El triunfo de la libertad
Hace pocas semanas
celebraba yo un pasaje de la función de Valery
Tellechea y J.P.Carrión en la
Sala Umbral de Primavera: un furioso pateo de Carrión. El otro dia lo viví
de verdad, no como elemento escénico. Es decir, un pateo en el patio de butacas. A la gente empiezan a soltársele los pies. Ha sido en el Valle
Inclán. Y parte del público se lo tomó muy mal. A El
triunfo de la libertad la
menearon. Fue un meneo
moderado, lejos de los tempestuosos
pateos de antaño.
El malestar que insiste.
Los cines Luchana se han convertido en teatros. Un bar
fastuoso, un vestíbulo estupendo para acceder a la taquilla, varias salas. Todo
estupendo, pero los arquitectos se han olvidado de los minusválidos y los
cojos; acceder alguna de las salas es
como coronar el Everest. Deben cuidar también la insonorización, al menos en la
sala 4, porque los ruidos llegan de todas las partes. Minucias y ¡viva el
teatro!. Fui a ver El malestar que
insiste, de Eduardo Recabarren, que
ya ví hace tres años. Texto duro, sin suavizar unos caracteres extremos pero
muy bien dibujados: una madre histérica y castradora (Laura Cepeda), un muchacho, su hijo, que busca la libertad que le niegan (Victor Martínez) ; un esposo que le da a la priva y abandona la
familia (Rodrigo Posión), una
hermana internada en un psiquiátrico con
severa depresión, que pinta (Camino
Texeira). Un cuadro que nadie
entiende, El malestar, es la dura
metáfora de la obra. Hay que celebrar la vuelta de Laura Cepeda a los
escenarios, largamente alejada de ellos. Cepeda es una actriz que no puede, que
no debe perderse. Ella y Rodrigo Posión, espléndidos los dos, son el apoyo de dos jóvenes que tienen mucho que
decir si siguen por este camino: atención a Víctor Martínez y Camino Texeira.
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