lunes, 17 de octubre de 2016

A LAS VEGETARIANAS LES GUSTA EL JABUGO



RETRATO MÁGICO DE LA ALFARERA


Este blog evoluciona al compás de la actualidad; de mi actualidad. Tenía previsto un comentario  sobre Kafka y  la inmortalidad a partir de la belleza.  Pero ha mediado un recuerdo de la Vegetariana Jabuguista, o sea una vegetariana adicta al jamón de Jabugo 5 Jotas, que es un personaje de Deseantes.

Homenaje a  jabuguista, sin jabuguista, y  comentarios  sobre Deseantes, obra que yo considero, potencialmente, positivamente  innovadora. Me quedé solo al cuestionar la complicada superposición de diálogos de Deseantes, que flipa  a algunos. Los camareros no entendían los brindis ni los contrabrindis, pero al final solo importaba el tráfico de platos de jamón y las botellas de Ribera del Duero que se descorchaban.

Ratifico mi intención de volver al tema de la Alfarera Prodigiosa y ójala el desparpajo de Maríanoséqué sea fiel a tuiter. Tuiter es como la vida: canalla, estupendo, filosófico, hortera, sabio, borde, propagandístico para promocionar un libro o una función; es la patria de muchos solitarios. Incluso algunos enlaces y perfiles me recuerdan los anuncios clasificados de los periódicos; llamadas eróticas para tristes amancebados con su mano y con destellos de clandestinidad de lujo. Seré fiel a mi promesa de contar cosas de la alfarera en mi diario.

 En prueba de  confianza con Maríanosequé, doy un aventurado retrato de la maga del barro. Retuerce la realidad, le pone música, pero nunca engaña. La conocí antes que mi amigo equis y a punto estuve  de hacerle un catálogo de sus vasijas y figuras primorosas. Con una rara confianza que aún me conmueve, aunque hoy me sienta tan lejano, puso   las cartas boca arriba. Había una ambigua tristeza en su mirada: “no quieras saber  de mi vida más de lo que ves, mis vasijas, mis figuras. Puede  que ambos acabáramos depreciándonos”.  Fui  innecesariamente cruel: “tus desprecios  son cosa tuya; de los mios ya me encargaré yo. Y  deja  de flagelarte."
“Mis barros  se pudren en un almacén y no los compra ni Dios”.

Mi amigo equis no sabe estos secretos y quiere convertirla en literatura sin haber completado las  fases previas: amarla y sufrir por ella. Efectivamente, como López Barrios y Gemma Barreiros sugirieron ante el Español la noche de Flotats,  en la alfarera hay una novela. Y como mi amigo equis no sabe escribir,  pretende  que  la escriba yo. Ni hablar. Estoy ya mayor  para hacer de Cyrano y hace tiempo agoté mis experiencias de negro ocasional   de algunas mediocridades. Pensar que se puede seducir con metáforas a esta mujer que solo se cree la parte menos   luminosa  de sí misma,  es una gilipollez propia de mi amigo equis. Además, enseguida, reconocería mi estilo. Un dia esta alfarera estará en todos los museos del mundo.  O no estará, da igual.  Y sus barros  se pagarán a precio de oro, o no se pagarán, da lo mismo. Y es probable que, pese a todo,  siga con su  mirada triste y que quizá no tenga quien le escriba como el Coronel de García Márquez

 

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