Teatro y política
Reflexiono poco antes de salir hacia la Sala Negra de los
Teatros del Canal para ver El Principe, una adaptación de Juan Carlos Rubio interpretada por Fernando Cayo: ¿qué lugar podría ocupar
hoy en la política española el refinamiento del educador de príncipes, Nicolás Maquiavelo?. Probablemente
ninguno. O todos, que también podria ser; sólo que a lo zafio y un poco a lo bestia. Pablo Iglesias tiene publicado
un libro en Akal, Maquiavelo frente a la gran pantalla: cine y
política; pero eso no quiere decir nada. A lo que se ve, ninguno de la nomenklatura de Podemos,
ni otras nomenklaturas de otros partidos,
ha heredado la teoría política florentina del autor de El Príncipe. Maquiavelismo !cuántas barbaridades se cometen en tu nombre!. Voy a un estreno restringido, con más morbo político que teatral. En
buena lógica todos los políticos españoles, los más cafres y los menos, si
alguno hay, debieran estar esta tarde en el Canal; más provecho alcanzarían, seguro, de esta obra que de sus asesores y escribas que,
con frecuencia, parece haberlos contratado el enemigo.
El paisaje.
El paisaje.
Desde la derecha se ve el panorama político español como un
paisaje abrupto habitado por vándalos, aunque
con matices: bolivarianos, chavistas, castristas, bolcheviques, leninistas,
estalinistas, separatistas; y chequistas
del KGB. Putin ha protestado
diciendo que el KGB genuino sigue siendo él, el nuevo zar que amenaza el
equilibrio/desequilibrio de Europa. Desde la izquierda se describe el paisanaje
de las derechas, como una caverna en la que, en vez de las sombras de Platón, son las sombras de Franco las
que fingen fantasmagorías.
Los partidos, todos,
interiormente, se destrozan a
dentelladas, corre la sangre política y florecen los proscritos. El PP se desguaza
entre querellas tribales y, para hundirse del todo, Rajoy no necesita el armamento de la batalla electoral. Le basta
con el fuego amigo y la guerra guerrillas de
Federico Jiménez Losantos, y de Pedro Jota Ramírez. Parece que el bipartidismo, PP-Psoe, que era el objetivo de
Podemos, tañe a muerto con el espectacular ascenso de Ciudadanos, la nueva
tierra de promisión. Tal como venían las cosas era previsible que ese espacio
lo ocupara Podemos. Pero Pablo Iglesias, Errejón,
Monedero y Echenique, la han
cagado; con perdón. ¡Qué país, qué paisaje y que paisanaje! . Parece un chiste
de la vieja Codorniz.
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