lunes, 14 de julio de 2014

LOS MIURAS FRACASARON EN PAMPLONA COMO EN LAS VENTAS.

Por un accidente de la tecnología o acaso por alguna irreverencia  de palabros y palabrones,   la última crónica de Pamplona se me ha ido al carajo. Andará por los espacios siderales buscando el capote del santo Fermín que la rescate, porque contra él no había nada, pero no hay manera. Me resigno a reconstruirla, en síntesis,  sabiendo que en periodismo importa tanto o más cómo se dice que aquello que se dice. A mí, en toros, me quitan el cómo y me quedo en nada.

Lo primero era recordar a Teodoro González, una de las mejores voces del periodismo radiofónico español, y a su mujer María Jesus, 25 años juntos en la grada 2-3, que el dia de la miurada cedían a sus hijos los abonos para que pudieran disfrutar del legendario hierro. Hoy no han cedido nada porque uno de los hijos, el mayor, se ha muerto en vísperas de los Sanfermines. Creyentes a machamartillo,  su  buen Dios les ha hecho una putada. Puede haber fe, pero hoy en Teodoro y Maria Jesús sólo hay dolor y llanto. Teodoro ha sido quien mejor ha dicho mis sonetos ante un micrófono. Y María Jesus es la mejor repostera de la Peña y sus postres  tan legendarios como los miuras de Zahariche.  Por vosotros y vuestro dolor y por vuestro  Dios, que no es el mio, !Viva San Fermín!. Me importa un bledo el don  apacible de los miuras, el eclipse total de  la cuadrilla del arte de Javier Castaño, trastocado el orden jerárquico por la ausencia de David Adalid.  Me preocupa más la soledad de María Jesús y de Teodoro, escondidos en algún lugar ignoto de la costa catalana, para que no les lleguen los ñultimos estruendo ni la tristeza del último Vals de Astrain. Reconstruido, en parte, el plano sentimental de mi crónica perdida.

Lo otro era que los miuras no han sido miuras, que han sido un fiasco,  aunque los portavoces del sistema los jaleen y ensalcen. Duros en el encierro, -cinco minutos y siete heridos- cosa extraña pues siempre, o casi siempre,  hicieron carrera rápida e incruenta, fueron monjas belgas de la caridad en el ruedo. Más juampedros, que otra cosa; dulzones, pastueños, blandos. O sea como los de Las Ventas en San Isidro. Al que tenía más fuelle, Luis Bolivar  le cortó una oreja, tras una cogida tremebunda al entrar a matar. Oreja de ley y no sólo por la cogida, sino porque toreó bien, queriendo estar en la línea larga y rematada de su paisano César Rincón.

 Ni Javier Castaño ni su famosa cuadrilla del arte y la pinturería, brillaron con luz propia ni luz ajena; y el joven Esau Fernández, toreó bien y pinchó muy mal al sexto y por eso perdió una oreja. Esau Fernández está decidido a curtirse con corridas duras; pues que cambie de hierro, pues los miuras se han degradado a borregos. O sea que se han integrado en el sistema, del que son servidores y botafumeiros la tropa de escribas y comentaristas que maldicen a Adolfo Martín, que ha pegado el petardo en Pamplona. No les falta razón en esto; pero la pierden cuando defienden a  los miuras blandos y pastueños como modelo del toro ideal.

En la extensa crónica perdida, una de las mas extensas y sentidas de los Sanfermines, decía más cosas, pero ya no me acuerdo. Entre ellas, que no cantaré esta noche esa despedida lacrimógena  del  Pobre de mí, con una lamparilla en la mano, porque siempre me pareció una melancólica mariconada. Y que prefiero El vals de Astrain, conocido también como Riau Riau, "ya se acabaron las fiestaa....esta fiesta sin igual", etecé etecé. No sigo porque me vuelven los palabros y palabrones que no gustan a Pilar Fabregat  y acaso, por su pudorosa intercesión, se me ha jodido la crónica. Hasta pronto, amigos. Aún pegaré algunos muletazos en lo que queda de temporada.

2 comentarios:

  1. Muchas gracias Javier por tus palabras de apoyo y consuelo.
    Iñaki, hermano de Jesús e hijo de Teodoro y María Jesús

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  2. Muchas gracias Javier!!!
    Soy Iñaki González, el hermano de Jesús e hijo de Teodoro y María Jesús que nunca me perdía la corrida de los miuras,
    Un abrazo

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