Dentro de
unas horas la Unión de Actores entregará sus premios, gran fiesta en el Price.Como los premios ya están otorgados y sellados ante notario, da igual lo que en
estos momentos se diga o escriba. Alea
jacta est. Si por mi fuera le
otorgaría Premio, por junto, a Kamikace
que es la revelación del último año; o a
la Guindalera de María Pastor, que
sobrevive contra todas adversidades de la normativa municipal y espesa.O a Irina Kourbeskaya a condición de que esta nos
cuente su llegada a España de la mano de Azcárate su marido.
Al poco tiempo, yo le dí mi
mano para entrar en las Ventas, una tarde de San Isidro. Irina se sabía de
memoria Valle Inclán y Garcia Lorca, pero desconocía los toros en directo, esa
belleza cruenta; el juego de la vida y de la muerte, en vivo.
La lista de candidatos/as una lista de oro. Y
estar en ella ya es premio, como ocurre
con los candidatos al Valle Inclán.. No me he fijado si está Ginés Millán al que le recuerdo diez minutos
para la antología del teatro, en Vania, de
Veronese. Por esos diez minutos todo
merece la pena. En el fondo estoy haciendo pronósticos para presumir luego, si
acierto, de visionario.
Mas lo que verdaderamente quiero es recordar lo
que me divertía en esta fiesta con
Rosana Torres cuando entregábamos alguno de los premios. Cruzábamos la pista
cogidos de la mano como novios,Lo que la gente
ignoraba es que la mano de Rosana era mi bastón que yo había dejado en el
asiento.
Hay dos
candidatas que a mí me llaman especialmente la atención y me gustaría que
ganaran las dos, dos formas de sentir y encarar el arte interpretativo. una es Maria Hervás y otra Clara Sanchís. Esta
es una actriz de escuela, de estirpe, formada en Italia; la recuerdo hace 30ños . La he seguido con atención y en Virginia Woolf en el Ambigú
de Kamikace estaba sobresaliente. La ví el otro dia en Consentimiento y parece completarse el círculo.
María Hervás
es una actriz intuitiva: la actriz de las mil caras, y en Ifhigenia
en Vallecas capaz de presentar esas
mil caras y alguna más. Es evidente que en la mente de los aficionados que
siguen estas peripecias ambas están presentes: Virginia Woolf luchando por una
habitación propia.e Ifhigenia, la Virgen sacrificada, en Aulide o en Vallecas,
un lumpen subversivo, guarro y borracho. María Hervás, por el
momento, es actriz de monólogos y Guijosa lo ha entendido muy bien. En Los Gondra, Ainara, la etarra feroz,era,
en ocasiones, un odio descontrolado. Donde volvia a la costumbre, era en la
oración fúnebre de Garbiñe, por su marido asesinado: otro monólogo memorable.
Algún dia, María Hervás, la mora de Confesiones
a Alá, la Ifhigenia vallekana, la amnésica del María Guerrero, habrá de
afrontar la auténtica esencia del teatro: palabra confrontada, elenco. Calidad
le sobra. Y tiene una capacidad
transformista que para sí quisieran
todas las actrices del mundo.
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