martes, 7 de enero de 2020

NATALIA MILLAN


Natalia Millán y yo

La admiro profundamente como actriz y como persona, es un caso raro mi amistad y controversias con Natalia. Ella detesta las corridas de toros y yo  he escrito casi cuatro mil crónicas  lo que quiere decir que he visto sacrificar, sin que se me saltasen las lágrimas  casi 20.000 toros. Nos hemos emplazado a discutir de “ toros , sí, toros no” en el Café Gijón infinidad de veces, pero el mano a mano, por utilizar  la jerga taurina, nunca se ha llevado a cabo, ni siquiera con la mediación de María Toledo.

Yo gozo citando a Blanco White que decía que los males de España  no  son los toros, sino religión y mal gobierno  cosa qu irrita a Natalia y me llama tramposo, como a los toreros por cuyo riesgo sin embargo teme. Yo no temo por los toreros; cada tarde las figuras ganan un pastón con el que se podrían montar vatios Billy Elliot,  y se supone que saben la técnica de su oficio, la cual elimina riesgos. Yo en ciche, a 50 por hora, corro más peligro qu Alonso a 300.   Y en plano más sentimental  a mí me da pena el toro más que los toreros. Una vez vi llorar a uno como si me acusara de algo. En resumidas cuentas, que es a lo quiero llegar; si Natalia, antitaurina radical,  y yo aficionado - en tiempos radical y ahora  alejado de las corridas-  podemos   entendermos,   quiere decir que la cuestión cainita de las dos Españas, blancos y negros,  rojos y azules, no es insoluble. ¡Va por usted, señorita Wilkinson

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