Palencia, patria del Teatro
Dentro de muy pocos días tendrá
lugar en Palencia, la representación de Lope y sus doroteas o cuando Lope
quiere, quiere, obra de Ignacio
Amestoy, con dramaturgia y dirección
de Ainhoa Amestoy. Según viejos
cronicones, o leyendas de boca a oreja, que yo suelo tomarme al pie de la
letra, el teatro nació en Palencia con El
auto de los Reyes Magos, que escribió para una hermana monja Gómez Manrique, señor de Amusco,
político enredador y pendenciero, intelectualmente se entiende, tío de Jorge
Manrique, el de las Coplas, de Paredes de Nava, patria de los Berruguete.
No es de extrañar, por lo tanto, que a la gente de Palencia les guste el teatro y que para los teatreros de España sea plaza
querida y deseada. Lope y sus doroteas, pues, cierra el círculo
de Palencia y los Amestoy. Y me trae a
la memoria que No es el primer encuentro del apellido Amestoy con
Palencia. Hace algunos años Ignacio Amestoy, ganó me parece recordar, el premio de textos Ciudad de Palencia
que patrocinaba el Ayuntamiento y organizaba la Fundación Caneja bajo la batuta
de Rafael del Valle y el apoyo logístico de Rubén del Valle. Ruben ha sido y es engranaje clave en la
Fundación.
Por otra parte este artículo
cierra también, sin que la excluya o elimine, mi relación con el Diario Palentino, en el cual publiqué hace siglos el primero de
los casi 8000 que en mi vida, ya un tanto cansada de periodista, he publicado.
Se trataba de un comentario sobre un bar de Saldaña, en el cual no había
camareros ni cajero. La gente llegaba, se servía lo que le apetecía y,
honradamente, depositaba el dinero correspondiente de la consumición en la caja.
Fue el único artículo mío que, me parece, vieron publicado mis padres, el señor
Francisco, herrero y peatón cartero de Carrión de los Condes a
Torre de los Molinos, y la señora Rosario que me inculcaron el amor
al teatro, pues aunque pobres eran muy cultos y dirigían comedias con los mozos
del pueblo. Incluso salían de gira, ida y vuelta en el dia, por la provincia.
Si tuviera que explicar el meollo de Lope y sus Doroteas o cuando
Lope quiere, quiere, diría que es
uno de los textos más clarividentes que sobre Lope de Vega, el clérigo atormentado,
fornicador y temeroso de Dios y, por encima de todo poeta, se han escrito. Teatro dentro del teatro. Metateatro. No trata
de Lope, es Lope. Si el autor de El arte de hacer comedias, las
urdía con tal facilidad que le permitió decir que en menos de horas
veinticuatro pasaron de las musas al teatro, en cuestión de amores y
amoríos no era menos urgente, aunque siempre hay una que marca más que las
demás. Un excelente actor, Angel Solo, ha substituido a Ernesto Arias
que se descolgó del proyecto. Lorenza Sánchez, algo más que un ama de
llaves, la interpreta una rotunda Lidia
Otón, especie de corifeo sin coro. Y como no hay función buena, sin buenos
secundarios, ahí están Nora Hernández y Daniel Migueláñez
multiplicándose y doblando papeles. Como escribe Emilio Pascual ¨´la
obra está escrita pensando en la complicidad del espectador, en el espectador
de hoy, que quizá no sea tan distinto del espectador de entonces¨¨ Ese es el objetivo de todo buen teatro y aquí
está cumplido de sobra. Respecto a la escenografía y vestuario de Elisa Sanz
y la iluminación de Marta Graña, se atienen a otra norma escénica imprescindible;
no entorpecer la acción y el movimiento de los actores.
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