Mundo obrero
Ideología sin arte (Publicado Metrópoli)
Texto y dirección, Alberto San Juan. Escenografía y
vestuario, Beatriz San Juan. Iluminación, Raúl Baena. Música, Santiago Auserón.
Reparto; Luis Bermejo, Marta Calvó, Pilar Gómez y Alberto San Juan. Escenario,
Teatro Español, sala Margarita Xirgu. Tres asteriscos.
Sigo a San Juan desde los tiempos
de Animalario. La progresía de este país, que suele ser la negación de la
izquierda, al menos de mi idea de izquierda, afirma que, como artista, a
Alberto San Juan lo ha “estropeado” la política, más exactamente la
ideología. Mundo Obrero no se refiere al mítico periódico del PCE, el partido
por antonomasia, que malversó Santiago Carrillo, sino al obreraje, la clase
obrera como bloque histórico. Gramsci al
fondo y la cuestión del optimismo de la voluntad frente al pesimismo de la
inteligencia. Mundo Obrero es una historia
de amor a través de la clase obrera,
que se desarrolla entre Luis (Bermejo) y Pilar (Gómez), plena sintonía entre
ambos; una historia un poco tópica de la revolución con mayúsculas:
RE-VO-LU-CION; perdí la cuenta de las veces que se invocaba este nombre.
En Mundo Obrero San Juan me gusta
poco como actor, pero me gusta menos como autor. Y me hace recordar la teoría de Mao en el
Congreso de Yenan 1942: “una obra artística, por mucha carga política que tenga
carece de eficacia si antes no es arte; degrada la ideología y degrada el
arte”. Alberto San Juan didáctico,
doctrinal, militante político como
siempre. La clave teatral de esta
función la tiene Luis Bermejo en plenitud; dueño y señor del registro cómico y
del registro dramático. Responde a la premisa inicial del canon brechtiano: lo
primero y más importante, divertir.
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