sábado, 16 de enero de 2016

EL PREMIO DE TEATRO VALLE INCLÁN y COCA COLA



Mañana, los doce candidatos al Premio Valle Inclán

En la sede de Coca Cola, escrutinio para elegir a los doce candidatos al Premio Valle Inclán. Patrocina la Fundación Coca Cola, presidida por José Núñez, un ganadero de bravo ilustrado. En la sobremesa,  jugadas ya todas las cartas argumentales, apurada la dialéctica  y decididos los 12 magníficos/as candidatos al premio más importante de Teatro de España, el  jurado del Valle Inclán se distiende y relaja. Es este un senado plural de  convicciones diversas y por eso nadie podrá hallar en la lista  de aspirantes  una dramaturgia concreta. O una tendencia política, lo cual sería peor. Entre los miembros del jurado unos siguen defendiendo  El Método de Strasberg, divulgado en España por su profeta Willian Layton y otros creemos que Strasberg fue un mixtificador que no sabía quién era Stanislavsky en quien decía apoyarse. Y que la memoria emocional es un recurso técnico  descalificado siglos antes por La paradoja del comediante, de Diderot.
Pero está claro que un jurado no solo es la administración de unos votos, sino una estrategia y una oratoria. Todo esto es sagrado y pertenece al secreto del jurado.  Y me quedo con la pregunta que un miembro , una miembra, del jurado dejó caer sobre la última copa de Rioja. Aquí todos bebemos vino, tinto o blanco, menos Luis María Anson que por respeto a la Patrocinadora, Fundación Coca Cola, bebe la marca de la casa. Puntualizo; Anson es abstemio. Esa pegunta es por qué los políticos no van al teatro. Rajoy, por ejemplo, nunca ha pisado un patio de butacas. Pablo Iglesias dice que el teatro "es una mariconada". Y Celia Mayer, concejala de cultura del Ayto de Madrid, que yo sepa aún no ha entrado en el Español. A Marta Rivera de la Cruz, de Ciudadanos, la ví el otro dia en El grito en el cielo, de La Zaranda. No sé si Ciudadanos tiene una idea de teatro y no me atreví a preguntárselo. Todo teatro es político, por acción o por omisión. Pero yo creo que no es necesario que los políticos, vayan al teatro aunque está demostrado que éste no es, necesariamente, portador de un virus maligno. Basta con que dejen hacer  a los que saben. 

Teatro y ETA
Llego a casa y me encuentro con un texto inédito que me ha mandado Borja Ortiz de Gondra.  Se titula Los Gondra (Un historia vasca). Me urge a que lo lea y le dé una opinión. Este autor vuelve sobre los pasos de Al otro lado, pero más a fondo, centrándose en su propia familia. La cena, de Ignacio Amestoy, es una función clave sobre el tema. Y en el Ciudad de Paaalencia premiamos hace unos años una obra valiente y temeraria que no llegó a estrenarse. Cuando me acuerde del autor, se lo contaré.. Mientras tanto, Gracias Coca Cola por apoyar al teatro.

LA TRINIDAD DE VENUS.
Gozo y tribulaciones de mis piernas.
En ocasiones algunas vedettes han tenido el piadoso descaro de sentarse en mis rodillas. Incluso ahora cuando mis piernas ya están para el arrastre y no soportan el peso de una pluma. La primera, en la prehistoria fue Sara Montiel que me cantó al oído Fumando espero, con gozo mío y envidia de toda la sala, Paco Umbral el que más. Hasta hace un año nadie había vuelto a tomar mis rodillas por trono. Esa mujer fue Roma Calderón, una cabaretera bellísima y descocada.  Hace tres meses en el Fernán Gómez lo hizo Pía Tedesco. Y volvió a echar sobre mi frágil esqueleto la envidia de toda Celtiberia. Pía Tedesco ha vuelto a la sala Jardiel Poncela, pero hubiese sido sospechoso que volviera a sentarse sobre mí. Pía es una cabaretera decente. Una mañana en las Ventas, en la presentación de un libro mío, María Toledo me cantó cerca del oído por el palo que más me gusta soleá por bulerías.  La foto la publicó el Mundo y dio la vuelta al universo, aunque María, que es una flamenca muy considerada, se mantuvo de pie.   

Sin esa relación de tan carnal solidaridad física, acabo de compartir con María Hervás, por el laberinto de pasillos y camerinos del María Guerrero, media hora de fascinación:  la fascinación de la actriz y de la mujer; María Hervás no es una mujer; es un milagro. Y no es una actriz, es otro milagro. Y los milagros carecen de cuerpo mortal.

Pía Tedesco, Weil y Bertold Brecht.

