jueves, 3 de enero de 2019

MIGUEL MIHURA Y EL TEATRO DEL ABSURDO


El Absurdo de Miguel Mihura. Publicado en El Mundo. Desavenencias de Javier Villán

El desarrollo y las peripecias  del Premio Miguel Mihura, para premiar  a la mejor actriz española de los dos últimos años, hubiera regocijado al   autor de Tres sombreros de copa.  Se han cumplido las expectativas más risueñas de don Miguel: en caso de empate a votos y sin posibilidad de consenso en los miembros del jurado, la ganadora “debe ser la más joven”; entre Natalia Millán candidata por Billy Elliot y María Hervás por Las Crónicas de Peter Sanchidrián, la más joven resultó ser María Hervás, que aporta en esta obra de Padilla  en el Ambigú de Kamikaze,  una nueva dimensión: el glamour, la capacidad de seducción que no tiene Ifhigenia.  Como candidatas también figuraban, Fernanda Orazi, Clara Sanchís e Isabel Stofel entre otras.  Es un dato para valorar el rigor  de los jurados y la importancia del premio que se le ha otorgado, uno de los más prestigiosos  del teatro español. Miguel Mihura murió en 1977, y con la Sgae había perfilado ya  los fundamentos del galardón. El jurado posiblemente , además de la edad, dioadora a María Hrvás por calidad de la interpretación. Pero a nadie hubiera sorprendido el triunfo de Natalia Millán si no hubiese habido empate en las votaciones. Mihura siempre ha sido objeto y sujeto de contradicción. La sociedad a la que satirizaba veía con regocijo sus obras.
 Miguel Mihura fue el inventor del teatro del absurdo antes que Eugene Ionesco y Samuel Becket y todo lo que le rodea tiene ese aroma. Tres sombreros de copa es su gran obra, estrenada en 1933 y recuperada por Gustavo Pérez Puig en 1952. Por méritos  y al margen del jurado, cuyo presidencia se me ofreció y decliné, tanto Natalia Millán como  María Hervás son merecedoras del Mihura.   Miguel Mihura se adelantó a Becket y a Ionesco  con    Tres sombreros de copa. Después de ésta  vinieron Melocotón en almíbar, Ninette y un señor de Murcia y alguna más para regocijo de un público que no percibía la sutil sátira social y política, creo yo; ni se paraba a reflexionar en la autocrítica. Fernando Fernán Gómez llevó a Ninette al cine, con la aportación espectacular, me parece recordar, de Elsa Pataki.

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