martes, 29 de junio de 2021

 

Fauna y flora. Del Café Gijón. III. MARISA, la Filósofa mística..

Era muy guapa, O para decirlo con palabras más exactas  estaba muy buena.  Culo redondo y exigente que empezaba allí donde terminaban dos espléndidas piernas como columnas jónicas. Rubia, de melena ondulada hasta los hombros. Boca siempre fruncida en un desdén y labios ligeramente carnosos. Ojos entre verdes y azules, mirada dura. Miraba al resto del Café  con cierto desdén compasivo. Si era puta, como algunos afirmaban, no lo proclamaba a las claras, como hacia la desvergonzada Sandra, cuando alguna señora enjoyada  le pedía un autógrafo,¨señora, que no soy actriz, que soy puta¨. Marisa llegaba con una carpeta  llena  de papeles en la que almacenaba escrita su monumental  filosofía que consistía, más o menos en un cierto panteísmo basado en el amor universal y el misticismo. Me los daba a leer por capítulos,  sin sacarlos del café, o en su piso,  pues temía si los prestaba que se los plagiasen. En el fondo pretendía publicarlas y  buscaba editorial. Nunca me arriesgué a presentarle el proyecto a ningún editor.  Era irónica, mordaz y un poco basta, pero podía ser refinada y cautelosa en el trato. No era una bohemia, sino en cualquier caso una acompañante de lujo para señores maduros con muchos posibles. Acaso una sáfica solitaria.  Se sentaba en la segunda mesa de la primera fila, llegaba sobre la doce de la mañana y se marchaba cuando empezaban a servir comidas.  Una vez que la invité a comer en un restaurante de la calle Augusto Figueroa fue parca en el menú al que solo puso remilgos. Estaba acostumbrada, se notaba a la  legua,  a otros lujos, aunque no los pagara ella.  Tomó una tortilla francesa porque el pescado le pareció deleznable y un poco de ensalada que acabó rechazando con un mohín de asco.  Su inclusión, pues, entre la fauna y flora del Café de Gijón está plenamente justificada.

martes, 22 de junio de 2021

 

Galdós y las mujeres. Texto publicado en ARTEZBLAI, revista de lasArtes Escénicas.

Al hablar de Galdós y sus mujeres no me refiero a la vida sentimental de don Benito que, sabido es, mantuvo una tórrida pasión con  Emilia Pardo Bazán, novelista autora de Los Pazos de Ulloa, feminista radical, narradora importante y decisiva en tiempos en los que Leopoldo Alas Clarin y el propio Galdós eran dos referencias incuestionables y canónicas. Se casó, se separó, tuvo dos hijos, viajó por toda Europa y fue una mujer poliédrica, repleta de experiencias triunfantes y también de frustraciones. Su familia era dueña del Pazo de Meirás del que durante la Oprobiosa los franco  se apropiaron como residencia vacacional de verano.  Pardo Bazán sigue de actualidad, y ahora más, gracias a la imponente biografía de 800 páginas que ha escrito Isabel Burdiel y publicado la editorial Taurus. Y gracias también a la función Emilia que viene representándose en la sala Teatro de Barrio.

Apuntado este breve retrato inexcusable y necesario, diré que las mujeres de Galdos a que me refiero en el título son las mujeres de la guerra de la Independencia contra los franceses, a las que se refiere en los Episodios Nacionales diez y once,  que se alzaron ferozmente el 2 de mayo y continuaron la lucha durante seis años, al lado de los hombres. Bien podría aplicárseles  a ellas una estrofa de un poema heroico que nos obligaban a aprender de memoria en las escuelas del franquismo,

¨´y cuando en hispana tierra

Pasos extraños se oyeron

Hasta las tumbas se abrieron

Gritando ¡!venganza y guerra!!

La capacidad narrativa de Pérez Galdos y sus retratos de mujeres es inmensa. E incómoda. La idea que tiene del pueblo,  como masa desbordada,  es dificíl de aceptar para la progresía de los tiempos modernos.  Por ejemplo, dice así sin ningún pudor ni comedimiento; ¨´el populacho es algunas veces sublime, no puede negarse. Tiene horas de heroísmo, por extraordinaria y súbita inspiración que de lo alto recibe, Pero fuera de estas ocasiones, muy raras en la historia, el populacho es bajo, soez, envidioso y cruel y, sobre todo, cobarde. Todos los vencidos sufren más o menos la cólera de esta deidad harapienta que por lo común, no sale de sus madrigueras sino cuando el tirano ha caido¨. En su narración de los sucesos de la caída de Godoy, es aún más drástico.