En el breve espacio de tres meses Pía Tedesco se ha hecho dueña de la sala pequeña del Fernán Gómez que Luis Torres ha convertido  en una de las salas más deseadas por la farándula. Pía ha vuelto con las canciones de Weil y Brecht adaptadas a su peculiar forma de Cabaret. Bilbao, Bilbao, de la Opera de tres centavos, es la piedra de toque de toda aquella que se acerque a  Weil y Brecht. La primera vez que la escuché en directo fue a  Ute Lemper: Weil purísimo, cabaret alemán.

Hace unos años en la sala Princesa Vicky Peña rindió culto a este duo inmortal Weil-Bertold Brech, conciencia de este tiempo y de muchos tiempos, fugitivos del nazismo: De Mahagoney  a Youkali, fue el título de aquel oratorio en que Vicky Peña demostraba que es genial actriz, estimable cantante y directora inteligente. Pía Tedesco, la cabaretera de los ojos verdes, es buena actriz y excelente cantante. Y toca el ukelele y el acordeón. El mundo de Weil y de Bertold Brecht forma parte de la terribilidad más dolorosa del terrible siglo XX. Pía Tedesco lo ha incorporado a su universo con sensibilidad.   

 

Noticia de María Toledo

Desde Florencia llegan ecos de María Toledo. Un mes entero en la Opera de la ciudad italiana cantando El amor brujo. María Toledo está en un momento “de durse” que dicen flamencos y tonadilleras. Su último disco conSentido ha optado a los Grammy siendo   derrotado solamente, me cuenta ella misma, por Juan Luis Guerra y Paco de Lucía; venganza de la guitarra, supongo. María Toledo acompaña su cante con piano que ella misma toca, en vez de guitarra. Alguna vez le hice a María letras de urgencia para algún torero. Adora a los toreros, pero lo de Florencia y El amor brujo es otra historia.

Los toreros que venera son dos diestros antagónicos, José Tomás y Enrique Ponce. En la lectura dramatizada de La argentinita, (autores Diana de Paco Serrano- Villán) que hicimos en el María Guerrero bajo la dirección de Santiago Sánchez, Enrique Ponce encarnaba a Joselito el Gallo y le cantaba a Encarnación una ranchera intencionada, Pero sigo siendo el Rey. María Toledo hacía de Encarnación López Júlvez y puso la tensión erótica que la circunstancia, y Santiago Sánchez, el director, demandaban. La elección del tema, por parte del maestro de Chiva, yo creo que no fue inocente. Se rumoreaba la vuelta a los ruedos de JT y quiso dejar las cosas claras.

 

María Hervás así en el cielo como en el infierno.

María Hervás no es una mujer; es un milagro. Y no es una actriz; es otro milagro. Belleza suprema y actriz suprema. En el María Guerrero los fines de semana desde el mediodía, con  Amnesia, de Matías Umpierrez. Teatro para un solo espectador. De forma inesperada un ser etéreo te confunde, te envuelve y te guía por las entrañas del teatro.  Y te cuenta su vida. Llega tarde a un ensayo, a un casting y  teme que se le haya corrido el rimel y la desahucie un director caníbal. No hay más que se pueda contar: la pasión del teatro, las glorias y las miserias del teatro, los olvidos; una actriz sin el refugio de las tablas, sin la defensa de la distancia ni de la cuarta pared,  mientras el espectador, el único espectador, la mira a los ojos y percibe las inquietudes de su soledad en el espacio sagrado de un camerino    el santa santorum que nunca debe ser profanado. Amnesia es una rara, inquietante confesión. No es una función de teatro, es un sacramento que imprime carácter por los siglos de los siglos.

 Maria Hervás no es un ángel ni un demonio, que son las dos formas fascinantes que puede y debe adquirir la mujer. Algo quizá de esa dualidad necesitará en algún momento de soledad e indefensión frente a un espectador sujeto a veleidades de fortuna. María es Virgilio guiando a Dante por los círculos del infierno del laberinto del María Guerrero. Es a la vez, Virgilio, Dante y Beatriz.

Alejandro Casona, cursi hasta decir basta en sus personajes femeninos sólo acertó en una cosa para definir la belleza sobrenatural: “tiene la mirada más bella que los ojos”. Pues eso es María Hervás, una mirada. Y dos lágrimas. Y dos milagros en un solo cuerpo de mujer. De escucharla y de mirarla puede ocurrir que lleguemos a olvidarnos del hermoso texto de Umpierrez, que la palabra no importe. Solo las lágrimas que destrozan su maquillaje. No es probable. En suma, María Hervás es puro teatro.    

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