La luminosa ceguera de Max Estella
Valle Inclán
está vivo; esa es una evidencia que, como todas las evidencias, no necesita
demostración. La obra de Valle Inclán, quiero decir. Mas, por si acaso, Ignacio
Amestoy, organiza cada año el descenso de Max Estrella a los infiernos, la noche de Luces de Bohemia quizá la mejor obra del teatro español del siglo
XX y parte de los anteriores siglos. Desde Casa Ciriaco, -lo que fue, creo
Picalagartos- hasta el Congreso de
Diputados y el Círculo de Bellas Artes, Amestoy es Valle, Max Estrella y es don
Latino, aunque ayer ese papel lo
hiciera por via aproximativa y con plena convicción Javier Huerta. Grandes nombres de la Farándula escoltaron las sombras
chinescas de Valle, los garabatos de lechuza, que pueblan la ceguera de Max.
Calle de la Montera, Congreso, Ateneo… Los políticos españoles, esa casta infame
que sufrimos, esa plaga de la langosta que asuela España, incapaces de ponerle
una mínima gobernanza a este desdichado país, no se contentan con usurpar la
palabra en Cortes, radios y tribunas varias. Mienten hasta en la Noche de Max
Estrella.
Ignacio Amestoy no es sólo un autor, un gestor
o un inventor de ideas; es una levadura, es decir una substancia que hace
crecer a los demás. Ayer, para rematar la fiesta con chocolate y churros en
Bellas Artes nos eligió a Esperanza Roy,
la gran actriz, la vedette más deslumbrante de su tiempo, y a mí. Adoro a
Esperanza Roy y solo por esta adoración me presté a cantar con ella La corte del Faraón, que corearon los
cientos de personas que habían procesionado detrás de Ignacio Amestoy desde las
siete de la tarde.
Una mujer babilónica
Esperanza Roy tuvo el gesto hidalgo de
sentarse sobre mis rodillas para iniciar el babilónico cante. Fue un detalle,
pero descubrió el origen del mal que afecta a mis piernas; estoy así de tullido
por la tendencia de las mujeres hermosas a descansar su gloriosa anatomía sobre
mis castas rodillas. Se acabó, que nadie se haga ilusiones; el cupo está
cerrado con la trinidad sagrada: Sara
Montiel, Pía Tedesco y Esperanza Roy. Ahora que recuerdo, también Roma Calderón se aposentó y hasta me
dio un casto ósculo de cabaretera tímida; pero con Roma siempre he tenido la
duda si fue motu proprio o por
inducción de su representante María Díaz,
que no sé si es una mujer esdrújula, aunque ciertamente babilónica no es.
La obra de Valle, desde las Sonatas hasta Luces de Bohemia, el esperpento máximo, espejo y modelo de todos
los esperpentos, está llena de mujeres esdrújulas. Esperanza Roy es una mujer esdrújula y
babilónica y enseguida se hizo la dueña de la Fiesta. Aunque los centenares de peregrinantes y
conversos de Max Estrella, lo que de verdad esperaban, a las dos de la
madrugada, era el chocolate con churros y no nuestras canciones babilónicas.
La guillotina en la Puerta del Sol.
A mí el Max
Estrella que más me gusta es el que quiere fusilar a los hermanos Quintero y
poner la guillotina eléctrica en la Puerta del Sol. Más al de la guillotina porque, a fin de cuentas, los Quintero no eran mala gente. Se marchaban a los Puertos con Lola, la isla se quedaba sola y sanseacabó. Hoy están muertos de muerte natural.
Buen momento para cortar la cabeza a la horda de sinvergüenzas que ha llevado a la ruina a este país grande, hermoso y desdichado llamado España. Y me gusta, sobre todo, el Max que, ante la interrogación de don Latino “¿qué dirá mañana esa prensa canalla?”, responde: “lo que le manden”. La corrupción política y la corrupción periodística son inseparables, se retroalimentan. En este país llamado España no es que haya corruptos, es que la corrupción se ha instalado como forma de gobierno. De este y de los que vengan.
Buen momento para cortar la cabeza a la horda de sinvergüenzas que ha llevado a la ruina a este país grande, hermoso y desdichado llamado España. Y me gusta, sobre todo, el Max que, ante la interrogación de don Latino “¿qué dirá mañana esa prensa canalla?”, responde: “lo que le manden”. La corrupción política y la corrupción periodística son inseparables, se retroalimentan. En este país llamado España no es que haya corruptos, es que la corrupción se ha instalado como forma de gobierno. De este y de los que vengan.
Hay
material y tema suficiente para un nuevo Ruedo Ibérico. Pero, aunque la obra de
Valle esté viva, falta el genio capaz de escribir la España de hoy, los
esperpentos de estos días. Siempre nos quedarán mujeres esdrújulas y
babilónicas. Eso es un gozo, pero me temo que insuficiente. Lo que España
necesita es una Revolución.
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