Guerra de guerrillas

La guerrilla, hiperactiva, anárquica e imprevisible, frente a un ejército que se mueve por los cánones precisos de la ciencia militar, es invento español. Es algo cuya temible esencia nunca pudo entender Napoleón ni su hermano José Bonaparte, un rey político que para congraciarse con los españoles restableció las corridas de toros, abolidas por Godoy. Parece ser que José Bonaparte era abstemio, pero la mordacidad de los españóles dio en llamarle Pepe Botella y le sacó en coplas

Pepe Botella

Baja al despacho.

No puedo ahora

 que estoy borracho.

Al corto reinado de  José Bonaparte se debe la actual división de las plazas en sol y sombra, la numeración de las entradas.  Estaban los españoles deseosos de ver corridas, pero más lo estaban acabar con los franceses. Los soldados de Napoleón tenían que proteger de la guerrilla a los toreros que se desplazaban a Madrid. Muerte a las amadas corridas de toros si estas venían de mano del francés, alianza con los curas si estos eran curas trabucaires armados de trabuco liquidando franceses, todos empecinados, seguidores del caudillaje de Juan Martín el Empecinado. Los españoles siempre acompañados de curas. Delante, con un cirio o detrás con un garrote.

 La condesa Amaranta, bellísima, culta, madre por pecados de juventud es un personaje fascinador. Su hija secreta es Inés que tarda en descubrir su noble origen, enamorada de Gabriel Araceli, eje conductor de la acción, un pícaro sentimental, un soldado de fortuna,  un combatiente que también estuvo en Trafalgar y Cadiz. En el trazo de Gabriel,  demuestra Galdós su conocimiento profundo de la novela picaresca, sus raíces en Cervantes y en Quevedo. En un momento determinado aparece un personaje femenino delicioso y apasionante, una inglesa de alta alcurnia, metida en enredos políticos,  empeñada en descubrir en España, molinos, gigantes, quijotes y aventuras inexistentes. Su aversión a los franceses pondrá alas a su fantasía. Y no cuento más para no hacer espóiler.

No dejaré de señalar la fuerza y el carisma de una mujer del pueblo que planta cara a un  soldado armado de sable,  que persigue a un rapaz que le había tirado pellas de barro. Esta aguerrida matrona detuvo el gesto del valentón, ¨oiga usted so estandarte,  si toca usted al muchacho, no tendrá tiempo de encomendarse a dios. Si el angelito le roció es porque puede hacerlo y para eso y mucho más lo he parido. Conque siga adelante, punto en boca y manos quietas¨´ Estas son las mujeres de Benito Pérez Galdos, cuya vena melodramática y sentimental, rozando el culebrón horrísono,  es también notable. Estas son las mujeres de Galdós, cuyo insulto máximo para un hijo colaborador de los franceses es llamarlo ¨francés¨ mientras lo abofetea sin piedad.

 

sábado, 12 de junio de 2021

 

Escaparate de libreríaA.

Título. Pasaba por allí. Autor, Pedro Maria Azofra. Género, autobiografía. Pags 394. Edición de autor.  Primera edicion, agotada. Dedicatoria; A Carmen, sin su amor desprendido, tolerancia, equilibrio y apoyo, yo no hubiera llegado ni a plazas de carros¨.

Azofra; periodista, pelotari, aficionado a los toros y exégetas de subalternos eficaces y rutilantes entendido en vinos, enólogos creo que se llaman esos hombres, y en jamones que no sé cómo se llaman esos especialistas, amigo de Azcona el guionista de Berlanga,  pasaba por allí y se quedó. Es el destino de trashumantes y viajeros, quedarse en un sitio, en todos los sitios del mundo. Magister bibendi, científico del bebercio, por sus venas corren las mejores añadas  de rioja tinto. El blanco, para él no existe, o existe poco. El vino blanco es una subespecie.

Album de recuerdos se subtitula este texto y aún se queda corto, pues los recuerdos de Pedro Mari Azobra son innumerables.

viernes, 11 de junio de 2021

 

Anson, benefactor del teatro. Mi visión personal

Luis María Anson es uno de los grandes periodistas españoles de la segunda mitad del siglo XX. Los otros son, a mi entender,  PedroJ Ramírez, Emilio Romero y Juan Luis Cebrián, cada uno con su pelaje ideológico y su capacidad camaleónica para adaptarse a las circunstancias sin renegar de su esencia.

