Lino Braxe, un genio. In memoriam
Ha muerto Lino Braxe. Lo
conocí cuando escribió y dirigió Manar, una de las cumbres de Sabela
Hermida. Nos unía el teatro, la Galicia de Rosalía, y la colaboración con
un amigo común, el escenógrafo David Fernández Loaysa. Pero nos
unía también y, sobre todo, el Frente Polisario en su lucha contra Marruecos,
el Imperio, con Juan Carlos de Borbón cómplice de un expolio. En este sentido
Franco era más proclive al Polisario, y la Marcha Verde le pilló casi
agonizante. ¡Viva el Frente Polisario!!,
grito que sigue siendo el preferido del genio de la torería, Rafael de Paula
para el cual escribió José Bergamín, La callada música del toreo. Permítaseme
traer a colación a Rafael, el solitario de Jerez con el cual no
resulta hallarle similitudes a Braxe, salvando todas las distancias salvables y
las insalvables A Lino Braxe le gustaban los toros, como a mí. Pero no
hacía de ello una trinchera ni un estandarte militante. Galicía no es tierra
propicia a los toros. Dio un torero, Celita creo se llamaba, del cual Camilo
José Cela se sentía orgulloso sin demasiados argumentos. Domingo
Dominguín, el mayor de los dominguines, rojo de pedigrí y suicidado años
después, llevó un tiempo la plaza de Pontevedra, donde daba corridas en las
fiestas de la Peregrina. Empleados y toreros se quejaban de que Domingo era
impuntual en los pagos, según divulgaba jocosamente Isabel Fernández Almansa,
tan admiradora de Domingo como de Carlos Semprum, Federico Sánchez
por nombre de clandestinidad evolutiva. Con el Psoe y la democracia Semprum
llegó a Ministro de Cultura y facilitó los trámites de constitución de la
Fundación en Palencia. Isabel quiso agradecérselo con un cuadro de Caneja que
Semprum rechazó cortésmente, “no he hecho méritos ni dinero para tener un
Caneja, me considero pagado con la Fundación. Cuando quiera ver canejas iré a
Palencia o al estudio de la calle Manuel Cortina”. Yo había publicado un
artículo censurando la deriva de Semprum del PCE al Psoe y a Isabel unas se le
iban y otras se le venía. Disimuladamente me pegaba pataditas por debajo de la
mesa, a veces dolorosas, para que no entrara en controversia
En Lino Braxe, como en
Domingo Dominguín, y en Carlos Semprúm había algo de renacentista, un
renacentista a la gallega, que es otra cosa distinta de cualquier otro
renacentista; con mucho de aquel Pico de la Mirándola, un italiano con
el que se podía hablar y discutir de omne re scibili et quacumque alia”,
es decir de todo aquello que pudiera saberse y de cualquier otra cosa. Ha
muerto Lino Braxe, Galicia y el teatro pierden una referencia
incuestionable. Sabela Hermida está triste. Y David Loaysa dice:
“era un gran tipo”. Para aplacar la melancolía tendremos que retomar Diálogo
entre María Casares y Albert Camus.
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