Hoy a Emilio Sola
le dan una fiesta grande por cumplir 70 años. Eso no es un mérito, es un
pretexto y cosa de un proceso vegetativo implacable. Los méritos de Emilio son
otros. Tengo la impresión de que esta fiesta es un retorno a la Vaquería,
aunque la Vaquería ya no exista; la volaron una noche los Guerrilleros de Cristo Rey. Fue un
detalle que lo hicieran de madrugada cuando todos nos habíamos marchado a
recuperar fuerzas para la subversión del
dia siguiente. La hubiera volado la historia, pero a la historia no le dieron
tiempo los Guerrilleros, que eran la
expresión máxima de la ortodoxia
represiva franquista. Lo que nunca podrá ser volado es el espíritu que aquel
centro de descojonación significaba.
Vuelta a casa, pues, al fantasma de la Vaquería, desde la Cátedra Alada del Balcón de Detrás
del Ascensor. De Emilio no quiero recordar sus libros de historia, su
cervantismo, su poesía, su novela. Están ahí y no necesitan recordación. De
Emilio Sola recuerdo el viaje a Tindub, antes de que la putrefacta democracia
española traicionara al Frente Polisario. Emilio organizaba desde Argel y en
Madrid coordinábamos Jose Ramón Ripol y yo, presididos por Caballero Bonald que presidía poco y Rafael Alberti que no presidía nada.
Caballero Bonald formó parte de la expedición que fuimos a hacer turismo
revolucionario y a decir versos a los niños que hablaban español en las
escuelas; y a las estrellas del desierto, mientras bebíamos güisqui metido de
contrabando, contrabando revolucionario por supuesto. En aquella expedición
algunos nombres: Jose Agustín Goitysolo,
Carlos Álvarez, Agustín Millares, Javier Reverte, García Navarrete, Toñi, secretaria
en España, Nadia Consolani ceramista
italiana, Sánchez Dragó acompañado
de una guapísima y divertidísima francesa que nos fascinó a todos. Y así hasta 25 que nos pagábamos el viejo de
nuestro bolsillo, cómo si no. España ha traicionado a los saharauis y ese es un
problema enquistado, una guerra podrida. De esto, Emilio Sola sabe más que nadie.
Un recuerdo para Emboiric,
nuestro guía a través de las líneas marroquíes. Y para Keltum bellísima mujer, guerrillera que nos explicaba los
fundamentos de su lucha. Me han contado que la hermosísima Keltum se enamoró de
un marroquí y abandonó el Frente
Polisario. El amor reniega de fronteras y patrias y es un caballo sin freno.
Más cosas podría contar de Emilio, como la creación de una colección de Poesía,
Colectivo 24 de enero, homenaje a los
abogados asesinados en Atocha. Tuvimos
que poner cada uno –Pablo Jiménez,
Reverte, Portes, Eduardo Ruiz- 25.00 pesetas Yo era impecune y Emilio adelantó
mi parte, que tardé en devolverle, pues durante bastante tiempo, y aún hoy,
seguí siendo impecune. Los intereses me los perdonó y yo le regalé el traje de
terciopelo, precioso, con que me casé con Ana que te manda un beso.
Que siga la fiesta y
bebed vino a mi salud que bien lo
necesito, todo lo que el cuerpo os permita. Salud hermano: poeta, sabio,
ácrata, cervantista, amigo. Y pese a todo esto, buena gente.
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