Thomas Bernhard ciudadano de
Madrid
Ante la jubilación, de Thomas Bernhard, dirigida por Krystian Lupa se
ha convertido en el gran acontecimiento teatral del Festival de Otoño. Thomas
Bernhard, austriaco a su pesar, accidentalmente nacido en Holanda, y su odio al
nazismo. Cuando paso por la calle del Prado camino del Teatro Español tengo la
sensación de que la sombra de Thomas Bernhard me acompaña. Vivió aquí, escribió
aquí cerca del Ateneo. Confiesa en El
Malogrado que desde el primer momento Madrid se convirtió en el centro
ideal de su existencia. Aquí halló la tranquilidad que nunca halló en ningún
sitio. España tierra de asilo, Madrid rompeolas de todo el mundo. Por otro lado, el régimen franquista acogió con todos los honores a Otto Skorzeny, que liberó a Benito Mussolini del, en teoría inaccesible,
Gran Saso donde estaba confinado. Adolf Hitler le condecoró y ya en Madrid,
donde muró en 1975, se le otorgaron todos los honores imaginables. Fraga Iribarne fue su principal valedor.
Las constantes del pensamiento de Bernhard son
su odio al nazismo y a los austriacos que lo aborrecían a él con idéntica reciprocidad
intensa.. La razón de esta aversión
tiene una lógica implacable; consideraba a Austria cuna del nazismo. Y
proclamaba; “Austria es hoy peor que hace cincuenta años”. Kurz Waldhein, de quien se descubrió que había
sido miembro de las SS se sintió aludido y ofendido por Bernhard. El juez de Ante la jubilación, que sigue
homenajeando a Himmler en su cumpleaños todos los siete de octubre, bien podría
ser Waldhein. El desdén de Bernhard por Austria es coherente; consideraba el nazismo genuinamente austriaco. Muestra de ello fue el
entusiasmo de los austriacos en Heldenplatz celebrando la anexión de Austria
por Hitler.
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