Agujeros negros en los SANFERMINES.
Hace hoy 25 años. Miguel Angel
Blanco, Concejal de Ermua por el
pepé, asesinado por ETA, friamente de
dos tiros en la nuca, al no acceder a un intercambio de presos. Hace 25
años. Sigue siendo la baza macabra y cínica de la derecha salvaje. La izquierda, aunque lo temíamos, la verdad
es que no esperábamos clemencia. Jugábamos al mus en el hotel Maisonave de
Pamplona Carlos Gil, crítico de teatro y televisión del diario abertzale
Eguin, quizá ya Gara por sanción y prohibición; yo de compañero con
Eduardo
Mateo, docente e historiador del
destino en México de los niños de la Incivil guerra del 36, Iurgen o
algo parecido, alemán pamplonizado in eternum para aprender MUS, sin
conseguirlo del todo. Y yo. Un chaval de
apenas once años, David de Loaysa, futuro escenógrafo, feliz hasta entonces en
los sanfermines, lívido, dejó de traernos café y güisqui, algo grave percibió. Días antes el Mundo de PedroJOTA le había
publicado , y pagado 7000 pesetas, por
una foto de Arthur Miller, de incógnito en Pamplona.
El órdago, cualquier envite, se nos heló en la garganta. Sanfermines
amargos y aún nos quedaba por ver el asalto a la plaza de la Misericordia, a
los dos o tres días, de fuerzas especiales de asalto llegadas desde Madrid y la
muerte de Germán Rodriguez, mozo sanferminero de un tiro en la Avda
Ronsevalles, cerca de la Olla, bar en el que a la salida y entrada de la plaza
tomábamos Cava. Claveles en su tumba, silencio y luto en las peñas y en el
sombrero de Paco Apaolaza adornado de cientos de pins.
Agujeros negros en los SANFERMINES.
Miguel Angel Blanco, Concejal Ermua de la derechona pepera,
asesinado por ETA, friamente de dos
tiros en la nuca, al no acceder a un intercambio de presos. Hace 25 años. Sigue
siendo la baza macabra y cínica de la derecha salvaje. Aunque lo temíamos, la verdad es que
esperábamos clemencia. Jugábamos al mus en el Maisonave Carlos Gil, crítico de
teatro y televisión del diario abertzale Eguin, quizá ya Gara por sanción;
Eduardo Mateo historiador del destino en México de los niños de la Incivil
guerra del 36, Iurgen o algo parecido, alemán pamplonizado in eternum para
aprender MUS, sin conseguirlo del todo. Y yo.
Un chaval de apenas once años, David de Loaysa, futuro escenógrafo,
feliz hasta entonces en los sanfermines, lívido, dejó de traernos café y
güisqui, algo grave percibió. Días antes el Mundo de PedroJOTA le había publicado
, y pagado 7000 pesetas, por una foto de
Arthur Miller, de incógnito en Pamplona.
El órdago, cualquier envite, se nos heló en la garganta. Sanfermines
amargos y aún nos quedaba por ver el asalto a la plaza de la Misericordia, a
los dos o tres días, de fuerzas especiales de asalto llegadas desde Madrid y la
muerte de Germán Rodriguez, mozo sanferminero de un tiro en la Avda
Ronsevalles, cerca de la Olla, bar en el que a la salida y entrada de la plaza
tomábamos Cava. Claveles en su tumba, silencio y luto en las peñas y en el
sombrero de Paco Apaolaza adornado de cientos de pins.
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