DESOLACION. ADIOS A la REVISTA ARTEZ.
Resulta desolador leer el último
número de ARTEZ, REVISTA DE LAS ARTES ESCENICAS. Desolador, devastador y
sombrío. Suena a despedida funeral, a toque de campanas mortuorias. En realidad,
lo que resulta desolador es el artículo de Carlos Gil Zamora. El lamento de
Carlos Gil Zamora, capitán de esta nave que creíamos insumergible y ahora zozobra,
¿es premonición o tan solo temor de un
cuerpo y un alma cansados?. El título del artículo central es muy claro y
apenas deja lugar a la esperanza; En
crisis desde todos los puntos de vista. Y anuncia que posiblemente “esta
sea la última revista ARTEZ que hagamos en papel”. Se impone lo digital, lo
cual, al menos, es promesa de
supervivencia y para mí motivo de incertidumbre . Carlos Gil analiza errores de gestión y responsabilidad sin
eludir, de forma quizá excesiva y autoacusadora, las propias culpas como patrón
del invento. No sé, pues, para quién escribo y para qué. Acaso para mi blog, al
que la lealtad de unos cuantos seguidores dan aliento de presente y respiración de futuro. Acaso para mis Memorias, en marcha y a
todo trapo, como si tuviera prisa, una prisa inexplicable.
Adios, pues a Artez de la cual he
sido tenaz colaborador sin ánimo de lucro, como todos los demás colaboradores, desde los inicios. Adiós a una ventana abierta,
sin restricciones ni limitaciones de pensamiento ni de expresión. Lo digital,
para mí, guarda todavía recovecos de una amenaza inconcreta. Echaré de menos la
proximidad, el talento, el rigor y la capacidad analítica de Josu Montero, Virginia
Imaz, Jorge Dubati, Jaime Chabaud y Victor Criado; su magisterio y su
generosidad opinativa. También este artículo, contagiado quizá por el melancólico
desánimo de Carlos, suena a despedida e
incertidumbre. Pero esto es ya cuestión personal, cosa de mi espíritu melancólico.
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