Luis María Anson es monárquico de don Juan posiblemente el personaje político más odiado por Franco.  Anson es antifranquista por esta circunstancia de legitimismo borbónico y por otras, antifranquismo  no atenuado, antes agravado,  por la instauración de don Juan Carlos de Borbón, una deslealtad filial en el fondo.  Y en la superficie. Yo creo que Franco le tenía manía, pero al caudillo genocida,  le acojonaba la fuerza política y social del ABC de los Luca de Tena, hablo un poco por aproximación. Indicios de esto hay en el libro de Franco Salgado Araujo, primo del caudillo,  Mis conversaciones con Franco.  

 Luis María Anson es un ser complejo que se define no sólo por la política, sino por su amor al teatro. Lo conocí en un examen oral de ingreso en la Escuela Oficial de Periodismo cuando Juan Aparicio, un preboste del franquismo, me suspendía sistemáticamente en redacción. Tardé, creo, ocho años en acabar la carrera de periodismo. Me preguntó cosas sobre la Generación del 27 y nos enzarzamos en una discusión que paralizó el ritmo de los exámenes. El resto del tribunal del que formaba parte, creo recordar, José Luis Borau,el director de cine, asistía pasmado a la controversia. Anson me puso un nueve de nota y Borau se animó a entrar en la disputa preguntándome por Cesare Pavese al que no sé porqué yo había sacado a colación. Creo que entré en la Escuela a la última, agotados ya todos los plazos. Se aprende más de periodismo en la calle y la redacción de un periódico que en una escuela o facultad, pero para trabajar  en un periódico o revista se exigía con frecuencia la titulación o la condición de alumno de la escuela.

Esa es mi visión más vieja de Luis María. Posteriormente hemos trabajado juntos en algunos empeños, por ejemplo  el Premio Valle Inclan de Teatro, patrocinado por Coca Cola. En éste, Anson reservaba  siempre una candidatura para el teatro alternativo, de cuyas salas era asíduo y devoto, y delegaba en mi modesta persona la elección que el resto del jurado aceptaba por consenso. Anson, benefactor del teatro.

sábado, 5 de junio de 2021

BUERO VALLEJO.

  Teoría sobre los Odiadores. 

Cualquiera que se precie tiene su odiador. Sin un odiador, pertinaz, acérrimo en tu vida, nunca llegarás nada. Buero Vallejo tenía muchos odiadores y estaba convencido de que sin odiadores, uno no es nada. No me refiero a un odiador en concreto y con una causa determinada, sino a esos seres imprecisos, fantasmas de sí mismos y de  una nebulosa sin perfiles. Por ejemplo, Eduardo Haro Tecglen, crítico de El País,  detestaba el teatro de Buero Vallejo, pero no era un odiador. Le hacía críticas feroces, pero no era un odiador. Unas obras de Buero lo merecían, las otras no. Pero era igual, yo no recuerdo una crítica positiva de una función de Buero. Buero se vengó un dia estrenando una obra, Diálogo secreto  creo recordar, cuyo protagonista era un crítico de arte daltónico. Muchos vieron en ese personaje la figura de Eduardo Haro.

La enemistad entre Buero y Haro, ambos antifranquistas, ambos comunistas, yo no tengo claras sus razones o sinrazones.  La más extendida achaca a ciertos derechos de autor que Buero le negó a Concha Barral que había puesto en televisión arreglos musicales de Mozart  a una obra de Buero.  Este, muy cuidadoso de su economía, se negó a ello y adujo que esos derechos, en todo caso debían atribuirse a Mozart. Concha Barral  ha negado siempre estas circunstancias. El hecho es que Buero tenía muchos odiadores. Jaime del Valle Inclán, el español que llevaba en París los zapatos más relucientes de españoles y franceses, llamaba a Buero ¨la tristeza nacional¨. Buero, ciertamente era un hombre triste y había estado condenado a muerte por su adhesión a la causa republicana. Su teatro es también un teatro triste, sólido y de éxito seguro pero triste. Hay en él, siempre, una conciencia de culpa lastimosa, pero se esperaba un estreno de Buero con auténtica expectación y fue Juan Carlos Pérez de la Fuente quien mejor lo entendió. Lo mismo que se espera ahora la convocatoria de los premios Buero, por parte de Robert Muro y Coca Cola. Los Premios Buero, vivero de actores y de actrices.

Volvamos  a los odiadores, que es de lo que va este artículo, pues adentrarse en el teatro de Buero nos llevaría al teatro de Alfonso Sastre, al posibilismo y al imposibilismo, a la manera sinuosa de burlar las sinuosidades de la censura. Nos llevaría en suma a la utopía de Sastre y al realismo de Buero. El odiador suele ser una persona mediocre, un envidioso. Sus aspiraciones están siempre por encima de sus posibilidades. Su ambición muere en sí misma sin levantar el vuelo.