lunes, 20 de abril de 2020

JULIAN GRIMAU, IN MEMORIAM


GRIMAU y GAMERO

Ignoro qué estaría haciendo, en estas horas de peste y confinamiento, el excelente actor genérico Antonio Gamero, cuyo lema era, “en ningún sitio tan bien como fuera de casa”. Lo traigo a colación con motivo del aniversario del fusilamiento de Julián Grimau, arrojado  desde una ventana de la DGS al callejón de Pontejos y después fusilado, amarrado a un poste porque no podía tenerse en pie. “Por esa ventana tiraron a Julián Grimau y luego  dijeron que se había querido suicidar”, me contaba Gamero cuando salíamos de alguna función en el Albéniz. A Grimau, torturado,  hubo que atarlo a un poste para fusilarlo, pues no se tenía en pie. Eso me contaba Gamero,  que se había quedado sordo por el golpe de una máquina de escribir que le tiró a la cabeza el policía que le interrogaba. Hay pocas dudas  sobre Grimau, salvo la incógnita de por qué el miserable de Santiago Carrillo, lo mandó a España a reorganizar el Partido, compartiendo responsabilidades con Federico Sánchez, o sea Carlos Semprum.  Lo cazaron enseguida. Manolo López, del Comité Central del PCE me contaba  una temeraria broma que Domingo Dominguín les gastó a ambos en las Ventas, de las que creo era empresario.  Querían ver la Corrida de la Beneficencia, tradicionalmente presidida por Franco y les dio dos invitaciones cerca del palco, entre una legión de  maderos. Vieron la corrida acojonados. Cuando le echaron la bronca por el riesgo que les había hecho correr, Domingo contestó: “En ningún sitio podíais estar más seguros que rodeados de policías”. Cosas de Domingo Dominguín que acabó suicidándose en los años setenta, unos dicen que por un cáncer de colon, otros que por un desengaño amoroso y otros, los más, que por culpa de Luis Miguel Dominguín, su hermano que no quiso prorrogarle la concesión de una plaza en América, sus únicos ingresos.

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