Teatro, toros y flamenco
La teoría de los colores es muy importante en la farándula; y
no me refiero al vestuario, la iluminación y el espacio escénico solamente.
Hablaría en este caso de la interacción de los colores y ya está. Por cierto,
el vestuario de Ana López y su
equipo es fastuoso, uno de los puntos fuertes de la función. Me refiero a las
supersticiones y recelos sobre el color de la indumentaria. Por supuesto
respeto el terrorismo cromático del amarillo, porque según cuentan Moliere murió
en escena vestido de amarillo limón.
Un dia Adolfo
Marsillach quiso demostrar que lo del amarillo era una superstición sin fundamento,
usó y abuso del amarillo hasta en el
patio de butacas y se pegó el jaulazo.
Yo creo que el desastre iba implícito en el montaje; pero ahí queda el dato,
por si acaso. Yo, ni al teatro ni a los toros voy nunca de amarillo, absurdo en
los toreros que llevan las vueltas del
capote de ese color. Chenel veía un amarillo en los tendidos y se ponía de
los nervios. Teatro, flamenco, toros y el dorado color de la manzanilla de San
Lucar. Coincido con Christian
Vanderdeellen,presidenta del Club Taurino de Bruselas y con Jean Louis Castanet, escritor y
aficionado francés. Mañana entregan a Diego
Urdiales el premio Wellington. La Quimera, tablao Flamenco, le da al
riojano el premio Curro Romero, en una gran fiesta flamenca presidida por el
Faraón en carne mortal. Nos invitamos recíprocamente: al Wellington y a la Quimera que, con todos
mis respetos será más jonda. Y divertida .
No me fijo mucho de qué van los estrenistas en el Español; yo voy de naranja hace tiempo, antes que lo
pusiera de moda la gente de Ciudadanos El naranja no es el amarillo, es otra
cosa, aunque algunos daltónicos quieran inducir a confusión. Cada vez me gustan
menos los estrenos, pero si voy suelo
hacerlo de rojo y negro, combinación cromática que es una declaración de
insurgencia anarquista. Ayer, en el Burlador, camisa naranja veraniega de
raya fina, Burberry, pantalón vaquero azul claro y zapatos de piel vuelta azul marino. Pero algunos amigos daltónicos
del teatro y de la indumentaria la tomaron conmigo: provocador. Tuvo que
rescatarme Rosario Calleja y
teorizar con fina dialéctica que el naranja es el color de la energía positiva,
un fuerza vitalizadora, un destello fetiche
en suma. El color ideal, el de la suerte en un estreno.
No sé si llevé la suerte o no ; el entusiasmo del público fue
menos tórrido que las escenas de fornicación
urgente y atropellada de don Juan. Para empezar un orgasmo de Isabela, en primerísimo plano y
desnudez, gracias al video o al selfie o
algo así. Reconfortante el
cinematografismo de Dario Facal en
casos así en qu la mirada y la voluptuosidad se intensifica; en otros es una
exhibición esteticista de dudosa
eficacia. Este estreno dará que hablar; es una apuesta llena de riesgos y de audacias. Y no puede reducirse al enunciado simple de esteticismo.
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