sábado, 30 de diciembre de 2017

RETORNO DE LA ALFARERA PRODIGIOSA

No sé cómo están siendo las Navidades de la Alfarera que ella anunciaba canallas.  Sé como están siendo las mias. Hacía siglos que no tenía noticias de la Alfarera Prodigiosa, cosa que en tiempos me hubiera parecido imposible. He coincidido con ella estos días de navidad canalla, por casualidad.  Está en la cumbre. La llaman de todos los sitios, sus productos de alfarería invaden los mercados más exigentes, da igual que sean vasijas o esculturas un poco canallas, parejas amándose sin recato,  parejas de hombre y hombre, de mujer y hombre, de mujer y mujer a la que dota de una infinita  ternura. En las otras parejas se percibe algún gesto levísimo, de rechazo del hombre, como si el hombre no fuera objeto de  deseo sino sujeto de abusos y comercio. En las de mujer y mujer  hay una  dulzura inmensa.   La Alfarera es una  triunfadora.  
 Un dia hace años le mandé un mensaje, Bella, Ciao mi canción partisana que solía utilizar cuando el amor de una mujer empezaba a hacérseme doloroso por culpa mia y por mi escaso sentido de la fidelidad. Tardó una semana en abrirlo y descubrió que más que un abandono era una ligazón más fuerte. La Alfarera prodigiosa  me dice “nadie ha escrito cosas tan bellas de mí como tú”. No lo creo, pero pudiera ser. Yo las metáforas las regalo. Ha ampliado su campo intelectual de tal manera que amenaza convertirse en una renacentista como Pico de la Mirándola, el que podía discutir de   “omne re scíbili et quacumque allia”. La devora el carpe diem, pero sin estridencias. Me he ofrecido a enseñarle  latín, reminiscencias  del Seminario, porque saber latín viene bien para todo.  Incluso para trabajar en el alfar. Sonrie. Conoce mis trampas. Como yo sus secretos que ya no son solo suyos, sino suyos y mios, lo cual a ninguno de los le quita el sueño. A mí me da igual. Yo no he recibido la llamada. Ni la recibiré nunca, creo. Estén tranquilas las sáficas y los héteros. Jura la Alfarera que todo es bello y legítimo si hay amor por medio, como decía Marylin. . 
La Alfarera es el personaje más afortunado de mi dramatis personae. Y Borja Ortiz de Gondra sigue pensando que  es una persona real, no un personaje inventado, y que algún dia descubrirá  la verdad.. Nunca lo conseguirá, hay algunas claves que no tengo ni yo. Los últimos cartas eran como mensajes encriptados, como si temiera que cayesen en manos más amorosas para ella que las mias, que jamás tuve celos de nadie. Llamaba mi atención la insistencia en dejar claro, para alguien sin duda muy concreto/a, que lo nuestro era una amistad en la que solo los dos cabíamos, pero amistad  y solo amistad.
 Me la encuentro por Cascorro,rodeada de mujeres, algunas  feas y una tan prodigiosa de belleza como ella misma,  un poco menos canalla y me parece más dulce. Me escudriñan con más curiosidad que recelo, incluso con cierta simpatía. Mucho y bello escribí de la Alfarera, es  cierto, y el tiempo ha demostrado que me quedé  corto. Debe cuidar su culo y sus piernas que me fascinaban, no por ser culo,  si no por ser soporte  de un alma bella. Y porque ella decía, “son los genes de mi madre y que se jodan las que no tienen una madre maravillosa de piernas pefectas”.Tengo entre las manos una historia tan bella, que nunca me atreveré a a escribir y menos publicar. Historia bella y, a la vez, un poco canalla.
 


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