incapacidad teórica para
arrojar luces o más sombras sobre él, hace unos meses me propuse escribir una novela sobre los personajes de EL castillo, El proceso o sus espectros. Y naturalmente de Gregorio Samsa.
No sé si Dafnis Balduz, con esa sombría
encarnación de la víctima y su verdugo va a aportar algo a mi novela, pero esta
posibilidad era otro aliciente, bastardo por mi parte. La dramaturgia a base de sicofanías, impide una narrativa lineal del asunto. Y con
la vida de Kakfa, judío alemán nacido en Praga, Balduz presenta apuntes negros de lo que se
avecinaba: Hitler el nazismo. Aunque la biblia del nacionalsocialismo no se
publicó hasta 1925 y Kafka murió en 1024, todo estaba ya en el aire envenenado.
Hitler no solo era un ideólogo de la barbarie antisemita, era un agitador de
masas. Algun chispazo de este
histrionismo hubiera valido para calibrar en toda su extensión la virtudes
actorales de Balduz. Pero eso ya no sería laobra de Susanna Prieto, sino la mía
inferior sin duda.
No salí feliz
de la sala Mirador, salí molesto y convencido de que el buen teatro debe producir incomodidad,
de que un intérprete debe ser capaz de transmitir muchas sensaciones y muchas
vidas acerbas.
Expediente K es
un falso monólogo, un buen artificio teatral. Y, aunque no se explicite en el
texto, una profecía maldita de lo que
pudo haber sido la vida de Kafka de haber sobrevivido a la tuberculosis
liberadora. ¿Uno más entre los millones de judios gaseados?. Me turba
imaginármelo.
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