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miércoles, 13 de septiembre de 2017

NOCHE CUMBRE EN KAMIKAZE


El arte de ser actor.

Ecos de Durrell, Cuarteto de Alejandría. María, Fernanda, Jesús, Isra. Ecos digo, no identidad; porque estos cuatro personajes no son la pintora Clea, mi favorita, ni Justine, la fascinante libertina que acaba en un kibuzt israelí, perdida su belleza; ni Baltazhar, ni Mountolive. Vuelvo a Durrell. Solo por esto, eterna gratitud a Pascal Rambert, cuya exégesis y laudatio hizo Jordí Buxó. Acabó nombrándolo “artista residente”, protector de Kamikaze, alma y cuerpo de Kamikaze; una especie de unión hipostática. Al parecer, a partir de ahora Rambert sólo escribirá para Israel Elejalde. Israel ha demostrado poseer muchos registros y es difícilmente encasillable. Como Fernanda Orazi la deliciosa argentina, a la que siempre asociamos, por lo menos yo, con Pablo Messiez, una divinidad del teatro, superadas las iniciales e inevitables comparaciones con Veronese y Tolcachir. Como considero a los argentinos excelsos comediantes, incluso a  poetas como Teuco Castillo y titiriteros como su hermano el Guaira, no tengo inconveniente en declarar la excelencia de Fernanda Orazi; Fernanda es la argentinidad. Como Israel, aunque no sea argentino, es la excelencia.  Y a partir de Ensayo, la excelencia son tambié María Morales y Jesús Noguero.

 Teuco es un gran poeta, lo cual no va a evitar que cite una de las frases que más me impresionó de Ensayo: “Los malos poetas suelen ser buenos verdugos”. Verdugos de la palabra, me imagino que quiere decir Rambert. Porque la palabra, en grado sumo, es el arma de un excelente escritor que desconoce los mecanismos elementales del teatro. Y el teatro es más que palabra; es también, y acaso sobre todo, intérpretes. Como los citados.

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