Ricardo III
Maléfico
(Publicado en Metrópoli. El Mundo)
No conozco ningún actor que se precie de tal que no aspire a hacer Ricardo III. Formidable lección actoral de
Israel Elejalde en Ricardo III,un cojo venenoso dotado del don de la maldad. Hay una novela de
Josephine Tey, La hija del tiempo, que demuestra todo lo contrario, pero a
afectos de esta función importa poco. La notable interpretación del resto del
elenco queda oscurecida por la colosal labor de Elejalde. ¿Shakespeare o Miguel del Arco? That is the question. Aunque aparece la momia
de Franco, despectivamente arrojada a la basura, Miguel del Arco no ha caído en
la tentación de trivializar la cuestión identificando al dictador español con
el Ricardo de Shakespeare. Incluso para la maldad hay que tener grandeza, que
no tenía Franco, convencido de estar
cumpliendo una misión divina. Mientras, a
Ricardo de Gloucester le bastaba la inercia de un asesino en serie aferrado al poder. Hay una figura alta y grande,
(un travesti, supongo) una figura de negro identificable como Carmen Polo de
Franco, a la que yo creo podía habérsele sacado más partido; pero ya he dicho
que Miguel del Arco está más en Ricardo que en el genocida español.
Ricardo es un villano no excesivamente
complejo, pese a las apariencias y al rango que le dan amplios estudios sobre
su figura. Es un ser deforme, lo cual explica en parte sus criminales
extravagancias. Un personaje histriónico con un lado cómico y grotesco que
Elejalde explora a fondo. Ricardo no es
un ser inmoral, pues eso supondría cierta conciencia que desconoce, ni se lo
plantea. Los demás tampoco porque están a su servicio. Ricardo es un ser
abyecto sin más norma que un poder sin límites. Para hacer más creíble este
absoluto, Shakespeare le otorga algunas virtudes o pasiones como el amor fugaz y
la lujuria que, además, permiten a Elejalde flexibilizar la sicología del
monstruo. Al fin, ya se sabe , "mi reino por un caballo"
Miguel del Arco refuerza su
sentido de la dirección, la marca de su poética dramática, basada en la
radicalidad de los caracteres; y en una
épica matizada por la interiorización del personaje abierto en canal.